21/11/2024 10:18
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La alternancia en los gobiernos es una forma de garantizar la perpetuidad del régimen actualmente vigente.  Lo cual quiere decir que, por muchas elecciones que haya o deje de haber,  todo está pensado para que  nada cambie en  el orden constitucional en que se sustenta  nuestro actual sistema político. La “sacrosanta democracia” está blindada y en ningún momento ni va a ser puesta en solfa, ni va a sentirse amenazada porque se la sitúa por encima del bien del mal.

Hay que reconocer que este juego democrático “del quítate tú para ponerme yo”,  eso que los políticos llaman alternancia en el gobierno de la nación, fue un invento genial, porque  sirve de desaguadero y permite un cierto alivio  cuando la situación  se hace insostenible.  Un simple relevo de caballos es suficiente para seguir cabalgando por la ruta marcada, como si nada hubiera pasado. Lo llevamos viendo en España durante décadas. Pasado un tiempo los españoles necesitan esa alternancia para que las ilusiones no mueran, aunque luego todo siga igual y la farsa continue. Por este camino la regeneración político-social no va a llegar nunca, porque el supuesto recambio se hace con piezas de repuesto, que ya han demostrado ser defectuosas e  inútiles.

  Nuestra obstinación y testarudez política hace que nos olvidemos que los actuales aspirantes a gobernar a España pertenecen a la familia de viejos conocidos, como el Sr. Griñán, o el Sr Bárcenas y tantos otros de infausta memoria, a los que un día se les vio el plumero y nos avergonzamos de ellos.  ¿Acaso durante el tiempo que llevamos de democracia ha habido algún partido gobernante que no haya tenido que salir por la puerta trasera?  En este contexto,  Voltaire pudo decir . “La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria”.  Son ya muchas las veces que nos hemos sentido traicionados por las mentiras de políticos embusteros de uno u otro signo, para seguir confiando en ellos.  La gente irá a votar, sí, pero lo hará, no tanto por entusiasmo hacia los suyos, cuanto por rechazo visceral al adversario. Es un hecho fácilmente constatable que las gentes del PP están pidiendo a voces que el Sr. Sánchez haga las maletas y se vaya de la Moncloa, ésta y no otra sería la última razón de su voto y lo mismo sucede con los votantes de izquierdas, dispuestos a todo antes de que gane la “Derechona”. Es decir, que de votantes convencidos pocos, la mayoría de ellos no se calientan la cabeza, simplemente se atienen al principio pragmático que reza: “ Del mal el menos.”   

No dudo que sea de urgencia sacar de la Moncloa al profanador de tumbas, Sr. Sánchez, pero de nada serviría quitar a uno y poner a otro, si las cosas van a seguir poco más o menos, tal y como nos tienen acostumbrados. Son ya muchos años con la misma historia, que siempre se repite. ¿ Algo me  puede hacer pensar a mí que en la actual convocatoria electoral no va a pasar lo mismo?  Pues a pesar de todo ahí seguimos con nuestra incondicional e irrevocable actitud; así hasta que se hunda España por completo, así hasta que nos hundamos todos.

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La situación por la que atravesamos los españoles no es nada buena; dígase lo que se diga. Si comparamos nuestro actual país con la España próspera de nuestros padres y abuelos, nos  daremos cuenta, no ya solo que se han perdido los valores humanos, familiares  y nacionales,  es que también hemos  salido perdiendo  por lo que al plano económico  se refiere. Hay que decirlo alto y claro. En la España de Franco un ciudadano a los cuarenta años disfrutaba de una estabilidad laboral que le permitía vivir con dignidad, seguridad e independencia, disponía de casa propia con o sin hipotecas y había construido un hogar con todo lo necesario para poder vivir decorosamente, donde el matrimonio, con sus numerosos hijos, disfrutaban de los deleites familiares y por si fuera poco se permitían el lujo de poder ahorrar. Eso era antes, ahora son muchos los españolitos que tienen que conformarse con la limosna que les ofrece el estado en prevención de una posible revuelta social.

