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Loquillo irrumpía el pasado viernes para ofrecer «Salud y Rock And Roll», inaugurando así los conciertos de la capital en «la nueva normalidad» de la música española.
Durante el primer fin de semana de marzo Isabel Pantoja era la protagonista de este mismo escenario, donde se congregaron unas 10.000 personas, ajenas a lo que se nos vendría encima, ya que el lunes siguiente se proclamaría el estado de alarma por el Covid-19, y se pararía por completo la música en directo en este país.
120 días después, el público ha vuelto a acceder al popularmente conocido como Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid para escuchar música en vivo, aunque de manera muy diferente: bajo extroardinarias medidas de seguridad y un aforo reducido de unas 1.700 personas.
«Si hay un espacio para aplicar todos los protocolos es este y vamos a tener la confianza de las autoridades sanitarias», prometió hace unos días Manuel Saucedo, consejero delegado de la empresa gestora de este recinto público de 155.000 metros cúbicos de capacidad que cuenta ya con sistemas para renovar el aire.
A beneficio del Banco de Alimentos de Madrid
Los accesos se han producido fluidos y sin colas, con más puertas abiertas que nunca, alfombras a la entrada para desinfectar zapatos y puestos con gel hidroalcohólico cada pocos metros, además de la obligación de llevar la mascarilla hasta la butaca asignada, separada convenientemente del asistente contiguo.
Hasta el personal del recinto ha debido someterse este viernes mismo a una prueba médica para asegurar que su estado de salud no podía comprometer a los espectadores, que abonaron 30 euros de entrada para asistir en persona a este evento de carácter benéfico desarrollado a favor del Banco de Alimentos de Madrid.
Como novedad añadida, desde sus casas también han seguido el desarrollo del concierto personas que (de EE.UU. a Argentina, según la organización) han pagado 8 euros por el acceso al «streaming», a través de 6 cámaras de televisión y una reforzada señal telefónica que ha venido para quedarse y complementar los ingresos de taquilla.
Bajo estas circunstancias, el concierto arrancaba puntual a las 21,30 horas con Loquillo acompañado de toda su banda para brindar si no sus versos más emblemáticos, esta vez sí los más pertinentes: «Sólo hay un secreto que me lleva hasta aquí / Que ha muerto el silencio en las calles de Madrid».
Desde diciembre de 2017, cuando ofreció un apoteósico fin de su gira «Salud y Rock And Roll», no recalaba en este lugar el deslenguado músico catalán que, hasta la pandemia, se había propuesto presentar en espacios reducidos más íntimos su más reciente álbum, El último clásico (2019).
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