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«Cuando los españoles creyeron que con la muerte del «FELÓN» y asesino Fernando VII se habían acabado todos los males surgió su hija, la joven-niña-Reina, que demostró a lo largo de su Reinado y al mundo entero que los Borbones no tienen límites y son la fuente de todos los vicios»
Según Ramón Pérez de Ayala
Ramón Pérez de Ayala
Y no solo dijo eso sino muchas cosas más, como estudioso de la Casa de Borbón que era:
«Los Borbones, como se sabe, son una familia francesa. Los propios franceses, después de larga experiencia a su costa, han definido esta familia diciendo que los Borbones nunca aprenden ni nunca olvidan. LLEVAN UNA FATALIDAD EN LA SANGRE. Parafraseando la definición francesa, pudiéramos decir que los Borbones son incorregibles (improgresivos) y resentidos (vengativos). Puestas en juego estas cualidades dentro del curso histórico, resultará que una monarquía borbónica será siempre incompatible y se opondrá por todos los medios a cualquier movimiento de progreso político y a la evolución liberal de los tiempos (…) las dos únicas monarquías donde no se pudo llegar a la democratización sincera han sido Austria y España. La dinastía española lleva en las venas una mezcla de sangre borbónica y austriaca, sin contar las aportaciones irregulares, clandestinas o fraudulentas, perfectamente comprobadas, pues los borbones, y sobre todo las borbonas, rara vez han sido dechado de honestidad y continencia. Isabel ll, abuela materna de nuestro monarca actual Alfonso XIII, se casó (o la casaron) con un eunuco. Esto no obstante, se realizó el milagro (los Borbones suelen ser también bastante milagreros) de que obtuviese copiosa prole».
Confieso que entrar en la biografía y en el Reinado de Isabel II es como entrar en el infierno de la «Divina comedia» de Dante. Porque tanto en lo político como en lo humano y en lo personal todo provoca pena y repugnancia. Es cierto que Don Benito Pérez Galdós, por todo ello, la llamó «la de los tristes destinos», que es el calificativo con el que pasó a la Historia, ¡ay!, pero no el de la intraHistoria, pues para el pueblo fue «La de los escándalos»… y, en este caso, y a pesar de mi admiración por Don Benito, el pueblo tenía más razón, ya que, al igual que España inició el siglo XIX con un Desastre (el de Trafalgar) y lo terminó con otro (el del 98), Doña Isabel, o la joven-niña-reina, inició su reinado con el escándalo de «El cerrojo de la Reina» (1844) y lo terminó con el de «El rasgo» (1865) o sea, el Alfa y el Omega de un reinado que no solo hundió España sino que sería y seguirá siendo para siempre un borrón en el haber y el debe de la Casa de Borbón.
Isabel II
Veamos el primer escándalo: «El cerrojo de la Reina». En 1844, recién coronada (lo había sido el año 1843, con 13 años), siendo presidente del Gobierno Don Salustiano de Olózaga, al parecer, se produjo una escena violenta cuando fue a la audiencia con la Reina, pues la joven Isabel se negó a firmar el Decreto de Disolución de las Cortes y, según declaraciones de la propia Reina ante notario, el Presidente la obligó violentamente a que lo firmara e incluso cerrándole la puerta con cerrojo para que no saliera hasta que no firmara. Sabido el acto por la Oposición, naturalmente, se produjo un verdadero escándalo político, porque si siempre es un delito violar a una mujer más lo era violentar a su Majestad la Reina… pero, el caso es que cuando fueron a tomarle testimonio los miembros de la Comisión Parlamentaria que se había elegido para clarificar los hechos, el secretario de la misma, el marrullero y sibilino González Bravo se percató de que el despacho real no tenia cerrojo…¡¡Oh, Dios!! … a pesar de lo cual el señor Olózaga tuvo que marcharse al exilio esa misma noche y a escondidas.