En cuanto a las cuestiones trascendentales, mejor no hablar.  Es de todo punto necesario saber discernir entre lo que se nos cuenta y la realidad de los hechos. Desde los tiempos de los sofistas griegos los políticos siempre se han caracterizado por su capacidad de persuasión, sabedores de que “en política, como   bien decía Adenauer, “lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno.” Justo es reconocer que los políticos embaucadore han sabido mover muy bien los hilos para que la farsa montada por ellos mismos aparezca con visos de verosimilitud.  Aunque por distintas razones es evidente que, tanto el PSOE como el PP, están encantados con una democracia hecha a su medida, a la que han ensalzado sobremanera, convirtiéndola en valor absoluto por encima del sentimiento nacional, que desde la transición se viene cotizando a la baja. Tan es así que, mucho me temo que, si hubiera que elegir entre las dos, serían más los dispuestos a morir en defensa de la democracia que en defensa de la patria.

Los motivos de esta predilección democrática por parte del PSOE son de pura conveniencia política. Este sistema les ha sido servido para implantar en España su sectaria ideología “socialistoide”, algo que les hubiera sido muy difícil conseguir de otra forma. Para corroborar esto que digo, solo es preciso recordar las consignas de su líder, Largo Caballero, que por activa y por pasiva no se cansó de decir que, si la España socialista no llegaba por vía democrática, había que recurrir a la revolución.  Sustancialmente este mensaje está presente en la actualidad. Ante la posibilidad de que España volviera a renacer y las cosas retornaran al punto de partida por vía institucional, ¿las izquierdas lo consentirían? Si los españoles de bien volvieran a asentirse orgullosos de la España olvidada, ¿Lo consentirían?  Son ellos mismos quienes nos aseguran que antes de renunciar a lo que ellos consideran unos logros sociales, estarían dispuestos, si llega la ocasión, a defenderlos con uñas y dientes, porque tienen asumido como dogma inamovible  que ellos representan el progreso y lo demás es  pura regresión. Este es el verdadero rostro del socialismo, que aparece cuando se despoja de la careta democrática.

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La predilección democrática por parte del PP tampoco puede decirse que tenga su origen en un sentimiento romántico o altruista, sino en un frio cálculo de intereses. El PP es un partido liberal y todos sabemos que el liberalismo tiene como valor universal la libertad, a la que se la idolatra y se la coloca por encima de Dios mismo y se sus sagrados preceptos, por cuya razón son muchos los autores que consideran que liberalismo y catolicismo son irreconciliables. De hecho, sobre el liberalismo pesan reiteradas condenas de la Iglesia Católica. En este contexto liberal en el que se mueve el PP. nada mejor que la democracia relativista en la que la Verdad y el Bien dependen de la libre decisión de los hombres, como dependen también el concepto de Nación y de Patria.  El absoluto es la libertad, nada por encima de ella. Lo cual no deja de ser un craso error, como lo sería poner la carreta delante de los bueyes y lo es, por cuanto la libertad   no es en sí misma un fin sino un medió, todo lo importante que se quiera, pero tan solo un medio.  Tristemente quienes previsiblemente  gobernarán España en los próximos años son víctimas de sus propias ideologías, a las que sirven y a las que están supeditados. No nos engañemos, ni el PP ni el PSOE tienen otro absoluto que no sea el propio partido y si para conseguir  el poder hay que vender parte de España al mejor postor, lo harán  o ¿es que  no lo han hecho ya en anteriores legislaturas?        

  

Autor

Angel Gutierrez Sanz
Angel Gutierrez Sanz
Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, habiendo obtenido la máxima calificación de “Sobresaliente cum laude”. Catedrático de esta misma asignatura, actualmente jubilado. Ha simultaneado la docencia con trabajos de investigación, fruto de los cuales han sido la publicación de varios libros y numerosos artículos. Sigue comprometido con el mundo de la cultura a través de la publicación de sus escritos e impartiendo conferencias en foros de interés cultural, como puede ser el Ateneo de Madrid. Su próxima obra en la que lleva trabajando bastante tiempo será “El Humanismo cristiano en el contexto de una Antropología General".
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Aliena

Un artículo muy certero. y el colofón: sí, el PP y el PSOE estarán dispuestos a vender España como ya han hecho, pero, más aún, ¿no han actuado de la misma forma los Borbones que soportamos desde hace ya demasiado tiempo, empezando por Felipe V?¿No han vendido una y otra vez partes de España o España entera, caso de Carlos IV?

