20/09/2024 06:50
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Bien es verdad que el tiempo pone a cada uno en su sitio y son hechos puntuales, por lo general problemas concretos, los que dan la medida de cada persona y la sitúan bien en el estatus de personas coherentes y confiables bien en esa bolsa común de los cuentistas sin fundamento, sujetos impredecibles e incluso agresivos, ya que la fuerza es la señal inequívoca de los débiles, de los impotentes e incapaces de buscar una salida razonada y razonable.

El elemento que aquí nos va hacer perder unos minutillos es el profeta de Marinaleda, un pueblo estepario como escenario ideal para un santurrón de tomo y lomo como es Sánchez Gordillo, alcalde de Izquierda Undida desde 1979, diputado andaluz con pañuelo palestino y todo, que la facha lo es todo en el teatro de la vida.

Su peaso de coche oficial lo lleva y trae varias veces al Parlamento de Andalucía (Sevilla), donde trabaja de diputado, que este maestro de escuela, oiga, okupando fincas, no una ni dos, sino en cantidades industriales, llegó a diputado, ¡qué arte, Gordi!

Bien es verdad que el tiempo pone a cada uno en su sitio y queremos comprobar las cosas al momento, cuando cada pájaro saca la patita a su tiempo, eso es matemático. Cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas, máxime cuando la vejez acentúa nuestra personalidad, haciéndola poco disimulable.

El caso que traemos hoy es para mearse y no echar gota. Veamos, pues, esta noticia que ha pasado desapercibida, pero que para mayor gloria de la historia marinaledense ha quedado fielmente recogida por nuestro amado diario, el diario ABC del 4/09/2020.

Una señora del pueblo (Marinaleda), Ana, acompañada de sus padres, reclama un puesto de trabajo en su Ayuntamiento y okupa el despacho del alcalde, el tal Gordillo, alcalde que pasados unos días ordena a la Guardia Civil el desalojo de su despacho y amenaza a los vecinos okupas que si no salen a instancias de la Guardia Civil, que entonces avisará a los boínas verdes.

¡Quillo, los boínas verdes para desalojar a una señora y a dos ancianos, valiente pájaro!: El santurrón, desde 1970 ocupando fincas a diestro y siniestro, soltando pestes de la Guardia Civil y ahora no es que la llame, sino que pretende emplear un comando antiterrorista para desokupar su despacho. Este es el profeta, el ilustrado, el dialogador…¿Dónde está esa trola del trabajo como derecho básico en toda persona?¿Tantos años de experiencia gobernando un pueblo que es una familia temerosa a los pies del gran padre y sólo sirven para emplear a los boínas verdes contra los vecinos del pueblo?

El cuento del okupa okupado.

Este es el cuento que las mamás de Marinaleda contarán a sus hijos para mostrar y explicarles la falsedad de la condición humana: “Había una vez alcalde que de joven fue okupa, que vivió una larga vida en este pueblo siendo alcalde y a costa de practicar y bendecir los parabienes de la okupación de fincas, llevándonos a todos a entrar en tierras que tenían su dueño, soportando los vecinos, entre ellos ancianos, las cargas de la Guardia Civil, todo para para contentar las órdenes del alcalde que vivía en una paranoia comunista, un delirio quijotesco. Entonces, pasado un tiempo, cuando el alcalde era viejecito y no tenía fuerzas para tanta okupación, viviendo días de relax sentadito horas y horas en su sillón municipal, entraron una señora del pueblo y sus padres en el despacho del alcalde para pedir trabajo e hicieron lo que él tanto les había enseñado: okupar…”

“¡Mi despacho no lo ocupa ni Dios!”, alguien creyó haber oído gritar eso al alcalde, pero es extraño que Gordillo, a la vejez, se haya convertido al cristianismo, aunque de estos elementos lo inimaginable se hace realidad con suma sencillez.

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Una vez multados y denunciados por un concejal, un subalterno de Gordillo, ante el temor de no poder pagar esa multa, porque no tienen dinero, abandonaron pacíficamente la dependencias pulcrísimas del reyezuelo cuentista, señor de las estepas, flagelador de latifundistas, pesadilla de señoritos cortijeros, seductor de limpiadoras municipales.

La madre de Ana, a la salida del antro, al aire puro de los espacios abiertos, mostraba gran coherencia y daba la talla de una mujer de bien: “Esto es vergonzoso, no se puede consentir que ahora el alcalde nos haga esto después de tantos años de lucha, de habernos metido 40 años por todos los sitios, ocupando tierras… porque lo que hay en Marinaleda lo hemos conseguido nosotros”.

 

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