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Punto 1- El socialcomunismo desde un punto de vista teórico es inasumible por defender, en aras de un supuesto bien común, un sistema sociopolítico de carácter colectivista, caracterizado por la existencia de un Estado omnipotente que controla los recursos económicos y la distribución de la riqueza y por la supresión de la libertad individual y la propiedad privada por considerarlos elementos perturbadores que tan solo contribuyen a la desigualdad social. A su vez, desde un punto de vista práctico el socialcomunismo es indefendible, ya que los datos empíricos nos indican de forma irrefutable que aquellos países donde ha triunfado se han convertido indefectiblemente en grandes campos de concentración donde reinan la represión, la corrupción y la miseria.
Por su parte, el liberalismo político, también en la búsqueda del bien común, defiende la democracia, el libre mercado, la libertad individual y la propiedad privada, elevando al individuo a la categoría de ciudadano, de tal forma que cada persona no solo está habilitada para desarrollar su propio proyecto vital, sino que también tiene la posibilidad de participar de manera activa en los procesos que determinan el devenir de la sociedad. Así, en líneas generales el liberalismo político constituye un proyecto emancipador en el que el individuo deja de estar subordinado al Estado para convertirse, más allá de la influencia siempre presente del azar, en el protagonista de su particular odisea existencial.
Como es sabido la izquierda esta ideológicamente adscrita al socialcomunismo, mientras que la derecha esencialmente defiende los postulados liberales.
Punto 2- Parecería razonable que las personas de izquierdas, sobre todo tras la caída del Muro de Berlín y el hundimiento de la Unión Soviética, tuvieran al menos un cierto grado de contención al manifestar su rechazo a las políticas liberales. Sin embargo, particularmente tras su reinvención mediante lo que se ha dado en llamar neomarxismo identitario -el cual sustituye la lucha de clases por la lucha de identidades para así mantener encendida la llama de la división y el enfrentamiento social-la izquierda permanece inmersa en una interminable batalla de agitación y propaganda, basada en la falsificación de la realidad y la descalificación del enemigo político. Así, hemos podido comprobar, con particular virulencia desde que Pedro Sánchez llegó al poder, cómo desde las filas socialcomunistas se ha insultado de forma permanente a los políticos y simpatizantes del PP y Vox, tildándolos de fascistas, reaccionarios, retrógrados, racistas, machistas y homófobos o se ha difamado a Alberto Núñez Feijóo vinculándolo con el narcotráfico y acusado a Isabel Díaz Ayuso de tráfico de influencias, en ambos casos sin prueba alguna y faltando a la verdad. A su vez, hemos podido ver como en las algaradas de la izquierda se quemaban banderas de España, se guillotinaba a la figura del rey Felipe VI, se apaleaba un muñeco de Isabel Díaz Ayuso o se apedreaba a los líderes de Vox sin que por parte del Gobierno socialcomunista se tomara medida alguna para castigar dichos hechos por ser constitutivos de un delito de exaltación y práctica de la violencia.
Punto 3- Desde su llegada al poder P. Sánchez, mintiendo sistemáticamente a la ciudadanía, ha llevado a cabo una acción de gobierno consistente en indultar y finalmente amnistiar a los golpistas catalanes, blanquear al terrorismo etarra, excarcelar a violadores y pederastas, favorecer la ocupación de viviendas y la inmigración ilegal masiva, colonizar las instituciones del Estado, socavar la independencia del Poder Judicial, suprimir la separación de poderes, abolir el Estado de Derecho y degradar la democracia, realizando además todo ello en medio del endeudamiento desmesurado del Estado y el crecimiento brutal de la pobreza y el paro. Obviamente, el votante de izquierdas, incapaz de defender argumentalmente las políticas implementadas por el Gobierno socialcomunista, se ha visto obligado a refugiarse en un murmullo apagado que no hace sino reflejar su indigencia moral.
Punto 4- Santiago Abascal, en un acto que tan solo a puesto de manifiesto su capacidad analítica y su valentía discursiva, ha manifestado públicamente todas y cada una de las tropelías y desmanes cometidos por el Gobierno socialcomunista y, a partir de un proceso de legítima especulación inductiva, ha llegado a la conclusión de que de seguir así las cosas no debería sorprender a nadie que más pronto que tarde el pueblo español, como ya ha ocurrido en otras épocas de la historia, acabe reaccionando y quiera “colgar a P. Sánchez por los pies”. Pues bien, ante esta metafórica aseveración la izquierda política, social y mediática ha salido de las cloacas donde reside para atacar como lo haría una jauría de hienas al líder de Vox, acusándolo de incitación al odio, cuando son ellos los que, desde el rencor infinito, no hacen otra cosa que promover la confrontación entre españoles. Ello no debe extrañar a nadie, ya que secularmente la izquierda, ante sus carencias conceptuales y sus deficiencias prácticas, tiene como norma de actuación recurrir a la descalificación insultante en sustitución del debate constructivo.
Más sorprendente resulta que la derecha tanto política como mediática, chapoteando en su mar de complejos (con excepción de Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo), también se haya sumado a las críticas a S. Abascal, acusándolo de favorecer a P. Sánchez por propiciar con sus declaraciones un clima de enfrentamiento en el seno de la sociedad, olvidando, parece ser, que la izquierda no solo pretende levantar un muro que divida al pueblo español, alentando de esta forma un guerracivilismo que hace no mucho parecía afortunadamente superado, sino que además el psicópata monclovita está en vías de culminar un “Golpe de Estado”, que tiene como objetivo final el derrocamiento de la monarquía parlamentaria y la instauración de una dictadura socialista de carácter bolivariano.
Conclusión- Son tiempos extremadamente complejos por estar en riesgo la unidad de la nación española, el imperio de la ley, los derechos y libertades individuales y la prosperidad de las futuras generaciones. Para hacer frente a esta gravísima situación es necesario alentar la cruzada ciudadana ya iniciada en todos los rincones de España, sabiendo que no serán los tibios de espíritu los que conducirán al pueblo español a la victoria, sino que han de ser personajes como S. Abascal los que, desde la solidez moral, la solvencia intelectual y la determinación combativa, han de liderar la batalla cultural y social frente a la barbarie socialcomunista.
Autor
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Rafael García Alonso.
Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Medicina Preventiva, Máster en Salud Pública y Máster en Psicología Médica.
Ha trabajado como Técnico de Salud Pública responsable de Programas y Cartera de Servicios en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria, llegando a desarrollar funciones de Asesor Técnico de la Subdirección General de Atención Primaria del Insalud. Actualmente desempeña labores asistenciales como Médico de Urgencias en el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
Ha impartido cursos de postgrado en relación con técnicas de investigación en la Escuela Nacional de Sanidad.
Autor del libro “Las Huellas de la evolución. Una historia en el límite del caos” y coautor del libro “Evaluación de Programas Sociales”, también ha publicado numerosos artículos de investigación clínica y planificación sanitaria en revistas de ámbito nacional e internacional.
Comenzó su andadura en El Correo de España y sigue haciéndolo en ÑTV España para defender la unidad de España y el Estado de Derecho ante la amenaza socialcomunista e independentista.
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