20/09/2024 10:26
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Si increíble fue cómo llegó la Segunda República el 14 de abril de 1931 más increíble fue cómo llegó la Primera, el 11 de febrero de 1873.  Es increíble que se cambie la forma de Estado de una Nación solo con unos cuantos discursos y sin que participe para nada el pueblo. En el Congreso de los Diputados cayó la Monarquía, con el texto de abdicación de un rey (Amadeo de Saboya) y con los discursos de los lideres republicanos se proclamó la República. Por eso resulta apasionante la lectura del «Diario de Sesiones» de aquella larga jornada del 11 de febrero que en realidad duró casi 48 horas. Pasen, lean  y lo comprobarán por sí mismos.

SEÑORES: ¡¡¡VIVA LA REPÚBLICA!!!

¡¡¡¡¡VIVA!!!!!

El Sr. FIGUERAS: Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE DEL CONGRESO: La tiene V. S.

El Sr. FIGUERAS: Se ha votado la primera parte, y esta parte es la declaración de la forma de gobierno de la Nación española decretada por los Representantes del pueblo. Y, señores, esta faustísima noticia, que yo creo que ha de ser el íris de paz y de concordia de todos los españoles de buena voluntad, me parece necesario que se comunique oficialmente en el acto al gobernador de Madrid, al Ayuntamiento y á la Diputación provincial; que se comunique igualmente telegráficamente á las autoridades civiles y militares de todas las provincias de España, y que se haga igual comunicación telegráfica á todos los Gobiernos con quienes mantenemos buenas relaciones.

Y hecho esto, permitidme, Sres. Representantes del pueblo, que, no en son de alarde, no en son tampoco de reproche, sino por haber llegado después de tantos años de lucha á conseguir la forma de gobierno en que yo creo encarnada la libertad y la felicidad de mi Patria, concluya estas breves palabras, diciendo por una sola vez. ¡Viva la República! (Muchos Sres. Diputados: ¡Viva!)»

 

En seguida se puso á votación la segunda parte de la proposición, y fué aprobada.

El Sr. PRESIDENTE DEL CONGRESO: Señores Representantes, me parece oportuno que se suspenda la sesión, para que la Asamblea se ponga de acuerdo acerca de la candidatura para el nombramiento del Poder ejecutivo.

Se suspende la sesión.»

Eran las nueve y cuarto.

 

—————————

 

Siendo las doce de la noche, dijo

 

El Sr. PRESIDENTE DEL CONGRESO: Se procede á la votación del Poder ejecutivo.»

Verificada la votación, resultó haber tomado parte 256 Sres. Representantes de la Nación, habiendo obtenido votos los que á continuación se expresan:

 

Presidente (Figueras)                      244

Estado (Castelar)                             245

Gobernación (Pí Margall)              243

Gracia y Justicia (Salmerón y

Alonso, D. Nicolás)                   242

Hacienda (Echegaray D. José)      242

Guerra (Córdova)                            239

Marina (Beranger)                          246

Fomento (Becerra)                          233

Ultramar (Salmerón y Alonso,

Don Francisco)                           238

 

Habiendo obtenido además votos: el Sr. Nouvilas, Guerra, 3; Mosquera, Ultramar, 2; Gómez (D. Manuel), Gobernación, 2; Pí Margall, Hacienda, 2; Coronel y Ortiz, Fomento, 2; Moreno Rodríguez, Fomento, 2; Martos, Presidencia, 1; Figueras, Gracia y Justicia, 1;. Echegaray, Fomento, 1; Suñer y Capdevila, Gracia y Justicia, 1; Canalejas, Presidente, 1; Comas, Estado, 1; Salmerón, Gracia y Justicia, 1; Montero Ríos, Fomento, 1; Cisa, Hacienda, 1; Chao, Ultramar, 1.

Resultando cuatro papeletas en blanco.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Quedan elegidos para componer el Poder ejecutivo, los Sres. Figueras, Castelar, Pí Margall, Salmerón y Alonso (Don Nicolás), Echegaray, Córdova, Beranger, Recerra y Salmerón y Alonso (D. Francisco).

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): En virtud de la presente votación que acaban de oír los Sres. Representantes de la Nación, queda elegido el Poder ejecutivo.

