10/09/2024 03:05
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Carla Toscano de Balbín. Católica practicante y madre de 2 hijos. Concejal y Portavoz Adjunta de Vox en el Ayuntamiento de Madrid. Diputada nacional en las XIII y XIV legislaturas. Fue portavoz de la comisión de Igualdad y de la Comisión de Violencia de Género. Antes de la política fue activista desde la sociedad civil por la defensa de la vida, la familia y contra la ideología de género.

¿Cómo hemos llegado a este punto en el que los gobernantes fomentan cada vez con más descaro programas para pervertir la infancia?

No hemos llegado a esto por casualidad, ha sido un largo camino. La ideología de género tiene sus orígenes en fuentes como Alexandra Kollontai, promotora del aborto y del amor libre; Alfred Kinsey, promotor de la hipersexualización y la pederastia y apoyado por la Fundación Rockefeller; su amigo y también promotor de la educación sexual, Wardell Pomeroy; Simone de Beauvoir, negacionista de la existencia de la naturaleza humana; Shulamith Firestone, promotora de la pederastia y del fin de la familia; Judith Butler, promotora de la teoría queer; Betty Friedan, Kate Millet, la Escuela de Frankfurt; Mary Calderone y Lester Kirkendall y un largo etcétera… Todos estos personajes sentaron las bases, pusieron las semillas de una ideología que busca la destrucción de la sociedad como la conocemos hasta ahora para crear una sociedad nueva.

Se destruye una sociedad destruyendo a los seres humanos que la integran. Si quieres una sociedad de esclavos, de seres alienados que no piensen y obedezcan; si quieres el poder absoluto, tienes que destruir lo que hace a la persona serlo; tienes que destruir su esencia, su alma. Y eso es lo que hace la ideología de género.

Suelo decir que ésta es una revolución de arriba a abajo porque no estamos hablando de cambios sociales o más bien antropológicos que los ciudadanos necesitaran o demandaran, no. Es una revolución que se ha planificado cuidadosamente desde arriba, como la Conferencia Mundial sobre la Mujer de Nairobi en 1985, la de Población de El Cairo en 1994, la de Pekín 1995 sobre Mujeres, la declaración de los Principios de Yogyakarta en 2007… es un plan, una agenda perversa de Naciones Unidas y otros agentes supranacionales para cambiar el mundo. De aquí seguimos hacia abajo, hacia los Gobiernos de los estados, que, especialmente en Occidente, aplican esta estrategia sobre los ciudadanos, a través de leyes, de propaganda y de adoctrinamiento, y aquí llegamos a los niños.

La infancia es una herramienta esencial para la ingeniería social. Lo que transmitamos a los niños ahora determinará la sociedad del mañana, por eso los niños son tan importantes como instrumento de la izquierda y de la ideología de género. Los niños son puros, moldeables… aceptarán la mentira que supone esta ideología antinatural y acientífica sin rechistar porque los niños, por su inocencia, creen lo que se les dice. Confían.

Hace años hubiese sido impensable ni siquiera pensarlo, pero lo cierto es que la revolución va minando poco a poco los cimientos de todo orden y toda moral…

La revolución de la ideología de género consiste esencialmente en hacernos creer que lo bueno es malo y que lo malo es bueno. “Nunca el Mal ha tenido una ocasión tan propicia para fingir que lo que hace son las obras del Bien”, decía Bernanos, porque el gran triunfo es haber logrado confundir el Bien con el Mal, demonizando conceptos que son buenos para la persona -y demonizando al que hable de la Verdad- y promocionando como positivos conceptos destructivos para la persona.

De esta forma, se ha conseguido que se demonice el matrimonio, el amor romántico, la familia “tradicional”, la fidelidad y el autocontrol sexual. Todos estos conceptos se venden como fuentes de opresión que limitan nuestra libertad. Se ha llegado incluso a considerar que la propia naturaleza oprime, y por eso hay que romper sus cadenas auto reconstruyéndonos en la persona del sexo que nosotros queramos. La realidad biológica oprime, la heterosexualidad oprime, la castidad oprime, el amor oprime, el deber oprime, la religión oprime… Dios oprime. Éste es el mensaje, y esta ideología, a través de propaganda, de leyes, de Gobiernos y de organismos internacionales, han venido para liberarte.

