Ramón Espinar, más conocido por ser socio fundador de Podemos en 2014 junto a Pablo Iglesias y otras figuras que destacan por su carácter gaznápiro y donillero, ha proferido hace pocos días otra de sus deyecciones vocales, en la cual insiste en su ansia por dinamitar la Cruz del Valle de los Caídos. Este individuo, que no pasará a la historia por ser Regius Professor Emeritus, se decida a soltar este tipo de sandeces y baldragas en los programas de televisión. Con la intención de que no vuelva a hacer el ridículo, le voy a explicar cómo se desarrolló la construcción del conjunto escultórico del Valle de los Caídos:
Ramón, en tu fementida persona, haces gala de los más simples y manidos tópicos que la izquierda en general aplica a la construcción del Valle: que fue el culmen del universo penitenciario franquista, que los penados empleados eran esclavos sometidos a humillación y explotación constantes, que llegaron a alcanzar la cifra de 20.000 presos para la faraónica obra y que la Iglesia participó como medio de adoctrinamiento a los presos.
Ahora te vamos a contar la verdad, para que la próxima vez que te refieras al asunto lo hagas con más cautela y precaución. En la construcción de todo el conjunto arquitectónico del Valle se practicó el régimen de redención de penas. Hecho que fue, además, clave en todo el sistema penitenciario del franquismo. Este sistema dejó en evidencia la intención del Estado de liberar la mayor parte de presos para conseguir la normalidad social lo antes posible.
El Estado le ofrecía al penado la redención de un día de condena por un día de trabajo, para ir ampliando ésta hasta en seis días de redención por cada día trabajado. Aparte de esto, los reclusos tenían un sueldo, además de su manutención, cuya cuantía iba en función de su situación familiar: mujer sin medios e hijos menores. Y, es más, el sueldo que se les daba era muy similar o igual al de los trabajadores libres que también atendían la obra; no era mísero. A partir de 1941 se empezó a colocar a los hijos de los penados en colegios concertados con las Juntas Locales. En este año, 4.000 niños, hijos de presos, fueron escolarizados. La ayuda para sufragar los gastos la aportaba el Patronato Central para Redención de Penas en el Trabajo (PRCP).
Con respecto al número de presos, que es uno de los alegatos más practicados por la izquierda para denigrar la labor del Valle, aludiendo a que la cifra ascendió a 20.000 presos forzados, tenemos que decir que el número más alto alcanzado fue de 800 presos. Esta cifra no se supera en los documentos encontrados, siendo el del 1948 el más completo con los nombres de todos los empleados en el Valle durante ese año. En el año 1950, y según la declaración del arquitecto Diego Méndez, quedaban 46 presos en las obras y al poco tiempo fueron liberados. Cuando se habla de forma estólida y torticera de los miles de presos, nunca se hace distinción entre trabajadores libres y penados y, dentro de éstos, entre presos políticos y comunes.
Es muy difícil conocer el número real de presos que trabajaron en la construcción por la duración de la obra, por llevarse a cabo por contratas y por la rotación de los obreros. Hay que tener en cuenta que muchos de ellos permanecían en la obra incluso después de ser libres. La obra total duró casi veinte años, pero los presos solamente trabajaron allí entre 1943 y 1950; por lo que en ocho años es imposible que las cifras se pudiesen acercar a los 20.000.
La cifra más alta de trabajadores totales, dato que se comprueba en el Archivo Histórico del Valle es de 1.278 trabajadores en noviembre de 1948. Y repito, trabajadores totales: libres más presos.
Continuamos ahora con otra de las falsedades mayormente extendidas, que es el estado de esclavitud en el que se desarrollaron las obras. Ramón, si no quieres que te tachen de farfante y ganapán, atiende a lo que voy a exponer a continuación. Los presos que trabajaban en el Valle de los Caídos tenían que solicitar el traslado voluntario y acogerse al sistema de redención de Penas. ¿Cómo te has quedado?, imagina la situación: debían cumplimentar una instancia con sus datos, la causa de la condena y la prisión donde estaban, que enviaban al Ministerio de Justicia. Por este motivo, podemos decir con libertad y seguridad que nadie fue llevado al Valle en situación forzosa. El Patronato Central para la Redención de Penas tramitó millares de solicitudes, siendo el Valle de los Caídos una especialmente solicitada. ¡Cuánto habrían deseado los reclusos forzados del Gulag de Stalin vivir en condiciones similares!, ¿no crees Ramón?