Se va á pasar aviso al Sr. Presidente del Consejo de Ministros, por si gusta ocupar el banco que le corresponde.»

Ocupado el banco ministerial por los individuos del Gobierno, la Cámara les tributó repetidos aplausos, y dijo

 

El Sr. MARTOS (D. Cristino): ¡Viva la República! ¡Viva la integridad de la Nación española! ¡Viva Cuba española! Y desearía que este viva de las Cortes españolas á Cuba, se trasmitiese allí por telégrafo. (La Cámara acogió estos vivas con singulares muestras de satisfacción.)

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): El Sr. Presidente del Poder ejecutivo tiene la palabra.

 

Habla el primer Presidente de la Primera República

El Sr. Presidente del PODER EJECUTIVO (Figueras): Señores Representantes de las Cortes españolas: ninguno de vosotros espera de mí un largo discurso; ninguno de vosotros espera de mí, ni creo que lo necesita, un programa; el programa está en nuestros nombres, está en toda nuestra vida; sin embargo, próximamente diremos á los Sres. Representantes de las Cortes españolas todo lo que pensamos hacer.

No puedo pronunciar un discurso, por la fatiga física y moral que me ha agobiado en estas últimas cuarenta y ocho horas; no puedo pronunciarlo, porque tengo el ánimo embargado en vista de lo que me pasa, en vista de la inmensa pesadumbre que habéis echado sobre los hombros de todo el Ministerio, y singularmente sobre los míos. Yo sé bien que he merecido esta distinción á los Diputados de las Cortes españolas con mis compañeros todos, á la consecuencia de mi vida política en favor de la idea republicana, y sé bien que mereciendo solamente la antigüedad que llevo en este partido, es por lo que me habéis elevado á este altísimo puesto; que por altísimo que sea, todavía es para mí más inmerecido. Sé bien igualmente, Sres. Diputados, que si aquí hubiese estado, si en este recinto se hubiera hallado el decano del partido republicano español, á él le hubierais honrado con vuestros votos para ocupar este puesto; hablo del para nosotros inolvidable Marqués de Albaida.

Nosotros ocurriremos á todas las necesidades del momento, con la integridad de nuestros principios, con el firme propósito de aplicarlos con sinceridad: nosotros ocurriremos sobre todo á las necesidades del orden público, que es el que ha de asegurar para siempre la forma republicana en España. Los miembros de este Gobierno nacional, que pertenecemos al antiguo partido republicano, tenemos ideas sobre esta forma de gobierno y de la manera como ha de desarrollarse, que todos vosotros conocéis.

Por necesidades del momento hemos hecho el sacrificio de estas ideas, dejando á las próximas Constituyentes que desarrollen la forma definitiva de la República; y para que esto se pueda verificar de una manera estable, y para que el voto de la Nación nunca pueda ser baldío, es preciso ante todo una gran sinceridad y una gran libertad electoral; y nosotros estamos resueltos, todos mis compañeros y yo, á hacer que la más amplia libertad reine en las próximas elecciones.

Si el resultado de estas elecciones no fuera completamente conforme con nuestros principios en relación á la manera que creemos nosotros que debe constituirse la República, todos vosotros tenéis testimonio de la consecuencia de nuestra vida política; y hablo solo en nombre de mis antiguos compañeros del partido republicano; podéis estar seguros que de este banco pasaríamos inmediatamente á aquellos (Señalando á los bancos de la izquierda), donde tantos año hemos permanecido.

Para satisfacción de todos los Sres. Representantes del país, para orgullo de la Nación española, voy á leer en conclusión el telegrama que acabo de recibir en este momento.

«De los partes recibidos, dice el jefe de orden público del Ministerio de la Gobernación, resulta que no ocurre novedad en toda España, excepción hecha de Sevilla, en donde ha habido un ligero tumulto que fue apaciguado en el acto.»

Cuando un pueblo verifica una trasformación tan honda y tan admirable del principio monárquico al principio republicano, de la forma monárquica á la forma republicana, y esto se hace no solo sin efusión de sangre, sino sin el más ligero desorden, este pueblo da la prueba más evidente de que es apto para la libertad, y da la garantía más eficaz de que la forma republicana es ya la forma definitiva de España.

