13/05/2024 02:09
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El vuelco experimentado en España sorprende a propios y extraños por su calado y rapidez. Culturalmente España ha dejado de ser lo que por historia y tradición le correspondía ser, para convertirse, a velocidad de vértigo, en algo bien distinto, fenómeno éste que ya era ostensible desde los tiempos de Guerra y Felipe González y que se ha ido consolidando con el paso del tiempo, hasta el punto de que hoy España representa una excepción entre los países de nuestro entorno. El Estudio realizado por la Fundación BBVA sobre valores, comportamiento y actitudes cívicas en el contexto europeo, ha puesto de manifiesto, independientemente de los resultados electorales puntuales, que el número de ciudadanos españoles que se declaran de izquierdas duplica a los que se muestran de derechas, y a nivel de naciones nos encontramos con que el izquierdismo en España ostenta el 20% frente al 10% de Francia o Alemania, el 11% de Reino Unido o el 8% de Italia. Datos avalados por otros estudios vienen a confirmar esto mismo y a decirnos que cada vez son más los jóvenes españoles que se autodenominan progresistas de izquierdas. La foto robot que de nuestra nación se corresponde con la de una España “progre” e “izquierdosa”

Todo ello resulta escandalosamente sorprendente, sin duda, pero que en definitiva, nos guste o no, ello viene a explicar de alguna manera lo que nos está pasando. Conviene aclarar, en primer lugar, qué es lo que queremos decir cuando hablamos de progresismo como patrimonio cultural de la izquierda. Bajo este paradigma se suele encuadrar un cierto igualitarismo radical y desproporcionado, también la pretensión de hacer valer la justicia social, entendida ésta, no como “exigencia de dar a cada cual lo que le corresponde según sus merecimientos” sino “distribuir las riquezas según las necesidades cada cual”. Por progresismo de izquierdas se entiende ¿ cómo no? los desmanes de un feminismo vergonzosamente cínico, capaz de tragarse camellos o colar mosquitos según convenga, un feminismo tóxico que está sembrando el terror y la discordia entre los sexos, aparte de contribuir activamente en el reconocimiento de unos “presuntos derechos personales” que no son tales, como pueden ser el aborto, la eutanasia y todos aquellos implicados en “la ideología de género” que has de acatar sí o sí en nombre de la “progre-dictadura” , pero sobre todo, “progresismo de izquierdas” viene a significar una subversión de los valores éticos y religiosos, que venían siendo avalados por la tradición centenaria de una nación como la nuestra, hasta el punto de considerar un vicio lo que antes era tomado por virtud y viceversa, o bien invertir la pirámide axiológica, colocando en la cúspide aquellos valores que deberían estar abajo.

Cuesta trabajo creer cómo la España de ayer, que era vista por la Iglesia y por Europa como la reserva moral y espiritual de Occidente, se encuentre hoy en tan lamentable situación, nada menos que a la cabeza del laicismo. En Francia, por ejemplo, no acaban de entender que España haya dejado de ser el baluarte de Occidente, capaz de frenar en un momento histórico la expansión del comunismo y “Le Monde” considera como lo “nunca visto” el espectacular avance de la secularización entre la juventud española. En su día también el Cardenal Rouco Varela, en clara alusión a España, se lamentaba diciendo que «Estamos en el primer puesto del ranking del laicismo en el mundo, sobre todo en materias determinadas»,

Ahora la pregunta ineludible es ¿Cómo en cuestión de un puñado de años en España se ha pasado del Nacionalcatolicismo al Nacionalaicismo? Varios son los considerandos que nos conducen a la misma conclusión. Comencemos por el tema de la propaganda demoledora. El régimen del 1978 surgido de la coalición antifranquista consiguió denostar, vilipendiar y erosionar la figura de Franco, con el consentimiento y el silencio cómplice de un pueblo medroso y acomplejado, que tantas veces le aclamó en vida, llorándole compungido a su muerte y así hasta el día de hoy. Lo mismo podríamos decir por lo que respecta a la obra que nos trasmitió en herencia, como por ejemplo, el denominado “nacionalcatolicismo”, tan injustamente denigrado y ensuciado, lo que dio ocasión a que por miramientos humanos fueran cada vez menos los que se atrevieran a salir en su defensa, por miedo a ser tildados de franquistas o de fachas, expresiones que eran tomadas como el peor de los insultos y que dolía más que una patada en la espinilla. Los acomplejados por la presión ambiental fueron tantos que les podíamos encontrar incluso dentro de un sector amplio de la Iglesia, orgullosos de ser tomados por progresistas y que de ninguna manera estarían dispuestos a pasar por retrógrados franquistas.