Geppetto

La alternancia politica fue inventada y llevada a la practica por el Regimen de la Restauracion, que alterno los gobiernos entre los progresistas y los conservadores, estabilizando aquel desastre absoluto que fue la España del siglo XIX y dando un cierto respiro a aquella interminable coleccion de golpes de estado, conspiraciones, asesinatos y decadencia.
En 1977 alguien se acordó de aquel regimen que jamas fue democratico,en España no ha habido democracia jamas, y consiguio devolver la alternancia masonica a España.
Resultado, vuelta al siglo XIX

JCrespo

Por qué se habla tanto de Democracia, siendo una dictadura Partitocrática?
Tampoco Nadie está condenado a seguirle el juego a esta clase política ni a su Régimen. Y el día que la mayoría de los ciudadanos se dé cuenta verdaderamente del engaño y actúe en consecuencia, toda la farsa empezará a caer… Sin creer que los auténticos beneficiarios del Sistema digan que no, que la solución es a través de éste y cumpliendo «los deberes democráticos».

Hakenkreuz

Lo de vender España, que tanto se alega de modo veraz, porque es así, tiene su origen en un hecho económico: que España no puede tener soberanía económica, pues no dispone de materias primas y tecnología suficiente para garantizar un nivel de vida elevado a la totalidad de la población. De hecho, la actual democracia, obedece esencialmente a esa necesidad (recordemos que el mismo Franco renuncia al Rif, trae bases americanas y se somete a occidente porque afirma que su principal obsesión es que los españoles no pasen hambre). España no tiene gas natural, ni petróleo, ni muchas patentes que son extranjeras, ni muchos minerales imprescindibles, aunque dispone de un arsenal agro pecuario extraordinario, además de recursos histórico culturales religiosos, naturales y turísticos insuperables. Por otra parte, España no dispone de mercados para sus productos, para producir a costes bajos pues no hay economías de escala si se produce solo para el mercado interior. Por eso tuvo España que recurrir en 1959 al Plan de Estabilización Económica, que suponía una apertura al exterior, pero una gradual e inevitable pérdida de soberanía económica y una mayor dependencia del exterior. Y este proceso se multiplicó a partir de 1976 cuando los siervos de satanás demócratas se hicieron con el poder hasta ahora, eso sí, metiendo a España en una deriva anticristiana que ha cercenado toda posibilidad de prosperidad material. Recuérdese que sin cristiandad no hay prosperidad.

Para que España pueda realmente ser libre de la influencia satánica (por lo de agenda 2030 y demás salvajadas anticristianas) de USA, UK, ONU, OMS, UE, OTAN, FMI, OCDE, Foro Davos, etc., precisa, aunque suene duro, un Lebensraum hacia Hispanoamérica y antiguas naciones de pasado español. De hecho, a esas naciones también les conviene la unidad con España. Una vez unida la Cristiandad-Hispanidad, empezando por un ejército fuerte intercontinental, algo que conviene a la inmensa mayoría de los 600 millones de hispanoablantes, entonces comenzaría una prosperidad con soberanía frente a la esclavitud de todas esas organizaciones internacionales sometidas a USA y a poderes masónicos, judíos y anticristianos principalmente angloparlantes. Evidentemente, tiene que ser un Lebensraum fundamentado en valores profundamente católicos, cristianos, que es el elemento de cohesión imprescindible. Es decir, la Palabra de Cristo llevada a ley generalizada. Se trataría de lograr una unidad de naciones hispanohablantes bajo un régimen autoritario católico como el de Franco, de prosperidad generalizada, especialmente para los más pobres de todos los lugares. Los misioneros deberían cobrar autoridad en ese nuevo régimen, pues el poder ha de ser ejercido por el que es esclavo o siervo de los demás. Con una unidad semejante, bajo un régimen católico y patriota de Cristiandad-Hispanidad, es seguro que los recursos se aplicarían eficientemente para lograr una prosperidad generalizada del mismo modo que se hizo en España entre 1939 y 1975, solo que a una escala intercontinental (se debería incluir a Guinea Ecuatorial, Sahara, Filipinas y archipiélagos oceánicos). No obstante, a esto se oponen desde fuera y dentro del ámbito de la hispanidad innumerables políticos satánicos que solo persiguen su beneficio y el de sus grupos de presión, tanto de derechas, como de izquierdas, como las personas que a ellos se han vendido por un plato de lentejas. Tendría que lograrse dicha Cristiandad-Hispanidad como aquí en la Cruzada 1936-1939, contando con los más cristianos elementos de todas las naciones. Pero con democracia eso es totalmente imposible. La democracia hará a todas las naciones hispanohablantes y a España, esclavas de todas esas organizaciones satánicas.