Estos hechos, que han de influir tanto en la política del Occidente de Europa, porque es destino de nuestra raza influir en él siempre, aun cuando hayamos pasado por periodos de abatimiento; estos hechos, señores, colman de júbilo mi corazón, así como colmarán el de todos los Representantes, porque nosotros creemos que esto establece definitivamente y asegura para siempre la República en nuestro país.

Yo espero, Sres. Diputados, que seréis indulgentes conmigo, que me perdonareis la incoherencia de mi discurso, si así pueden llamarse estas breves indicaciones, y que esperareis para juzgarnos á nuestros actos, los cuales serán dirigidos á asegurar la República, la libertad, el orden y la integridad de todo el territorio español. (Aplausos.)

 

El Sr. Ministro de HACIENDA (Echegaray): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): El Sr. Ministro de Hacienda tiene la palabra.

El Sr. Ministro de HACIENDA (Echegaray): Señores Representantes de la Nación española, en nombre de los que fueron Ministros de Amadeo de Saboya, que hoy son ministros de España, voy á dirigiros brevísimas frases.

Aceptamos, señores, este cargo, vosotros sabéis por qué; lo aceptamos por brevísimo tiempo, mientras el peligro, mientras las circunstancias difíciles que atravesamos puedan durar. Obedecemos el mandato de las Cortes españolas; y cuando el peligro cese, nuestro compromiso habrá terminado.

Bien sé, señores, que nuestra conducta podrá interpretarse de cierto modo; resuenan en mi oído con anticipación voces que nos acusan; veo ante mi frente sombras que nos acusan también, y entonces contracción nerviosa de dolor arquea nuestros labios; pero volviendo la vista dentro de nosotros mismos, mirando nuestras conciencias, y viéndolas limpias, vuelvo la vista alrededor, y sonrisa de desdén se dibuja en mis labios.

Aceptamos, pues, en este instante, mientras el peligro dure, el mandato que las Cortes de la Nación española nos han impuesto; cumpliremos nuestra obligación por la libertad y por la Patria, y después que nos juzgue Dios, único que puede juzgar actos de esta naturaleza. (Aplausos.)

El Sr. OCON: Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): ¿Para qué?

El Sr. OCON: Para pedir la lectura de una proposición que hay sobre la Mesa.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): La tiene V. S.

El Sr. OCON: Para decir dos nada más. Retiro la proposición, y lo hago con la licencia de mis compañeros; tanto más, cuanto que deseamos que la iniciativa de la proposición á que puedo referirme en este momento, queremos que parta del banco ministerial ó del banco del Gobierno, y desearíamos que en esa cuestión se le cayera de los labios, de esos labios que contrae y sonríe el Sr. Ministro de Hacienda, al cual oigo yo con el gusto que le oye toda la Cámara, porque es una elocuencia arrebatadora la de S. S.; desearía yo, repito, que de los labios del Sr. Ministro de Hacienda se cayera de vez en cuando en la Cámara la palabra República, porque si mis amigos los antiguos republicanos, en ese banco han sabido hacer abstracción de algo, bien vale la pena que vosotros, sin consideración de ningún género, ya que de una manera espontánea habéis votado la República, la dediquéis un recuerdo. He dicho.

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El Sr. Ministro de HACIENDA (Echegaray): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): La tiene V. S.

El Sr. Ministro de HACIENDA (Echegaray): ¿Qué hemos votado hace poco tiempo? ¿Qué es hoy la Nación española? Si somos Ministros de la Nación española, somos Ministros de la República española.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Señores Senadores y Diputados, según el procedimiento establecido para la sesión permanente de estos días, correspondería proceder ahora á la elección de la Mesa de la Asamblea; porque la que actualmente preside las sesiones, lo era, como saben los Sres. Senadores y Diputados, de las Cortes ordinarias.

Por consecuencia, y teniendo en cuenta lo avanzado de la hora, las muchas que hace que están reunidas las Cortes, la necesidad, por fin, de algún descanso, y por otro lado que no es tau preciso, á juicio de la Mesa este procedimiento inmediato, se va á consultar á la Asamblea si continuará la sesión para elegir la Mesa, ó se suspenderá con todo lo demás de la sesión para el día de hoy á las dos de la tarde, en que podemos continuar.»

Hecha la pregunta por el Sr. Secretario Moreno Rodríguez, la Asamblea así lo acuerda.