Y el lenguaje es un elemento clave: uno de los conceptos básicos con el que más han engañado es el de libertad. Bajo la bandera de la libertad han impuesto una dictadura global que castiga a todo el que se oponga a sus postulados; bajo la bandera de la libertad corrompen a nuestros hijos pisoteando los derechos de los padres y de los niños; bajo la bandera de la libertad atacan la realidad biológica para que el individuo sienta que puede ser lo que quiera, ser como Dios; bajo la bandera de la libertad puedes eliminar a otros seres humanos que “estorben”, como un hijo no nacido o un anciano o un enfermo; bajo la bandera de la libertad te hacen cautivo de tus caprichos, de tus pasiones, para que conceptos que antes se consideraban universalmente buenos, como el matrimonio, la familia, la monogamia, la fidelidad, la pureza, queden desprestigiados. En nombre de la libertad te han hecho esclavo.

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Es curioso ver como las ideologías no tienen escrúpulos en radicalizar sus postulados disolventes si no encuentran apenas oposición…

Hay oposición, pero no la suficiente. Como he explicado antes, esta ideología viene de organismos supranacionales; son ellos los que tienen la sartén por el mango. Tienen poder, dinero y voluntad para imponer su agenda y castigar al disidente, como hemos visto en el castigo de la Unión Europea a Polonia y Hungría por no aplicar la agenda de género.

Pero aún no hay oposición suficiente. En muchos países hay grupos políticos, activistas y personas anónimas que, cada uno en su medida, dan la batalla para frenar esta locura y para defender a la infancia y a la familia. Pero sinceramente pienso que no es suficiente. La sociedad en general, las personas de bien, tienen que reaccionar y levantarse del sofá. Y tienen que enterarse de lo que está pasando. Tienen que ser conscientes de lo que proponen e imponen los partidos a los que votan, porque me consta que hay muchas personas buenas que, sin ser conscientes de la ideología que promueven, votan a un Partido Popular que sigue al pie de la letra las políticas de género de la izquierda. Creo que votar es un derecho que implica un deber: informarse para conocer la verdad.

¿Por qué es grave mancillar la inocencia de los niños bajo la bandera de la supuesta libertad sexual?

El sexo es un elemento clave para la alienación del hombre, como señalaron Unwin o Huxley. Cualquier ideología que quiera apropiarse del alma del hombre, que quiera cambiar las dinámicas sociales e invertir la escala de valores para construir un mundo de caos, debe recurrir al sexo como herramienta fundamental.

Y más aún, para que esta revolución tenga éxito a largo plazo hay que empezar por los niños, que además van a aceptarlo todo sin cuestionamientos.

Corrompen sexualmente a los niños activando sus impulsos sexuales desde muy pequeños. Por eso les animan a la masturbación, a los “juegos” eróticos, les hablan de las distintas orientaciones e identidades sexuales… así consiguen niños hipersexualizados y en un estado de absoluta confusión sobre su orientación sexual y sobre su identidad. Y nada de esto sale gratis: la sexualización de los niños les causa daños psicológicos que muchas veces llevan a la depresión y al suicidio, al bajo rendimiento académico y a auténticos trastornos de la personalidad que atacan su verdadera identidad.

Además, esta corrupción sexual y el adoctrinamiento en ideología de género diluye y destruye su concepto de matrimonio, de familia, del amor y de la dignidad de hombre y mujer. ¿El resultado? Niños desgraciados y confundidos que serán adultos rotos.

¿Por qué esta hipersexualización de la infancia abre el camino a la permisión de conductas pedófilas?

Para empezar, si despiertas en los niños un instinto, el sexual, ya tienes a un sujeto activo sexualmente. Si a esto le añadimos que, precisamente por ser niño, carece de madurez -y no hablemos ya de autocontrol o discernimiento- tenemos un sujeto con instinto sexual, pero sin capacidad de elegir ni decidir, ni sobre su propio cuerpo ni sobre otros. Ese niño es carne de cañón de la pederastia.

La pasada legislatura tuvimos la desgracia de escuchar (yo estaba allí) a la ex ministra de Igualdad, Irene Montero, decir en el Congreso de los Diputados que los niños pueden probarlo todo y que se pueden acostar con quien quieran. No nos engañemos: esto incluye sexo con adultos, porque un niño no tiene capacidad para poner límites.