Hakenkreuz

Democracia es, literalmente, «gobierno del pueblo». ¿Y quién es «el pueblo»? (parece una pregunta tonta, pero los cultos saben bien que «el pueblo» no es lo mismo para los bolcheviques, p. ej., que para los cristianos). Si el pueblo somos todos los mayores de x años, la democracia es sencillamente imposible, luego es un engaño, una mentira y una manipulación que hay que desenmascarar y suprimir.

Entonces, ¿qué hacer? Pues teniendo en cuenta que lo que el autor del artículo escribe es mayormente cierto, no votar bajo ninguna circunstancia, porque el demonio (los rojos y antiespañoles) no hacen bueno a Judas Iscariote (PP) o Caifás (VOX). Si el rechazo a las urnas supera el 50%, el actual régimen criminal y corrupto quedaría deslegitimado, que es lo que debería suceder. Además, votar, implica algo así como anular la conciencia, pues todos los políticos son enemigos de Dios, todos mienten, manipulan, engañan, son hipócritas. Esa es la clave. La política no es caridad (principal virtud teologal sin la cual nada vale ni la fe ni la esperanza), sino mentira. Y la mentira es demoníaca, viene de su padre, satanás. Por eso no se debe votar si se estima la salvación eterna y a Jesucristo, que vino al mundo para «dar testimonio de la Verdad», no de la mentira. Por eso creo sinceramente que votar tiene mucha más trascendencia de lo que el votante no precisamente mal intencionado pueda creer. El acto de votar es un acto idolátrico, un acto de confianza en el engaño y la mentira, es confiar en el demonio como hicieron Eva y Adán, un acto que puede traer consecuencias eternas para el que ejerce ese acto (no diferente al de quemar incienso a los emperadores romanos desde Nerón en adelante, p. ej.) si no se arrepiente de ello antes de morir. A nada bueno puede conducir el voto, especialmente si se cree en Dios, en la vida eterna y en lo que nos han transmitido Apóstoles, santos y santas de todos los tiempos. Es lamentable que hoy se de más crédito a un ídolo líder político que a un santo o santa cualquiera. Algunos alegan que si no vamos a votar, será el triunfo absoluto del mal, como si Dios no tuviese nada que decir, como si el abandono en la divina providencia fuera una insensatez, como si la Iglesia fuera a ser destruida a pesar de lo que el mismo Señor nos prometió y ha venido cumpliendo frente a todo tipo de peligros, como si nunca hubiese habido mártires que se negaron a apostatar incluso bajo pena de muerte (y creo que en España deberíamos saber todos algo de esto. Tenemos innumerables ejemplos de la Cruzada de los años treinta, en la que no se conoce una sola apostasía). Por tanto, no hay excusas para ser valiente (católico verdadero). No ir a votar es no votar a satanás y sus vástagos ni bajo amenaza de muerte en primer lugar, por lo que no es admisible eso de que «un no voto es un voto para el contrario». No se puede engañar diciendo que «o con los rojos o con los ricos, con la izquierda o con la derecha». Eso es terror, terror espiritual hereje y blasfemo. La elección es con Cristo o contra Él. Y quien está con la Verdad, independientemente de que todos seamos malos y pecadores, no puede tolerar en lo más mínimo la mentira, venga de quien venga. La radicalidad es exigida. Estamos perfectamente avisados, que luego nadie diga que no sabía. Hoy no se vota por valores, ni por ideología, ni por «amor», sino por un plato de lentejas que puede salir eternamente caro.

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