 

 

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Orden del día para hoy á las dos de la tarde: Elección de la Mesa de la Asamblea y demás asuntos pendientes.»

Se suspende la sesión á la hora de las dos y media de la madrugada.

 

 

Dadas la tres de la tarde, dijo

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Continúa la sesión. La Mesa supone que los Sres. Representantes que han pedido la palabra, lo habrán hecho para adherirse en pró ó en contra de la votación de ayer; por consecuencia, si alguno de los Sres. Representantes tuviera que usarla en otro sentido, puede indicarlo y se la concederé, si el objeto fuese este.

 

Tiene la palabra el Sr. Álvarez Peralta.

El Sr. ÁLVAREZ PERALTA: Señores Representantes de las Cortes soberanas: el mal estado de mi salud me obligó á salir del Palacio del Congreso en la noche de ayer; no pude, pues, votar la proposición, cuyos motivos y fundamentos con gran caudal de doctrina expuso el Sr. Pí. Hoy he visto que la votación fue nominal; al pedir, pues, la palabra, he tenido por objeto manifestar que deseo y quiero que mi voto conste con el de la mayoría; pero al decir que quiero que conste mi voto con el de la mayoría, ruego á las Córtes soberanas se dignen permitirme que haga algunas declaraciones que juzgo muy necesarias al caso. Seré breve, muy breve.

La democracia, Sres. Representantes, no es ni monárquica, ni republicana. (Un Sr. Representante interrumpe al orador). Esto lo digo yo, demócrata, no de la víspera, no del día siguiente, sino de toda mi vida; y no habiendo podido asistir anoche á la sesión para dar mi voto, conveniente y justo es que yo explique esta actitud, y diga al mismo tiempo por qué habiendo militado en el partido radical, en el partido monárquico, me adhiero hoy á la proclamación de la República. Decía, pues, Sres. Representantes de la Nación, que la democracia no es ni monárquica ni republicana; es ciencia social y política, con principios fijos…

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Señor Representante de la Nación, yo creo que ya ha explicado su señoría suficientemente su voto, y por consecuencia, le ruego que termine su discurso.

El Sr. ÁLVAREZ PERALTA: Pues bien; accediendo á los deseos de la Presidencia, desisto de dirigir la palabra á las Cortes soberanas de la Nación. Ruego, pues, que conste mi voto con el de la mayoría en dicha votación.

El Sr. SECRETARIO (López): Constará en el Acta y en el Diario de las Sesiones.

 

 

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): El Sr. Jiménez Mena tiene la palabra.

El Sr. JIMÉNEZ MENA: Tengo la honra de presentar á la Asamblea un telegrama que me dirigen nuestros compañeros los Sres: Mola, Sampere, Escuder y Plá, pidiendo que se haga constar sus nombres conformes con la mayoría en la votación que ayer recayó sobre la proposición del Sr. Pí, en tanto que ellos vienen, como se proponen hacerlo inmediatamente, á tomar parte en nuestras deliberaciones,

El Sr. SECRETARIO (López): La manifestación del Sr. Jiménez Mena constará en el Diario de las Sesiones.

 

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El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): El Sr. Esteban Collantes tiene la palabra.

El Sr. ESTEBAN COLLANTES: Tengo la honra de presentar á la Cámara 265 adhesiones á las peticiones ya presentadas á las Cortes, y 16 exposiciones nuevas, en el mismo sentido que otras que he entregado en Secretaría.

El Sr. SECRETARIO (López): Se unirán al expediente.

 

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El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Señores Representantes, para continuar la sesión y proceder como corresponde á la elección de la Mesa, es absolutamente indispensable saber á qué Reglamento se ha de atener la Asamblea nacional. Hasta ahora el Congreso, en las dos últimas legislaturas, había adoptado el de 1847 para dirigir sus discusiones; el Senado tenía el suyo, hecho en la legislatura anterior. Por consiguiente, habiéndose reunido los dos Cuerpos en esta Asamblea nacional, es absolutamente indispensable saber á qué Reglamento se ha de atener para las resoluciones que hayan de adoptarse. En este concepto, la Mesa se atrevería á proponer á la deliberación de la Asamblea que se adoptara interinamente el Reglamento de 1847, bien entendido, sin los artículos que hagan relación á la Monarquía, á la dinastía y al otro Cuerpo, porque estos artículos no tienen razón de ser después de reunidos los dos Cuerpos. Un Sr. Secretario va á hacer la correspondiente pregunta á la Asamblea.