Veamos el segundo: el escándalo de «El rasgo». Se produce el 10 de abril, «la Noche de San Daniel», cuando en un enfrentamiento de los estudiantes con la Guardia Civil y la Policía en la Puerta del Sol de Madrid mueren más de 20 personas. El Rector de la Universidad y varios catedráticos críticos con el Gobierno que presidía el general Narváez acaban destituidos y en la cárcel. Emilio Castelar, que ya se había ganado la inquina del Dictador, por su artículo «El Rasgo» («La Democracia»,22-2-1864) dice entonces: «La Monarquía se hunde y la Reina no se entera. España es como una tartana que, con los caballos desbocados, se dirige alegremente hacia el precipicio. O alguien frena esta locura o acabaremos todos cayendo en el hoyo».
Llevaba ya más de 30 años de Reinado cuando el Gobierno de su Majestad decidió sacar a subasta los bienes de la Corona por expreso deseo de Doña Isabel. La cosa no hubiera llegado a más, en aquella España de corrupciones o corruptelas, si no hubiera sido porque la Reina se reservaba el 25% de la venta de los bienes reales. Aquello muchos lo consideraron un escándalo, porque entendían que los bienes de la Corona eran bienes del Estado y no se podían vender si no era con el consentimiento del Parlamento y por supuesto sin el porcentaje para la fortuna particular de la Reina. El «rasgo», según Castelar, en realidad era una «apropiación indebida», con lenguaje de hoy.
O sea, que con ella «llegó el escándalo» y con ella todo su reinado fue un escándalo.
Pero antes de seguir, no hay más remedio que entrar, lo justo, en su biografía personal: Isabel II era hija del rey Fernando VII y de su cuarta esposa, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Su padre había estado casado anteriormente en tres ocasiones, pero ninguna de sus esposas le había dado descendencia que le pudiese suceder. En previsión de una eventual falta de descendencia directa masculina, el 29 de marzo de 1830, el rey Fernando VII, en detrimento de su hermano Carlos María Isidro, promulgó la Pragmática Sanción de 1830. Esta Ley se limitó a publicar el texto aprobado por las Cortes y conocido como la Pragmática Sanción de 1789, y que, restaurando el sistema de sucesión tradicional en España, permitía a su descendencia femenina sucederle tras su fallecimiento, si el soberano fallecía sin hijos varones (El monarca solo tendría dos hijas, Isabel y su hermana, la infanta Luisa Fernanda, nacida en 1832).
María Cristina de Borbón-Dos Sicilias
Isabel nació el 10 de octubre de 1830 en el Palacio Real de Madrid. Fue bautizada en la capilla del mismo AL día siguiente y fueron sus padrinos sus tíos: el rey de las Dos Sicilias, Francisco I y su esposa María Isabel de Borbón. Tras ello, el 13 de octubre de 1830 y de acuerdo con la Pragmática Sanción su padre mandó que, hasta el eventual nacimiento de un hijo varón, se guardasen a la infanta heredera los honores correspondientes a los Príncipes de Asturias.
Isabel II ascendió al trono de España el 29 de septiembre de 1833 tras la muerte de su padre, sin haber cumplido todavía los tres años de edad, motivo por el cual fue necesario nombrar a su madre, M aría Cristina de Borbón-Dos Sicilias, Regente del reino.
Regencia que duraría desde 1933 a 1940 y eso fue ya echarse en manos del diablo, pues la buena señora no tardó ni dos meses en buscarse un amante, un tal Fernando Muñoz, sargento de la Guardia Real, que la transformó en una máquina de hacer niños (un embarazo por año) y revolucionó, otra vez, la Corte. Volvieron los peores tiempos del burdel de los Reinados anteriores… y en ese ambiente creció la niña-Reina.¿Qué podía esperarse?.
Que ya lo decían los madrileños en los bares y las tertulias: » La Regente es una dama casada en secreto y embarazada en público».