Cuando en 1950 se decide que ya no trabajen más penados en la construcción, gran parte de los que habían sido liberados decidieron quedarse en la obra junto a sus familias. Allí cobraban sus jornales en función de su categoría profesional. Los médicos que asistían en el Valle también eran condenados; uno de ellos, el doctor Lausín, llegó a cobrar más que otros colegas suyos en otros trabajos de Patrimonio Nacional. Otro doctor, junto al practicante y al maestro de escuela, llegaron a ser funcionarios del Estado en el Consejo de Obras del Monumento Nacional a los Caídos, y también entraron como penados.
Algunos presos llegaron a ser jefes de equipo con categoría superior al de trabajadores libres. Está perfectamente documentado en sus jornales, seguros sociales, pagas extraordinarias, gratificaciones, etcétera.
El sistema de redención de Penas del Valle llegó a admitir que a presos que estaban condenados a muerte se les condonase la pena a treinta años de prisión y, con el sistema de redención de seis días por uno trabajado, a los seis años fuesen libres.
Las condiciones de vida de los trabajadores penados en el Valle eran impensables en cualquier otro tipo de prisión. Los trabajadores vivían con sus familias dentro del recinto de Cuelgamuros. Había escuela gratuita para los niños y era obligatorio que todos los comprendidos entre seis y catorce años, se registrasen con la finalidad de que pudiesen cursar bachillerato, que lo hacían en el Instituto San Isidro de Madrid. Cabe destacar, que la mayoría acababa con resultados sobresalientes.
Hubo, incluso, familias que acogieron a familiares dentro del recinto, como sobrinos o ancianos, porque, aun viviendo en régimen penitenciario podían sostener mejor a esos familiares que si se quedaban en sus lugares de origen. Ramón, ¿sigues pensando que el Valle de los Caídos tuvo alguna similitud con el Gulag soviético o los campos de exterminio nazi? Claro que no, confío en tu capacidad receptiva, de mercachifles está el mundo lleno, evítalos.
El último de los mantras habituales de la izquierda facinerosa, reaccionaria e iletrada es el número de muertos que se produjeron durante las obras del Monumento. Incluso se ha llegado a decir que los enterraban entre los escombros y que sucumbieron por la falta de medidas de seguridad. Dejan la cifra en el aire diciendo que debieron ser miles. Pues bien, te voy a ilustrar como sigue: el primer muerto en la obra fue en 1948, tras ocho años de construcción. Está perfectamente documentado, se llamaba Alberto Pérez Alonso, y causó tanta angustia que se solicitó al Ministerio de Gobernación, una vivienda en Madrid para la viuda, Jerónima Díaz Organista. Datos de defunciones provocadas por la obra del Valle, no figuran más de una veintena. Luego de ahí, a los miles que pretende la propaganda de los medios de comunicación afines a vuestra causa dista mucho.
La nueva “Leyenda Negra” contra el Valle de los Caídos la inició el ínclito ex Presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero –ahora muy comprometido en defender dictaduras bolivarianas- con su Ley de Memoria Histórica de 2007. La ha continuado y magnificado el excelso Pedro Sánchez Pérez-Castejón con su Ley de Memoria Democrática de 2022. Aunque ellos no lo crean, la verdad prevalecerá ante cualquier ley abyecta, éstas caerán y con ellas sus promotores.
Como conclusión cabe decir que el Valle de los Caídos nunca fue construido como mausoleo para Franco, esto es una simpleza digna de insensatos robaperas. Lo que está en juego es la libertad individual que nos garantiza la Constitución. El odio hacia lo cristiano les hace cebarse con la Cruz del Valle, por ser la más grande del mundo y, por ser el símbolo del único gobernante europeo que derrotó al comunismo en el siglo XX.
A modo de corolario, me gustaría extraer ciertos términos que he empleado a lo largo del relato. Son términos que se empleaban en la literatura del Siglo de Oro español – la de Cervantes, Lope de Vega, Quevedo y otros tantos-, el más prolífico que se haya conocido Ramón. Lo hago por ti, para que amplíes tus conocimientos y después de esta lectura, además de conocer la verdad sobre el Valle de los Caídos, hayas aumentado tu formación cultural. Pero, ¡ojo!, no los emplees para ofender a tus adversarios, yo no los he utilizado con esa intención.
Glosario de términos:
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Gaznápiro.- palurdo, simplón, torpe.
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Donillero.- fullero.
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Baldragas. – inusualmente simple.
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Fementida.- falsa o engañosa.
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Estólido.- falto de razón; necio.
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Farfante.- parlanchín.
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Ganapán.- tosco, paleto.
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Mercachifle.- mercader de poca importancia.
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Robaperas.- individuo de poca valía.
José Carlos Sacristán
Colaborador de Enraizados
Autor
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Autor del texto: bastante interesante.
Sobre el tema de los prisioneros que trabajaron en la construcción del Valle de los Caídos (entre otras cosas) te ha faltado nombrar la historia de «El Matacuras»!
Saludos!