El Sr. SECRETARIO (López): ¿Acuerda la Asamblea que rija interinamente el Reglamento de 1847, con las modificaciones propuestas por el Sr. Presidente?»

Así lo acuerda.

 

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ORDEN DEL DÍA.

 

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Conforme al Reglamento que acaba de ser adoptado por la Asamblea va á procederse á la lectura de los artículos relativos á la elección de la Mesa.

El Sr. SECRETARIO (López): Dicen así:

«Art. 10. En los casos de empate, decidirá la circunstancia de haber sido antes Presidente ó Vicepresidente, la de haberlo sido por más tiempo, y por último la suerte.

Art. 11. Los cuatro Vicepresidentes se nombrarán en un mismo acto, escribiendo cuatro nombres en cada papeleta, y quedando elegidos, por orden de votos, los cuatro que obtuvieren mayor número.

Art. 12. Para la elección de Secretarios, se escribirán solo dos nombres en cada papeleta, quedando elegidos por orden de votos los cuatro que obtuvieren mayor número de ellos.

En caso de empate, así en esta elección como en la de Vicepresidentes, se observará lo dispuesto en el artículo 10.»

 

El Sr. Presidente del PODER EJECUTIVO (Figueras): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): La tiene V. S.

 

El Sr. Presidente del PODER EJECUTIVO (Figueras): Señores Representantes de las Cortes españolas, va la Asamblea á proceder á la elección de la Mesa. Reunidos el Senado y el Congreso antiguos en un solo Cuerpo y formando la Asamblea nacional española, que ha tenido la inmarcesible gloria de fundar la República en España, era preciso, puesto que ya en realidad no existe legalmente Mesa, proveer á la elección de otra.

Casi siempre todos los Gobiernos han tenido candidato para estos puestos; el Gobierno de las Cortes Constituyentes, como se refería á unas Cortes soberanas, no tuvo candidatos, y este Gobierno tampoco los tiene. La Asamblea es soberana; de ella ha recibido sus poderes, y sería un contrasentido el que quisiera inmiscuirse en las atribuciones propias y exclusivas de este Cuerpo y de su soberanía indisputable. Me he levantado para hacer esta declaración, que creo será aprobada por todos los Sres. Representantes de la Nación, los cuales comprenderán el espíritu que la ha dictado: (Muestras de aprobación.)

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Se va á preguntar á la Cámara si se suspende la sesión el tiempo necesario para que los Sres. Representantes puedan ponerse de acuerdo respecto á las personas que han de componer la nueva Mesa, á fin de evitar así la repetición de votaciones, que seguramente habían de verificarse si no precedía este acuerdo. Sírvase V. S., Sr. Secretario, hacer la oportuna pregunta.

El Sr. SECRETARIO (López): ¿Acuerda la Asamblea suspender la sesión con el objeto indicado por el Sr. Presidente? Los señores que se levanten dicen que sí; los demás permanecerán sentados.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Señores, la Mesa tiene duda de si es mayor el número de los Representantes que están de pie que el de los que están sentados, por consecuencia no se atreve á resolver.

(Varios señores: Que sea nominal la votación. –Otros señores: Que se cuenten.)

EI Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Se va á proceder á contar los señores que están de pié y los que están sentados (El Sr. Alcalá Zamora: Pido la palabra), y al un portero cerrará las puertas para que no puedan entrar más señores hasta que haya terminado la votación.

Verificada la votación, resultó haber votado por la no suspensión 132, y 84 por la que sí.

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El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): se va á proceder á la elección de la Mesa, en la forma que previene el Reglamento.

La primera elección es la de Presidente.»

Verificada la elección, tomaron parte 260 Sres. Representantes, habiendo obtenido votos los

 

Sres. Martos (D. Cristino)         222

Rivero (D. Nicolás María)        20

Marqués de Perales                    1

Papeletas en blanco                    16

 

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Queda elegido Presidente de la Asamblea, por haber obtenido mayoría de votos, el Sr. D. Cristino Martos.

Se va á proceder á la elección de Vicepresidentes, que se votarán los cuatro, conforme á Reglamento, en una sola papeleta.»