Eso y una Guerra Civil de seis años. Porque ni el infante Don Carlos María, el hermano del «Felón», ni sus seguidores absolutistas, habían aceptado la «Pragmática Sanción» y se habían echado al monte con las armas en la mano. Por tanto, esa fue la infancia de la Reina de los tristes destinos: escándalos sexuales a la vista y guerra… y con ese telón de fondo le impusieron la Corona, con 13 años, uno antes de lo que establecía la Ley. Una presa fácil para los cocodrilos, las ratas y las serpientes políticas y partidistas que se disputaban el Poder… y a los que no les interesaba preparar a la Reina-niña, pues cuanto más ignorante permaneciera más fácil sería servirse de ella (como le reconocería a Galdos muchos años después, ya en el exilio: «Yo tenía entonces 14, 15, 17, 18, 19—y me habían metido en un laberinto por el que tenía que andar palpando las paredes, pues no había luz que me guiara…y si uno la encendía el otro la apagaba… uno me aconsejaba una cosa y el otro la contraria y venía el tercero y me recomendaba otra totalmente contraria… ¿Y yo, qué podía hacer yo, tan jovencilla, Reina a los 13 años? ).
De esta época podemos valorar la descripción que hace el conde de Romanones de Isabel ll:
Conde de Romanones
«A los diez años Isabel resultaba atrasada, apenas si sabía leer con rapidez, la forma de su letra era la propia de las mujeres del pueblo, de la aritmética apenas sólo sabía sumar siempre que los sumandos fueran sencillos, su ortografía pésima. Odiaba la lectura, sus únicos entretenimientos eran los juguetes y los perritos. Por haber estado exclusivamente en manos de los camaristas ignoraba las reglas del buen comer, su comportamiento en la mesa era deplorable, y todas esas características, de algún modo, la acompañaron toda su vida».
Isabel, ciertamente ,era una mujer con escasas cualidades intelectuales, frívola y vaga… y, aunque muchos lo nieguen y, por sus orígenes y, por su ADN borbónico, una ninfómana.
Pero su tragedia personal le llegó al casarse con su primo, el infante Francisco de Asis de Borbón, Duque de Cádiz, cuando tenia 16 años. Los cónyuges eran primos carnales por vía doble y el matrimonio hizo aguas desde la misma noche de bodas, ya que el infante era homosexual y tenia problemas sexuales orgásmicos. La boda se celebró el 10 de octubre de 1846 en el salón del Trono del Palacio Real de Madrid y fue una boda doble, pues al mismo tiempo su hermana, la infanta Luisa Fernanda, contrajo matrimonio con el Príncipe Antonio de Orleans Montpensier e hijo menor de Luis Felipe I de Francia. ¡¡Oh Dios!! ahí comenzó el viacrucis, porque, según comentaría días después la propia novia, dijo al ser preguntada cómo le había ido su primera noche de amor dijo: «¡¡Un desastre!! ¿Qué podía esperar de un hombre que la noche de bodas al desnudarse llevaba más encajes que yo?».
Francisco de Asis de Borbón, Duque de Cádiz
Y, ciertamente, aquello fue una tragedia, ya que, como veremos después, su vida fue un verdadero escándalo sexual desde el principio (malas lengüas ya dijeron cuando se supo de su primer embarazo que el padre era Don Salustiano de Olózaga, el Jefe del Gobierno a la sazón) hasta el punto que de los 12 hijos que oficialmente pasaron por ser legítimos la intraHistoria asegura que ninguno fue del Infante Asís ni del mismo padre.
