22/11/2024 00:15
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Al pobre ‘Chinche’ sólo le faltó decir que la culpa del coronavirus era de Franco y que la responsable de la conjura vírica era la Guardia Civil.

Repaso mis anotaciones de hace un año por estas fechas y corroboro que, tanto Fernando Simón como el Gobierno, no merecen nuestro reconocimiento y sí un alto grado de desprecio. Hoy es un hecho que tanto uno como otro son un fraude en toda regla. El tiempo ha certificado la inutilidad de ambos, la ineficacia del vicepresidente segundo y la dejadez del resto de los ministerios. El día que el pueblo español decida correrlos a gorrazos no habrá calles suficientes ni gorras de las que echar mano.

Hagamos un ejercicio memorístico: “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado”. “Esperemos que no haya transmisión local. Si la hay será muy local y muy controlada”. “Parece que la epidemia tiene posibilidades de empezar a remitir” (en ese momento ya se había disparado de forma descontrolada). “Va a ser sólo unos días, de verdad, no es tan grande”. Eran afirmaciones del falso doctor, Fernando Simón, que perfectamente podría haberlas hecho el alumnado de ESO.

¡Cuánto daño han hecho esas atrocidades junto a otras emanadas de la ignorancia, la falta de investigación y el desconocimiento! No piensen que eso es todo; también las feministas lanzaron sus provocativas, absurdas, incendiarias e ignorantes soflamas: “El machismo mata más que el coronavirus”. Miren por dónde la realidad dio la vuelta al cartel y puso a las autoras, y a las defensoras del contubernio socialcomunista, frente al espejo de su necedad y nula cordura.

De igual modo, el insultador mayor del reino y alentador del terrorismo callejero, Pablo Echenique, alias ‘Chinchenique’, se pasó tres pueblos y cinco pedanías: “El coronavirus está absolutamente controlado en España. Es una conjura mediática”. ¿Se puede ser más ingenuo y atrevido? Siempre le falta tiempo para decir que es investigador del CSIC, pero demuestra a diario que no puede caer más bajo; eso sin entrar en sus corruptelas y fraudes de político chulesco y endemoniado. Con dos sentencias firmes, y algunas más en espera, debería callar esa cobardía que le es innata y esa boquita que le pierde, además de comenzar a besar por donde pisa cada uno de sus benefactores españoles.

Al pobre ‘Chinche’ sólo le faltó decir que la culpa del coronavirus era de Franco y que la responsable de la conjura era la Guardia Civil. Y ahí lo tienen tan primaveral y chulesco: no sólo no dimite, sino que esputa contra quienes le acogieron, que son los mismos que llegado el momento le pondrán en su sitio o en la frontera del desprecio. Su patente de corso ya no tiene más recorrido. Salta a la vista que “hay gente tan carcomida por el odio y el sectarismo que, aunque parezca que tiene vida, ya está muerta por dentro”.

No se debe poner el carro delante de los bueyes, al igual que no se debe hablar a la ligera; estoy acordándome de Nadia Calviño y de su embrutecida afirmación sobre la economía española: “El impacto del virus en la economía es insignificante. España no sufrirá lo más mínimo”. El resultado de lo que tenemos hoy lo conocen tan bien o mejor que yo; creíamos que Nadia era la mejor de la clase y la más sensata del Gobierno, pero resulta que ventosea a ciegas y en público, en la línea de sus compañeros ¡Cuánto desvergonzado permitimos que nos desgobierne!  Juzguen ustedes.

Lo peor que sucede a esta España nuestra es que la solución está en manos del verdadero problema. ¿Creen ustedes que Calviño explicará sus extemporáneas palabras a los cinco millones de parados; a los familiares de los 100.000 fallecidos por abandono del Gobierno; a los centenares de sanitarios muertos por el contagio y la falta de medios; a las 900.000 familias de autónomos que lloran la pérdida de su negocio; a las 500.000 familias que siguen sin cobrar el IMV; al millón de personas que irán al paro tras el ERTE; a los empleados de la restauración y de los gimnasios que se han arruinado;…? Esperen sentados. El que sea cofrade que coja su vela.

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Por cierto, me gustaría saber qué ha sido de las 28.200 vacunas que han desaparecido del Ministerio de Sanidad. ¿Las han revendido a terceros? ¿Han ido a parar a los consabidos ‘vacunajetas’? ¿Cómo se lo va a explicar a la Comisión Europea? ¡Hasta en eso se pringan! ¡Cuánta indignidad acorrala al presidente y a su estrafalaria ‘peña’!

Este Gobierno, con dos burdéganos al frente, me recuerda a una agencia de desestabilización social, política y económica.

Autor

Jesús Salamanca Alonso