Verificada la elección, resultó haber tomado parte 207 Representantes, habiendo obtenido votos los

 

Sres. Marqués de Perales                      207

Sorní                                             188

Gómez (D. Manuel)                   184

Chao                                             176

Montesino                                    5

Moreno Rodríguez                     4

Marqués de Seoane                    3

Marqués de Sardoal                   2

 

Y uno cada uno de los Sres. García Ruiz, Romero Girón, Rivero y Pelayo.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Gómez): Quedan elegidos Vicepresidentes los Sres. Marqués de Perales, Sorní, Gómez (D. Manuel) y Chao.

 

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El Sr. VICEPRESIDENTE (Pasarón y Lastra): Los Sres. Representantes elegidos para componer la Mesa, se servirán ocupar sus puestos.

El Sr. PRESIDENTE: Señores Representantes de la Nación española: la situación en que nos hallamos pide de mí en estos momentos más bien un acto que un discurso; y aunque tan superior razón no lo demandara, impondríamelo así, por desgracia, el estado de salud en que me encuentro, conmovido como estoy por tantas emociones pasadas en estas cuarenta y ocho horas, en que la Nación y nosotros todos hemos vivido tantos años, poco dispuesto, por el poder de estas emociones á dirigiros la palabra, y más cuando estoy físicamente quebrantado por tantos materiales trabajos.

De otra parte, Sres. Representantes de la Nación española, yo no podría nunca, aun dado que no fuese tan extraordinaria la situación, aun suponiendo que no fuese tal como es el estado de mi espíritu, y que mi salud fuera otra, no podría yo acertar á dar expresión á los sentimientos de mi corazón hacia esta Asamblea que me ha elevado á tan alta dignidad que yo no hubiera nunca soñado en ella; dignidad á la cual no creo yo que correspondan jamás los merecimientos de ningún hombre , y menos estos escasos míos.

Bien sé yo que no habéis querido galardonarlos ahora, porque yo no recibo esta alta honra como distinción ni como recompensa de mis pobres y escasos servicios; de otro modo, yo no hubiera podido recibirla, por contemplarme indigno de ella; la considero y la recibo y la acepto como un puesto de honor y de peligro; de peligro, por si sobreviniere para España; de peligro, por si sobreviniere para la libertad; de peligro, por si pudiese acontecer para la República, en favor de la cual, después que por el voto libre de nuestra conciencia todos la hemos proclamado, todos tenemos obligación de trabajar; y si es preciso, de dar nuestra vida.

Señores, he dicho antes que en esta situación es preciso un acto más bien que un discurso, y voy á deciros que debemos meditar profundamente sobre los deberes que nos impone la situación que hemos creado; deberes grandes, deberes que se resuelven en uno solo: en el de salvar la República, para lo cual tenemos un medio indispensable de salvación; el de prestar todo nuestro apoyo á ese Gobierno, que tiene toda nuestra confianza y que es la autoridad más grande que jamás haya podido ocupar ese banco, porque la ha recibido del voto de aquellos que á su vez la obtuvieron del sufragio universal. (Aplausos.)

Y como al dar nuestra confianza á ese Gobierno le hemos impuesto grandes obligaciones; como para cumplir esas obligaciones necesita una gran autoridad; y como ha de descansar esa autoridad en una gran confianza y un grande apoyo, es preciso, Sres. Representantes de la Nación española, que cuente siempre con todo nuestro apoyo y confianza.

Yo, señores, entiendo que así como la primera necesidad de las monarquías en estos tiempos es la libertad, del mismo modo el orden es la primera necesidad de las repúblicas. Trátase de establecer, de arraigar una forma nueva y desconocida de gobierno en España; no cerremos los ojos ante sus dificultades; que desconocer las dificultades no es el modo mejor de vencerlas; antes bien, deteniéndonos delante de ellas, consideremos que es preciso que hagamos saber, no tan solo por nuestras palabras, sino también por nuestros actos, que la República no es el desorden, no es el tumulto, no es la pasión, no es la ruina de los intereses; que la República puede y debe ser el orden, la libertad, la confianza, la paz pública, la protección segura dispensada por un Gobierno liberal, pero fuerte, á todos, absolutamente á todos los intereses de la Nación española, porque es singular privilegio de esta forma de gobierno que no haya en su seno germen de división, sino que todas las opiniones quepan en este gran molde en el que vamos á dar nueva forma á la vida de la sociedad española. (Aplausos.)