Su Reinado abarcó un período de transición en España en el que la Monarquía fue cediendo poder político al parlamento, pero con continuas trabas a la participación de los ciudadanos en asuntos de gobierno. En el terreno de la lucha por las libertades democráticas su Reinado fue un fracaso; también se falsearon las instituciones y se propagó la corrupción electoral. Ningún partido en el Poder perdió unas elecciones, porque el «pucherazo» estaba asegurado. Si hubo cambios fue por la interferencia de una casta militar que cambiaba gobiernos a base de pronunciamientos o golpes de estado de uno u otro signo. Según autores como Jesús Cruz, el reinado de Isabel II se podría catalogar como uno de los más corruptos en la historia de España. Fácilmente manipulada por sus ministros y por la «camarilla» religiosa de la Corte (compuesta principalmente por el padre Claret, su confesor; el padre Fulgencio, confesor de su marido, y sor Patrocinio), la reina interfería con frecuencia en la política de la nación (en una ocasión llegó incluso a postularse como Presidenta del gobierno) lo que la hizo impopular entre los políticos y acabó por causar su final al dar paso a la Revolución de 1868.
Hechos resaltables de su Reinado fueron el atentado que sufrió el 2 de febrero de 1852, cuando el cura Martín Merino quiso acabar con su vida clavándole un estilete en el costado, mientras se encontraba en la Basílica de Nuestra Señora de Atocha, poco después de haber dado a luz a su hija Isabel. La reina se recuperó en pocos días y el cura fue ejecutado tras un rápido juicio en el que se dictaminó que había actuado en solitario y por iniciativa propia.
Y más importante aún fue el motín-sublevación del Cuartel de artillería de San Gil, que se produjo el 22 de junio de 1866 en Madrid, bajo los auspicios de los partidos progresista y democrático con la intención de derribar la Monarquía… y no solo fue grave por las consecuencias que tuvo, sino porque, en realidad, fue el primer «movimiento revolucionario de España», ya que fue el primero en poner en duda la legitimidad de Isabel II y el objetivo final era la Monarquía. Los sargentos de artillería que se sublevaron tenían motivos de queja contra el Gobierno, porque este no les permitía promocionarse más allá del empleo de capitán, al no haber salido de la Academia de Artillería de Segovia. . y estaba previsto que los tres regimientos sublevados se dirigieran al interior de la ciudad hacia la Puerta del Sol y con la colaboración de los milicianos movilizados por los radicales hacerse con el poder. En pocas horas Madrid se llenó de barricadas callejeras. Sin embargo, la sublevación y las barricadas fueron barridas a cañonazos por las tropas que dirigía el General Serrano en menos que canta el gallo… y el Presidente del Gobierno, el general O’Donnell, no tuvo más remedio que aplicar una dura represión, dado que los sublevados habían asesinado a sus jefes y habían repartidos fusiles a los paisanos proletarios que acudían a recibirlos. Opinión que era compartida por Narváez.
Motín-sublevación del Cuartel de artillería de San Gil
La represión del levantamiento fue muy dura. Fueron fusiladas 66 personas, en su inmensa mayoría sargentos de artillería, y también algunos soldados. El 7 de julio se produjeron los últimos fusilamientos, entre los que se incluyeron el del general carlista Juan Ordóñez de Lara, el de quien había asesinado al coronel Don Federico Puig y el de un paisano que había dado muerte a un guardia civil en la calle de Toledo, según publica La Gaceta. A pesar de eso la reina insistió ante O’Donnell para que fueran fusilados inmediatamente todos los detenidos, alrededor de unos mil, a lo que el jefe del gobierno se negó y se dijo que comentó:
«¿Pues no ve esa señora que, si se fusila a todos los soldados cogidos, va a derramarse tanta sangre que llegará hasta su alcoba y se ahogará en ella?».
Los condenados a muerte fueron fusilados junto a los muros exteriores de la plaza de toros, que entonces estaba situada a un centenar escaso de metros de la Puerta de Alcalá. Y, ciertamente, la sangre de aquellos sargentos fusilados ahogó a la Reina y a la Monarquía, ya que dos años más tarde Doña Isabel tuvo que coger el tren del exilio (y en París vivió los 32 años más que vivió).
Este hecho marcó para siempre el reinado de Isabel II, puesto que los absolutistas se agruparon en torno a los derechos dinásticos del infante Carlos María, provocando las conocidas tres guerras carlistas, que ensangrentaron al país a lo largo del siglo XIX.
