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Hoy sábado día 10 de septiembre, a las ocho de la tarde en España, se celebrarán actos públicos en varias ciudades, en los que se leerá un manifiesto elaborado por médicos y científicos de todo el mundo para hacer una declaración de crisis médico-sanitaria sin precedentes, debido a la inmensa cantidad de muertes y efectos adversos graves asociados a las mal llamadas vacunas covid.

Dicha iniciativa, en la que se leerá un manifiesto sencillo y contundente, consensuado entre todos los participantes, se realizará simultáneamente en 36 países, la mayoría de los países de Europa y América del Norte, Centro y Sur, incluyendo Rusia y Estados Unidos, pero también Israel, la India, Sudáfrica y Australia.

Esta declaración y manifiesto creemos que es necesario hacerla precisamente en estos momentos, en los que sin explicar el tremendo exceso de mortalidad ocurrido en nuestro país en lo que va de año, especialmente en el verano, así como en Portugal y otros países en los que las tasas de vacunación covid son mayores, se nos ofrece por parte de las autoridades sanitarias la inoculación de una cuarta dosis, eso sí, “adaptada” según dicen a las nuevas variantes viralesy, por supuesto, solo autorizada por la vía de emergencia. Ahora nos enteramos de que a pesar de gripalizar el covid y de que hay tratamientos probados y aceptados por los CDC como la ivermectina (sí, no han tenido más remedio que aceptarlo) todavía estamos en emergencia.

Según los datos oficiales, entre mayo y julio de 2022, han muerto en exceso sobre lo esperado 3110 personas por calor, algo imposible porque el máximo histórico reportado nunca ha superado los 40 casos (claro que si se cuenta como muerte por calor un infarto mientras tomas el sol en la playa…), 5620 personas por covid (¿vacunados?) y 10271 sin explicación.

 Explicaré a continuación por qué las nuevas vacunas covid son un nuevo fraude pero, lamentablemente, me temo que será tarde para nuestros ancianos y discapacitados recluidos en residencias, así como para los llamados “grupos de riesgo” que son, precisamente, aquellos en quienes no se han estudiado estas “vacunas” y por sus patologías de base, los que más sufrirán los efectos adversos de la inflamotrombosis vacunal.

A este respecto quiero citar al dr Paul Offit, Pediatra y Director del Centro de Educación sobre Vacunas, asesor desde hace años de la FDA, que ha sido muy crítico con la nueva vacuna bivalente, supuestamente adaptada a las nuevas variantes: “Estos productos no fueron puestos a prueba en ningún humano, solo en ratones, en ocho ratones para ser precisos.”

El mismo dr Offit, profesor de enfermedades infecciosas pediátricas en la Universidad de Pensilvania dijo también que “el apaño estaba hecho”, dando a entender que las deliberaciones del comité asesor de la FDA son una farsa y la prueba es que más de un mes antes de que cualquier agencia reguladora diera el visto bueno a las nuevas vacunas covid, el gobierno federal encargó 105 millones de dosis de Pfizer y 66 millones de dosis de Moderna.

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Es también sorprendente la coordinación que existe en torno a las vacunas covid, porque  los CDC dieron su aprobación para empezar el programa de vacunas el 1 de septiembre y ese mismo día las agencias sanitarias de Canadá, Suiza y la U.E. también autorizaron los nuevos programas de refuerzo, el Reino Unido lo hizo casi simultáneamente y además, con la promesa de grandes bonificaciones a los médicos si consiguen vacunar a todos los ancianos en residencias antes del 23 de octubre.

¿Cómo fue posible tanta coordinación? pues según la dra Meryl Nass: doblando las reglas, creando un nuevo libro de normas regulatorias y sin obtener ningún dato humano para las nuevas vacunas.