Por mi parte, señores, yo no sabré deciros la gratitud que siento; y como no he de acertar á expresarla, dejo que la adivinéis, por la grandeza de la distinción y de la honra que me habéis dispensado. Os pido á todos, puesto que todos me habéis hecho la honra de dispensármela, vuestro voto, vuestro concurso, porque esta es una Asamblea soberana, y las Asambleas soberanas, por lo mismo que son un gran poder, pueden ser un gran peligro para sí propias; y es bueno, á fin de que inspiremos confianza y respeto, que comencemos por respetarnos á nosotros propios y que no entendamos que el uso excesivo del poder es el signo revelador de la fuerza.

Mayor es la dificultad que tengo, más grande la necesidad que siento de vuestro patriótico concurso, que de todas veras solicito y que espero obtener, cuando recuerdo que por estas grandes y necesarias y saludables novedades que hemos introducido en nuestra vida política, refundiendo en uno los dos Cuerpos y constituyéndonos en una Asamblea soberana, han de ocurrirse dificultades reglamentarias; de ellas, Sres. Representantes de la Nación, he de ocuparme con otros individuos de la Mesa y con el Gobierno de la República, y yo daré cuenta de ellas á la Asamblea, á fin de que adopte las resoluciones necesarias para su marcha regular y ordenada en las discusiones y en la solución de los negocios públicos.

Ahora, trabajad por la Patria; trabajad con serenidad, con calma, con fe, con la confianza de aquellos que han querido tomar á su cargo una grande responsabilidad, que tienen una gran autoridad, que tienen una gran fuerza, que será obedecida de todos, á condición de que se use de ella para bien de todos, para el mantenimiento y la guarda del derecho de todos, y singularmente para la salvación de la Patria.

Si acaso las dificultades aumentan, y los peligros crecen, y las nubes que tal vez comienzan á divisarse en nuestro horizonte se cuajan y se condensan y amenazan descargar sobre la República cruda tormenta, ¡ah! entonces, Sres. Representantes de la Nación, hemos de investir á este Gobierno de todos aquellos poderes que necesitare para salvar la Patria, para salvar la República; que la salud del pueblo, principio peligroso cuando nace del terror y se concede para su ejercicio la tiranía, es un principio salvador cuando nace de la serenidad de la fuerza del derecho, y se concede para la realización de la justicia. (Bien, bien.-Aplausos.)

Propongo, señores, un voto de gracias para los dignos Presidentes que han sido del Congreso de los Diputados y del Senado, y para los demás dignísimos individuos de ambas Mesas. ¿Lo acuerda así la Asamblea?»

El acuerdo fue afirmativo.

(Muchos Sres. Diputados: Que conste por unanimidad.)

¿Constará por unanimidad?»

Así se acordó.

El Sr. PRESIDENTE: Orden del día para pasado mañana: Sorteo de secciones.

Proyecto de ley aboliendo la esclavitud en Puerto-Rico.

Idem de secularización de cementerios.

Idem aboliendo la pena de muerte por delitos políticos.

Dictamen sobre los suplicatorios para continuar procediendo contra el Sr. Diputado D. Miguel Morayta.

Idem sobre el suplicatorio para continuar el procedimiento contra el Sr. Diputado D. Carlos Martra.

Idem sobre el suplicatorio para procesar al Sr. Diputado D. Francisco González Chermá.

Presupuesto de gastos sobre los de los Ministerios de la Guerra, Marina y Gobernación.

Dictamen sobre incompatibilidad de los cargos de Diputado á Cortes y provincial con todo destino público.

Se levanta la sesion.»

Eran las ocho.

 

 

 

 

 

(Agradecimiento. Poder entrar en el «Diario de sesiones» del Congreso de los Diputados y poder reproducir los textos de los numerosos discursos que se pronunciaron el día 11 de febrero de 1873, el día que cayó la Monarquía de don Amadeo de Saboya y llegó la Primera República ha podido ser gracias a la colaboración y esmero que ha puesto en ello el experto en informática José Manuel Nieto Rosa. Gracias por ello)

 Continuará

 

Por la transcripción: Julio MERINO

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.