Ante los escándalos que había en la Corte, hace que sea sustituida por el primer espadón de la época, el general Espartero, hasta que éste fue obligado a abandonar el cargo a mediados de 1843. Con la finalidad de evitar una tercera Regencia, se adelantó la mayoría de edad de Isabel II a trece años.
General Espartero
Isabel II se vio fácilmente manipulada por los intereses partidistas, tanto por sus familiares como por las camarillas cortesana y determinados políticos. Al mismo tiempo, se veía las dificultadles que tenía para cumplir de forma eficaz las funciones políticas que el sistema constitucional le confería.
LOS PRECEPTORES
Naturalmente, a la niña-reina, nada más nacer la rodearon de servidores y, por supuesto, de preceptores y profesores. El preceptor mayor fue don Agustín Arguelles, aquel orador «divino» que tanto destacó en las Cortes de Cádiz, aunque ya era casi un anciano y estaba enfermo. Su profesor general y maestro de música, fue don José Vicente Ventosa, un gran catedrático del conservatorio, de gran prestigio… pero, que al final tuvo que ser expulsado de palacio por intentos de abusos sexuales contra la niña. También figuraba como profesor, de arte y sociedad don Francisco Frontela, también llamado Valdemosa a quién se le conocía como amante de la reina, tal vez por que fue al primero que le concedió la Cruz de Carlos lll y padre de uno de sus hijos… y, al decir de todos el intelectual y líder de los liberales, don Salustialo Olozaga, que al parecer fue el que la desfloró y la inició en las prácticas amorosas.
Pero su formación se limitó a una educación basada en las normas sociales, en la religión y en el estudio del piano. Nada de ciencias, ni humanidades, ni derecho ni política (quizás por las enseñanzas que dejó en la familia Borbón la Reina María Luisa, la mujer del abuelo Carlos IV, que mantuvo siempre que las mujeres españolas sólo tenían que estudiar y aprender las cosas de la cama y la cocina). Isabel no se acostaba antes de 5 de la madrugada ni se levantaba antes de las 3 de la tarde.
Y AHORA LA LISTA DE LOS AMANTES
No sé si he dicho ya y si no lo digo ahora, que esta Isabel ll me trae al recuerdo, inevitablemente, a mi profesora Doña Carmen Llorca, la primera mujer que se atrevió a escribir una biografía de Isabel ll, a quien agradeceré siempre que introdujera en mi cerebro «la Historia como pasión». Pues recuerdo que un día que me invitó a comer a su casa de la calle Luchana, de Madrid, se pasó más de una hora hablándome «de los amores y amoríos» de la niña-reina.
–¿Sabes, Merino, que por primera vez en mi vida de escritora tuve que autocensurarme?
–¿Y eso, Doña Carmen?
–Pues, porque su vida sexual fue tan revolucionaria y amoral que hay cosas que a mí como mujer, hasta me da vergüenza citarlas. Sobre todo me encontré con un libreto-panfleto, que al parecer hicieron los hermanos Bécquer, (imágenes y textos) que repugnan a la vista y resulta casi imposible mirarlas y leerlos:
Por tanto, no debe sorprender la lista de los amantes «oficiales», y digo oficiales porque fueron los que se conocieron por entonces, y los que pasaron a la Historia. Pero, la intrahistoria dice que hubo otros muchos más.
El primer amante oficial fue el general Serrano a quien Isabel II calificaba como «el general bonito», y producía un auténtico escándalo porque la reina lo perseguía por todos los cuarteles de Madrid. Llegó a tal nivel el escándalo, que el Ejército decidió trasladarlo fuera de Madrid.
Otros amantes fueron:
El cantante José Mirall, cuya voz entusiasmaba a la Reina.
El conocido compositor Emiliano Arrieta,
El coronel Gándara
Don Manuel Lorenzo de Acuña, marqués de Bedma.