A pesar de que no se ha facilitado información sobre las causas de muerte asignadas a dicho exceso, así como a las franjas de edad y el estado de vacunación covid (datos solicitados al Ministerio de Sanidad por la asociación Liberum), existen al menos seis estudios estadísticos serios (pueden consultarse en referencias en la página de Steve Kirsch) que, basándose en datos obtenidos de los sistemas de notificación como VAERS, tarjetas amarillas del MHRA o Eudravigilance y las tasas de vacunación por países, establecen una correlación innegable y contundente de las muertes con las vacunas covid, lo que exige al menos, una exhaustiva investigación. Pero en vez de ello, nuestras autoridades sanitarias y todas las instituciones miran para otro lado o intentan sembrar la confusión con declaraciones vagas de supuestos expertos o periodistas comprados.

Generalmente se sospecha que una muerte está relacionada con la administración de un fármaco o vacuna si ocurre en las dos semanas posteriores a su administración y a pesar de que esta correlación se da con las vacunas covid, hay un pico mucho mayor de mortalidad en torno a cinco o seis meses después de la inoculación, como demuestran los estudios citados y que casualmente, es cuando Pfizer cegó el ensayo clínico inicial porque ya empezaba a haber más mortalidad en el grupo vacuna que en el grupo control. Y esto para una vacunación covid consistente en dos dosis, porque para los refuerzos el plazo podría ser menor, ya que se ha observado que la inmunidad negativa, es decir la mayor susceptibilidad a infectarse y sufrir un síndrome covid, se produce en un periodo de tiempo cada vez más corto tras cada inoculación de refuerzo.

Según el artículo de NEJM

«Se ha demostrado que el aumento de los títulos de anticuerpos neutralizantes, así como la eficacia clínica, disminuyen cuatro meses después de una inmunización con un tercer ARN mensajero. Después de una inmunización con un cuarto ARN mensajero, se ha informado que la protección contra la infección con SARS-CoV-2 omicron disminuye después de sólo 4 semanas”.

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Por otra parte el virólogo experto en vacunas Geert Vanden Bossche, quien ya advirtió que la vacunación covid masiva daría lugar a la aparición de nuevas variantes y a perpetuar la epidemia, como así ha ocurrido, vuelve a advertir de los graves riesgos que supone vacunar con ARN de las nuevas variantes a una población ya altamente vacunada, por el riesgo de generar anticuerpos potenciadores de la infección, (parece evidente que por eso no se ha probado en humanos vacunados). Según este experto, lo que se pretende con las nuevas vacunas bivalentes viola todos los principios básicos de la vacunología.

A partir de los datos obtenidos de los sistemas de notificación, las muertes retardadas por vacuna se deben principalmente a derrame cerebral (ictus), paro o ataque cardiaco (miocarditis e infartos) cáncer de rápida evolución (de todo tipo) y suicidio. Sí, también suicidio, porque las vacunas covid pueden afectar gravemente el psiquismo por la neuroinflamación que provocan y eso sin contar los estados de anergia incapacitante que llevan a muchos enfermos a la desesperación.

Lo más grave es que estos aumentos de mortalidad no se están dando simplemente en ancianos o personas con patologías previas como ocurrió en la primera ola de covid en 2020, sino muy especialmente en jóvenes (es alarmante el nº de fallecidos entre 18 y 55 años) e incluso en niños, después de la introducción de esta pseudoinmunización. Como es también alarmante el elevado nº de abortos y mortinatos, lo que junto con la disminución de las tasas de natalidad en todos los países más vacunados, merece también explicaciones de nuestras autoridades y exige una profunda investigación.

Pero aunque ya hemos superado en estos dos últimos años, gracias a las vacunas covid, el pico de mortalidad de 2020, en un par de años más se hará la media total (cada cinco años) y estas muertes quedarán sepultadas en la “Nueva A-normalidad”, ¿será esta novedad el morir por “vacuna”?

Autor

Doctora Albarracín
Doctora Albarracín
Estudió Medicina en la Universidad de Murcia, España. Es catedrática de Procesos Diagnósticos Clínicos, así como profesora de Bioquímica, Inmunología y Técnicas Instrumentales de Laboratorio. Tiene posgrados en medicina alternativa como homeopatía. Considera que todos los médicos deben unirse para combatir las supuestas falsedades de la pandemia y forma parte del grupo Médicos por la Verdad.