24/11/2024 03:21
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Escuchando a los candidatos de los distintos partidos políticos (a excepción de VOX, único candidato de Cataluña por  España) que aspiran gobernar la Generalidad de las provincias catalanas en representación del Estado (eso, que no se olvide), pareciera como la cosa más natural en voz de  algunos de ellos y ellas, expresarse desvergonzadamente, sin temor a esperar ningún tipo de admonición por parte de la autoridad nacional, ni por parte de la Junta Electoral; amenazando con interpretar de nuevo, en contra de más del 50% de los catalanes, y en contra de la inmensa mayoría del resto de españoles, proclamar la República  y rompiendo la unidad territorial de España, llevar a cabo su independencia a los patrióticos, a la vez de armoniosos acordes de la flauta y el tamboril de Bartolo.

De entre las nueves candidaturas que se presentaron ayer, día 14 de febrero (día de San Valentín) solamente dos, Carlos Carrizosa, por Cs e Ignacio Garriga, por VOX, lo hicieron con la sana intención de participar en la acuciante labor de recomponer la imagen de Cataluña que, maltratada por el separatismo, se ha visto fuera de nuestras fronteras.

Ellos, con muy distinta suerte, han sido los únicos que con limpieza de corazón y amor a esa tierra, Cataluña, han demostrado empeño en colaborar a rescatarla de la ruina a la que seres infectos como los Pujol, su «mariachi» Arturo Mas, el prófugo Puigdemont, Torra y un gran elenco de sinvergüenzas emboscados bajo la protección de la que hicieron su personal Generalidad, euro a euro, la fueron empujando.

Desgraciadamente, ante los resultados obtenidos no parece que el nublado sobre el Cielo de Cataluña haya desaparecido. La única noticia positiva es la aparición de VOX, como el 4º más votado, lo que parece no gustar a la extrema; a la verdadera; la indiscutiblemente auténtica extrema derecha enquistada en Cataluña. Extrema y racista derecha, en la que milita un gilipollas que así se expresa: «una desgracia como país y es que tenemos 11 diputados de ultraderecha en el Parlament y el primer diputado, como dirían ahora los cursis «racializado», que va a presidir un grupo en el Parlament de Cataluña. Es decir, como diríamos toda la vida, un negro será de ultraderecha. Lo cual considero un fracaso».

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Eso, dicho por tertuliano de Televisión Española, por lo que nadie protestó -menudo ganao- ocurrió ayer para entretener a los necios y necias que le acompañaron mientras duró el escrutinio de votos. ¿Quién es ese gilipolles? habrá quienes pregunten. Pues un  separatista catalán, Bernat Dedéu, filósofo, protegido por esta mierda de Democracia -dar por seguro- por lo que no irá más allá de lo que pudiera ser una tormenta en un bidé. Pero ¿y si se le hubiera  ocurrido a un miembro de la cúpula de VOX, en cuanto a un candidato de cualquiera de los otros ocho partidos?  Vosotros y yo lo sabemos de sobra. Eso habría dado lugar a la apertura de las mazmorras del Alcázar de Segovia, para introducir en ellas a los blasfemos mandos de ese partido, nido de racistas, xenófobos, homófobos y machirulos, con Santiago Abascal a la cabeza, y a todos los votantes de VOX que así se declararan.

El hecho cierto es que con la candidatura de Ignacio Garriga a la Generalidad de Cataluña, VOX ha tapado la bocaza a muchos cabrones que, aunque disimulando con el afeitado de su rizada  cornamenta, ahora ya no podrán engañar al gentío nacional acusando a VOX (más de 217.000 catalanes lo avalan) de ser un partido racista.

Ya solo nos queda a los españoles esperar a ver lo que se le ocurre al «trilero Sánchez», para que gane su «burro de carreras». ¿Será con aquello de Montilla y Carod-Rovira? Ya se verá.

Autor

Eloy R. Mirayo
Mi currículum es corto e intranscendente. El académico empezó a mis 7 años y terminó a mis 11 años y 4 meses.
El político empezó en Fuerza Nueva: subjefe de los distritos de C. Lineal-San Blas; siguió en Falange Española y terminó en  las extintas Juntas Españolas, donde llegué a ser presidente de Madrid.