El capitán José María Arana, conocido como «el pollo Arana»,
El capitán de ingenieros Enrique Puig-Moltó conocido como «el pollo real», que fue el padre de Alfonso XII, al que llamaron puigmolteño. Se dice que un día hablando Isabel con su hijo Alfonso XII de dijo «Hijo mío, la única sangre Borbón que corre por tus venas es la mía».
El general O´Donnell
El secretario Miguel Tenorio;
El cantante Tirso Obregón;
El empresario José de Murga y Reolid,
El marqués de Linares.
El gobernador de Madrid y posterior Ministro de Ultramar, Carlos Marfori y Calleja, que le acompañará a París cuando se exilia por el triunfo de la Gloriosa de 1868.
El capitán de artillería, José Ramón de la Puente.
Fruto de estas relaciones tuvo los siguientes hijos:
– El 20 de mayo de 1849 da a luz un varón fallecido en el parto, hijo del marqués de Bedmar.
– El 12 de julio de 1850 dio a luz un nuevo varón que falleció a los cinco minutos de nacer, de padre desconocido
– El 20 de diciembre de 1851, dio a luz a la infanta María Isabel Francisca de Asís, popularmente conocida como la Chata, princesa de Asturias, hasta el nacimiento de Alfonso XII, hija del capitán José Ruiz Arana.
– El 5 de enero de 1854, nace la infanta María cristina, muerta al poco de nacer y que fue enterrada en el Panteón de El Escorial, de padre desconocido.
– El 24 de noviembre de 1855, tuvo un aborto avanzado, tras haberse publicado en la Gaceta de Madrid el embarazo real, de padre no conocido.
– El 20 de junio de 1856, hay un nuevo aborto de padre no conocido.
– El 28 de noviembre de 1857; Alfonso, príncipe de Asturias y más tarde rey de España, era hijo del capitán de ingenieros Enrique Puig Moltó. A punto de dar a luz al futuro Alfonso XII, la Reina preguntó al médico que la atendía, Don Tomás Eustaquio del Corral y Oña, si la criatura sería varón o hembra. Le contestó «Varón», por ello y en señal de agradecimiento le nombró marqués del Real Acierto.
– El 26 de diciembre de 1859, da a luz a la infanta Concepción, muerta a los veintiún meses, hija de un oficial de la guardia
– En el año 1861 tuvo a María del Pilar Berenguela fallecida a los dieciocho años, hija del amante Marfori.
En el año 1862 tuvo a María de la Paz de Borbón y Borbón, que fue casada con Luis Fernando de Baviera. hija de Marfori
– En el año 1864 tuvo a María Eulalia de Borbón y Borbón, duquesa de Galliera, fue casada con Antonio de Orleans y Borbón. hija de O´Donnell
– En el año 1866 nació Francisco de Asís Leopoldo de Borbón y Borbón, fallecido a las pocas semanas de nacer. hijo del marqués de Linares.
EL REY FRANCISCO DE ASÍS
Mientras todo esto sucedía su marido Francisco de Asís y Borbón tuvo un amigo de por vida, Antonio Ramón Meneses, con el que convivió hasta su muerte. Ante los continuos amantes de Isabel II, los asumió con naturalidad. Pero por el reconocimiento de la paternidad de los hijos de Isabel, su mujer legítima, ante los hombres y ante Dios, recibía a cambio un millón de reales por hacer la presentación de cada uno de ellos.
Como dice Isabel Burdiel «casada a los dieciséis años con su primo Francisco de Asís, a quien aborrecía, Isabel II tuvo en ese marido a su más ferviente enemigo, el espía de todos sus actos, el deslegitimador de sus derechos al trono».
Una copla popular decía de Francisco de Asís:
Gran problema es en las Cortes
Averiguar si el consorte
Cuando acude al excusado
Mea de pie o mea sentado
Destacaba por su capacidad de intrigar en las Cortes, su gusto por las conspiraciones, su tendencia a clericalizar el juego político mediante el apoyo a personajes oscuros de la Iglesia. Debe destacarse el papel del confesor del rey, el padre Fulgencio y de sor Patrocinio, que ejercieron una nefasta influencia en las relaciones entre ambos cónyuges.
