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Un 20 de enero de 1920 Millán-Astray, después de comprobar que los Regulares creados por el general Berenguer, en 1911, no habían cubierto las expectativas que todos esperaban, decidió crear la Legión. Para su creación de basó en tres ejemplos. Los viejos Tercios españoles de Infantería, que tanta gloria dieron a España durante los reinados de Carlos I y Felipe II; los samuráis japoneses; y la Legión Extranjera creada en Francia. De todo ellos surgió el Caballero Legionario español.
En aquel embrionario Tercio de Extranjeros, Millán-Astray unió los valores del soldado de los tercios de los reyes de la Casa de Austria; u la actitud de los samuráis, conocida como Bushido, el código de honor japonés. Asimismo incorporó, como nota moderna, la eficacia de la Legión Extranjera francesa.
Millán-Astray consideraba que la Legión tenía que ser un lugar donde se reintegrarán ciertas clases sociales marginadas por la sociedad. Estos hombres conseguirían ser reinsertados gracias al Credo legionario. Dicho de otra forma, con normas y valores volverían a ser ciudadanos de primera y no prófugos de la justicia. Siendo legionarios de olvidaría de la cárcel y se convertirían en hombres de provecho.
Sobre el Credo legionario Millán-Astray decía que “escrito en momento de exaltación de entusiasmo, y de fe, no tiene el más leve pulimento literario. Surgió espontáneo, cono si dictásemos unas instrucciones cualesquiera; sentíamos la Legión, pensamos en el espíritu militar y en el de sacrificio. Queríamos que rindiesen culto al honor militar y al valor militar, y que, sugestionados con estos sentimientos, vencieran el instinto y no temiesen a la muerte”.
Mistica, culto y muerte, estas son las bases de la Legión Extranjera creada por Millán-Astray. Como explica, la idea fundacional surgió…
“larga estancia en África, sirviendo en Policía Indígena, en Regulares y en el Regimiento de Infantería del Serrallo, unido a alguna afición y entusiasmo por el problema africano, dieron lugar a que germinase la idea de organizar una Legión Extranjera, en vista del excelente resultado que a los franceses les había dado la suya.
Para atraer a los extranjeros, para hacer rápida la propaganda, puesto que el nombre de Legión es conocido universalmente. Porque un extranjero vale por dos soldados, uno español que ahorra y otro extranjero que se incorpora y porque los vecinos llaman a la suya Legión y nosotros queríamos tener la nuestra”.
En Real Decreto de 28 de enero de 1920, siendo ministro de la guerra José Villalba, Alfonso XIII dispuso…
“Con la denominación de Tercio de Extranjeros se creará una Unidad militar armada, cuyos efectivos, haberes y reglamento por que ha de regirse serán fijados por el Ministro de Guerra.
El emblema se inspira en las armas utilizadas por los Tercios que, al servicio del Rey de España, combatieron durante los siglos XVI y XVII conquistando y defendiendo el Imperio, la pica, el arcabuz y la ballesta”.
La Legión de Extranjeros admitió, en un primer momento, a hombres de entre 18 y 40 años, a cambio de una soldada de 4 pesetas y 10 céntimos diarios. Al alistarse cobraban 350 pesetas. La mitad al momento y el resto al finalizar cada uno de los tres primeros años de servicio.
En septiembre de 1920 se establece en Ceuta el Cuartel General del Tercio de Extranjeros y, el 20 de septiembre se alistó el primer legionario, Marcelo Villebal Gaitán, de 30 años. Este legionario murió durante el desembarco de Alhucema.
Curiosamente los primeros 200 voluntarios que se inscribieron fueron catalanes, tal y como escribió Millán-Astray…
“Y vino el alud de Barcelona, los doscientos catalanes, la primera esencia de la Legión, que bajaron arrasándolo todo y sembrando el pánico en el camino. Era la espuma, la flor y nata de los aventureros. Era el agua pura que brotaba del manantial legionario. ¡Bien venidos, catalanes legionarios; vosotros seréis la base sobre la que se construirá la Legión!”.
Y en 1938, en una alocución, exclamó…
“Preguntadles a los que ahí están qué hizo y qué hace la Legión. La Legión, la heroica Legión, los primeros que la formaron fueron, muchos de ellos, los anarquistas, los sindicalistas, los terroristas que venían de Madrid y de Barcelona, y otros que venían de lejanas tierras y lugares del mundo. Y todos se confundieron bajo la bandera heroica de la Legión y todos se llamaron Caballeros Legionarios”.
Los primeros legionarios usaban uniformes de otras unidades, pues carecían de uno propio. Para diferenciarlos se les colocó, cosido al cuello, una cinta con los colores nacionales. Los primeros uniformes fueron ideados por Vara del Rey, con correajes de lona tipo inglés, botas, fusil y machete. El uniforme de color verde con tela de primera calidad. Franco implantó el uso del chambergo y Millán-Astray el de los guantes blancos con manoplas, para los oficiales y el tradicional gorro con borla, el chapiri, que se ha convertido en emblema de la Legión.
La primera jura de bandera se realizó en una explanada junto al río Tarajal, el 21 de octubre de 1920, usándose una enseña nacional del Regimiento de Ceuta número 60. Durante la guerra de África lucharon 14.000 legionarios. Combatieron en 893 hechos. Murieron 115 jefes y oficiales, y 1885 clase y legionarios. Tuvo la Legión 8.096 bajas.
Como decía el slogan de la época: “nobles, plebeyos, vagos, cocineros, poetas, periodistas, ingenieros, todos tienen cabida en la Legión”.
A lo largo de su historia la Legión ha sumado 9.722 muertos, 35.000 heridos, mil desaparecidos. Cerca de 46.000 bajas. Su bandera luce 7 laureadas de San Fernando y 12 medallas militares colectivas. Sus héroes 23 laureadas de San Fernando y 211 medallas militares individuales.
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