En realidad, se trataba de unos convencionalismos que poco tenían que ver con la realidad. Lo que pasó fue que, bien por ignorancia o maledicencia, las tergiversaciones llevaron a confundir las churras con las merinas porque lo cierto es que el “Nacionalcatolicismo” no fue un invento de Franco, quien tan solo se limitó a reconocer una realidad histórica y defender aquello que había sido “Santo y seña” de una nación centenaria como España. Un breve recordatorio nos haría caer en la cuenta que el “Nacionalcatolicismo” representa, ni más ni menos, la esencia de la cultura española, que ha estado siempre en la entraña de los pensadores españoles más ilustres, desde la Primera Escuela de Salamanca en el S. XVI capitaneada por Francisco de Vitoria hasta el neotomismo floreciente de la España franquista, encabezado por el P. Santiago Ramírez, pasando por Jaime Balmes y Menéndez Pelayo. Bien se ve que no hay motivo alguno para sentirse acomplejado de nuestro patrimonio histórico y sí que lo hay, para avergonzarnos del momento actual triste y desolador, pero los españoles somos así, diferentes del resto, seguramente los únicos en el mundo que nos sonrojamos de nuestro glorioso pasado y nos regocijamos con las miserias morales y espirituales del presente.

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Otro considerando a tener en cuenta es la subversión de valores producida recientemente en España, que tanto tiene que ver con la politización de la escuela, la cual debiendo ser un lugar de encuentro con la cultura y formación humana, los políticos la han convertido en lugar de adoctrinamiento y manipulación de las tiernas mentes infantiles, haciendo de ella un semillero de clientelismo ideológico. Por mucho que desde el Ministerio de Educación alguien haya dicho, “que los hijos no pertenecen a los padres”, sigue siendo una escandalosa canallada, que a los niñitos y niñitas que están despertando a la vida se les sexualice y se les inicie en prácticas peligrosas sin que los padres tengan noticia de ello. Alguien debería tomar cartas en el asunto y acabar con estos abusos, que están comprometiendo seriamente la salud psicológico-mental de las generaciones futuras. Luego nos extrañaremos de que España sea el paraíso de la corrupción moral y figure a la cabeza del consumo de droga, pornografía o prostitución. Ahora resulta ser que la escuela, a la que veíamos como reducto donde poder depositar nuestras últimas esperanzas de futuro, comienza a ser fundadamente, motivo de preocupación, recelos y desconfianza.

Y por fin hemos de referirnos a la maniobra política plasmada en la Ley de la Memoria Histórica, originalmente impuesta por Zapatero y proseguida por Sánchez con la Ley de Memoria Democrática. Ambas suponen un vergonzoso e intolerable atentado contra la libertad de expresión. Con ellas se pretende hacer valer una interpretación sesgada de nuestra reciente historia, recurriendo al imperativo legal, en una sociedad donde la ley lo es todo y nada hay por encima de la misma. Ha quedado terminantemente prohibido hacer mención de un proyecto cultural que formó parte de nuestra mejor historia y se castiga severamente a quienes, en nombre de la gratitud debida a nuestros mayores, se resisten a olvidarse de millares de españoles ejemplares que dieron su sangre generosa por España, entre los que se encuentran un nutridísimo número de beatos y santos reconocidos oficialmente por la Iglesia. Precisamente, el próximo 18 de noviembre serán beatificados solemnemente 20 mártires sevillanos: Sacerdotes y laicos, padres e hijos, abogados, carpinteros, incluso un recadero, que fueron torturados y asesinados a manos de unos milicianos ciegos de odio, pertenecientes al Frente Popular. ¿Por qué tiene que ser un delito recordar a estos patriotas, héroes de la fe, inscribiendo sus nombres en una placa, levantando un monumento conmemorativo en su honor o dedicándoles una calle en los pueblos que les vieron nacer? ¿Por qué se persigue a quienes se niegan a olvidar o traicionar a esa España honrada y trabajadora, que asombró al mundo con una gesta irrepetible que fue bautizada como “El milagro español” y a la que debemos también una rica herencia cultural, moral y espiritual desgraciadamente dilapidada? Yo no sé si fue el odio, el revanchismo o la animadversión los inspiradores de estas funestas leyes; lo que sí que parece claro es que en el ánimo de sus propugnadores debió existir la sospecha y el miedo a que el proyecto histórico-cultural de la España trascendente y auténtica vuelva a resurgir de las cenizas. Nadie puede estar seguro que este lamentable cambio de rumbo que padecemos hoy sea para siempre y que las aguas no vuelvan a retornar a su cauce, aunque sea en versión y contexto diferentes. No es ningún disparate pensar que, por encima de las voluntades de los hombres, existe una fuerza inflexible, que se llama “la razón histórica”, capaz de echar a abajo todas las previsiones y cálculos humanos. Aunque yo no haya de verlo, querida España, no desespero que un día abandones esa loca e insensata aventura progresista, asumas la responsabilidad histórica que por méritos propios te corresponde, recuperes tus señas de identidad y vuelvas a ser tú misma.