Francisco de Asís prefería el palacio segoviano de Rio Frío a la cercanía de su esposa en el Palacio Real de Madrid. Ya en el exilio se instaló en Epinay, en las afueras de Paris, retirado de la vida pública y dedicado a su afición a los libros y al coleccionismo de obras de arte, hasta que muere en 1902, dos años antes que la Reina
EL FINAL DE ISABEL II
El 28 de septiembre de 1868, se produce el levantamiento de la Gloriosa, encabezada por los generales Prim, Serrano y el almirante Topete que contó con un gran apoyo popular que cantaban el himno de Riego y gritaban ¡Mueran los Borbones! Y que en algunos momentos se convirtió en ¡Mueran los bribones!. Esto supuso la salida de Isabel II al exilio de París. Desde él, no dejó de conspirar e hizo todo lo posible para que su hijo Alfonso XII recuperara el trono, como así sucedió en el año 1874.
Isabel II muere el 16 de abril de 1904. El historiador conservador José Luis Comellas hace un retrato de Isabel II «Desenvuelta, castiza, plena de espontaneidad y majeza, en la que el humor y el rasgo amable se mezclan con la chabacanería y con la ordinariez, apasionada por la España cuya secular corona ceñía y también por sus amantes».
El escritor Valle Inclán en su obra «La corte de los milagros» hace la siguiente descripción: «La Católica Majestad, vestida con una bata de ringorrangos, flamencota, herpética, rubiales, encendidos los ojos del sueño, pintados los labios como las boqueras del chocolate, tenía esa expresión, un poco manflota, de las peponas de ocho cuartos».
Y ya al final de su vida, Isabel II, en una entrevista con el escritor Benito Pérez Galdós le decía: «¿Qué había de hacer yo, jovencilla, reina a los catorce años, sin ningún freo a mi voluntad, con todo el dinero a mano para mis antojos y para darme el gusto de favorecer a los necesitados, no viendo al lado mío más que personas que se doblaban como cañas, ni oyendo más voces de adulación que me aturdían ¿Qué había de hacer yo? Póngase en mi caso…»
Así describia Pérez Galdós a Isabel II en 1902. «El reinado de Isabel II se irá borrando de la memoria, y los males que trajo, así como los bienes que produjo, pasarán sin dejar rastro. La pobre Reina, tan fervorosamente amada en su niñez, esperanza y alegría del pueblo, emblema de la libertad, después hollada, escarnecida y arrojada del reino, baja al sepulcro, sin que su muerte avive los entusiasmos ni los odios de otros días. Se juzgará su reinado con crítica severa: en él se verá el origen y el embrión de no pocos vicios de nuestra política; pero nadie niega ni desconoce la inmensa ternura de aquella alma ingenua, indolente, fácil a la piedad, al perdón, a la caridad, como incapaz de toda resolución tenaz y vigorosa. Doña Isabel vivió en perpetua infancia, y el mayor de sus infortunios fue haber nacido Reina y llevar en su mano la dirección moral de un pueblo, pesada obligación para tan tierna mano»
FIRMA
NOTA EXPLICATIVA
`POST-MORTEN
Tras la caída de la reina Isabel II y su posterior exilio a Francia, circuló por todo Madrid una colección de acuarelas escandalosamente satírica y pornográfica titulada «Los Borbones en pelotas», atribuída sin pruebas a los HERMANOS BÉCQUER, que causó gran conmoción entre los medios católicos y las Autoridades eclesiásticas españolas.Hasta el punto que obligaron al Gobierno no sólo a recogerlo todo sino a perseguir a quien las propagase. La obra nunca fue publicada, pero clandestinamente llegó incluso a la Biblioteca nacional y a los Archivos de Washington, como hemos visto más arriba.
Hoy, sin embargo, las láminas y sus textos pueden verse hasta en Internet.
Autor
-
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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