Hay que decirlo claramente: el adoctrinamiento sexual a los menores busca su destrucción y alienación y que puedan ser utilizados para la pederastia. Cualquier partido político, del color que sea, que promueva el adoctrinamiento sexual de los niños, es un peligro público y debería ser señalado y apartado.

¿Cómo un padre actual pude proteger a sus hijos de esas aberraciones que se quieren enseñar desde los colegios a temprana edad?

Los padres tenemos un papel muy difícil porque el colegio es el lugar donde más horas pasan nuestros hijos. Cuando reciben contenidos y argumentos de un profesor u otro adulto, los dan por válidos.

En su día se planteó el pin parental como solución para que los padres estemos informados de los contenidos ideológicos que se imparten a nuestros hijos y para que podamos oponernos a estos ejerciendo nuestro derecho constitucional a educar a nuestros hijos según nuestros valores. Un problema es que el pin parental no es una herramienta institucionalizada en nuestro sistema educativo, pero el problema mayor es que los contenidos ideológico-sexuales no siempre se imparten en talleres ad hoc; actualmente esos contenidos se imparten de manera transversal integrados en muchas asignaturas. Entonces como padre, ¿qué haces? ¿Qué el niño no vaya a matemáticas, ciencias, lengua?

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No hay una protección real para los niños: el sistema está en contra de la libertad, de la pureza y de la infancia. Como madre creo que lo único que podemos hacer los padres, además de votar a partidos que eliminen la ideología de género de los colegios, y de protestar en cuanto tengamos constancia de algún abuso de este tipo, es hablar con nuestros hijos. Pero hablar de verdad. Dedicarles horas. Que nos cuenten, contarles nosotros… tenemos que deshacer el daño que esa ideología les hace y ofrecerles, a través de la palabra y del ejemplo de vida, la Verdad y la belleza de la sexualidad, del amor y de la familia.

Pero no olvidemos que el colegio no es la única vía que tiene la ideología de género para acceder a nuestros hijos. Está internet, las redes sociales, la televisión, la publicidad… incluso en la calle, en cualquier marquesina, está la ideología de género. Es una dictadura en toda regla cuya propaganda invade todos los aspectos de nuestra vida, por eso, además del control que debemos tener como padres sobre los contenidos a los que accedan en internet, insisto en que es vital que les ofrezcamos una alternativa de vida que les hará mucho más felices.

¿Por qué los católicos debemos reaccionar con contundencia ante estos pecados que claman al Cielo?

Los católicos creemos, o sabemos, que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, por eso creemos en la dignidad infinita de todo ser humano. En mi opinión este concepto de dignidad lo cambia todo; si crees en la dignidad del prójimo, no puedes eliminarle cuando te es incómodo. Respetas su derecho a vivir. Si crees en la dignidad del prójimo no le utilizas como objeto sexual, ni como objeto “político” para perpetuarte en el poder.

Y voy más allá. Como católicos no sólo debemos respetar esa dignidad; también sabemos que hemos sido creados por amor y para el amor. Y ese amor está en el matrimonio, en los dones de la paternidad y la maternidad, en el amor que nos debemos a nosotros mismos y a nuestro cuerpo como nos ha sido dado, en el respeto a la libertad del prójimo y en la búsqueda del Bien para nuestros semejantes.

La ideología de género destruye todo lo bueno que hay en la persona: destruye su libertad, su dignidad, su sexualidad, su identidad, su espiritualidad y su capacidad de amar, a sí mismo y a los demás. Esta ideología sólo ofrece sufrimiento disfrazado de libertad. Nos aleja de Dios, de nuestra plenitud y de nuestra felicidad. Es una ideología demoníaca que nos quiere desgraciados, solos y perdidos.

Por eso es tan importante que demos la batalla, que trabajemos para parar este totalitarismo antihumano, no sólo por nuestros hijos, sino por las generaciones siguientes. Chesterton decía que “la cuestión es clara. Se debate entre la luz y la oscuridad y cada uno debe escoger de qué lado está”. Tenemos el deber moral, social y espiritual de escoger la luz.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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