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Ángel Gutiérrez Sanz (Dr. Catedrático jubilado de Filosofía).

Autor

Angel Gutierrez Sanz
Angel Gutierrez Sanz
Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, habiendo obtenido la máxima calificación de “Sobresaliente cum laude”. Catedrático de esta misma asignatura, actualmente jubilado. Ha simultaneado la docencia con trabajos de investigación, fruto de los cuales han sido la publicación de varios libros y numerosos artículos. Sigue comprometido con el mundo de la cultura a través de la publicación de sus escritos e impartiendo conferencias en foros de interés cultural, como puede ser el Ateneo de Madrid. Su próxima obra en la que lleva trabajando bastante tiempo será “El Humanismo cristiano en el contexto de una Antropología General".
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Rafael F.

El pueblo no pinta nada. No pintamos nada. Nadie se atreve a nada. Si dices algo te miran con cara de asombro o te giran la cara. La Nación española es una de las que más asco me produce quizá la que más porque reniega de di misma con alegría. Nos merecemos lo que nos pasa. Hemos aceptado el aborto como el método anticonceptivo que nunca falla. Con la eutanasia ocurre lo mismo. Se celebra la exaltación de la homosexualidad. En los próximos años triunfará la pederastia. Aceptamos la inmigración de sustitución. Renegamos de nuestra identidad. Permitimos todo tipo de ofensas a lo sagrado. Nuestras instituciones jalean nuestro envilecimiento. Los, que deberían ski srnos sl combate se retraen, no se, atreven. Vivimos en un mundo deobde triunfan lis resentidos y los acomplejados. En fin…

Geppetto

España tiene un regimen de izquerda progresista desde el 2004 y desde esa fecha en la que fueron asesinados 193 españoles la democracia española esta bajo serias sospechas

Querido y tocayo Angel. Corroboro todo lo que dices. Es impresionante el cambio en tan poco tiempo de la España que conocimos desde el comienzo de la democracia. He seguido como alumno y luego profesor el transcurrir de esta debacle y católico practicante. Aquí todos somos culpables. Sin los que la hemos querido desde siempre pensamos en una luz misteriosa que puede siempre poner un poco de esperanza de cara a nuestro futuro.

Surreal

En el escrutinio general de las pasadas elecciones las juntas electorales no sumaron los votos de las actas y aceptaron lo que la sospechosa y globalista Indra dijo que le habías salido. Sin escrutinio general el gobierno es ilegítimo

Aliena

Por favor, dejen de una vez ese doble reflexivo, «SE denominan» pero no «se autodenominan»; ¿es que usted se autolava, se autopeina y se autoafeita? Aparte, podríamos dejar de decir «ranking» para usar palabras en ESPAÑOL como, por ejemplo, «clasificación». En lo demás, tiene bastante razón aunque no conviene ponerse tan melodramáticos en la cuestión del catolicismo y una identificación de España con éste, según la visión de Menéndez Pelayo.

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