22/11/2024 01:48
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Todos pendientes de que el general Armada apareciera en la Zarzuela junto al Rey

y todos estuvieron a las ordenes de su Majestad decidiera lo que decidiese 

“El Correo de España” reproduce hoy todas las declaraciones de los Capitanes Generales y de los Altos Mandos del ejército recogidas textualmente del Sumario

Como por motivo del 40 aniversario del “23-F” me he propuesto acabar con los misterios, los enigmas, las incongruencias y las dudas de “aquello” (que más que “Golpe de Estado”, como vengo repitiendo, fue un “Autogolpe  del Rey”), hoy les toca el turno a los Capitanes Generales de las 9 Regiones Militares y demás Altos Mandos del Ejército… y para ello nada mejor que reproducir sus declaraciones ante la Justicia que figuran en el Sumario. Aunque a sabiendas de que entre lo que declararon oficialmente y su verdadera actuación aquella tarde-noche hay un buen trecho. Quizás por eso sus declaraciones fueron todas por escrito.

 

(Por cierto que contra lo que han escrito algunos sesudos “historiadores” el sumario del “23-F” nunca ha estado escondido ni prohibida su consulta y cualquier persona documentada ha podido obtener copia. Eso sí, pagándola. Yo tengo los 9 tomos reducidos desde hace casi 40 años) 

Naturalmente, sin olvidar que aquellos Generales aunque ya eran los “Generales del Rey” seguían siendo los “Generales de Franco”. Por su edad, por su hoja de servicio profesional y por los Juramentos que habían realizado para llegar donde estaban. O sea que casi todos fueron los Alferez provisionales de la guerra y los Tenientes del Pingarron, los de la Casa de Campo, los de Brunette, los de Oviedo, los de Belchite, los de Teruel, los que llegaron al mar por Vinaroz y los Capitanes, Comandantes y Coroneles del Ebro. Eran los Oficiales de la victoria de 1939.

 

Y así les llegó la jornada del 23 de febrero de 1981… (al menos, a los que no habían sido asesinados por el terrorismo separatista y antinacional). 

¿Cómo se comportaron los «generales del Rey» aquella noche crucial? ¿Qué pensaron, qué hicieron y cómo actuaron al encontrarse de frente con que algunos de los suyos estaban dispuestos a «reconducir» la democracia?…

La mejor respuesta a estas interrogantes las daría -después del «23-F»­ el teniente general y capitán general de la I Región Militar, don Guillermo Quintana Lacaci, cuando dijo que aquella noche había estado pendiente del Rey y en posición de firmes para cumplir cualesquiera órdenes que proviniesen de Su Majestad, el capitán general de los Ejércitos.

Porque, ésa es la verdad… y no otra.

 

Los «generales del Rey» estuvieron con el Rey… cuando comprobaron -caso del general Juste- que el Rey no amparaba el paso dado por el teniente general Milans del Bosch, el general Armada y el general Torres Rojas. Bien es verdad que dudaron -y eso nadie lo puede negar- al ver que los jefes de la rebelión eran los más monárquicos de entre ellos. Y dudaron, además, porque la rebelión se producía al grito de «¡Viva el Rey!» y, según los implicados, con el respaldo del Rey.

Después, y eso también es verdad, casi en bloque se pusieron a las órdenes del Rey y dejaron solos, aislados, a los sublevados. De ahí que en sus declaraciones por escrito a petición del juez especial de la Causa 2/81 existan «tiempos muertos» sin justificar y contradicciones manifiestas.

¿Qué habrían hecho los «generales del Rey» en otro supuesto? ¿Cómo habrían reaccionado si en ese otro supuesto las órdenes hubiesen sido otras?… Indudablemente, lo que el teniente general Lacaci aseguró en Zaragoza: obedecer al Rey.

Y esto es todo. No hay que darle más vueltas. 

Por eso nos vamos a limitar a reproducir las «declaraciones» por escrito que a posteriori hicieron los capitanes generales y aquellos altos mandos que tuvieron un papel significado durante la tarde-noche del día 23 de febrero de 1981. Estas son:

 

DON IGNACIO ALFARO ARREGUI,

Teniente general del Ejército del Aire,

presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor

 De 62 años de edad, casado, prestando la declaración solicitada en oficio de 9 de los corrientes por el consejero togado juez especial de la Causa s/n, que se instruye como consecuencia de los hechos acaecidos los días 23 y 24 del pasado mes de febrero.

CERTIFICO:

A la primera pregunta: que el día 23 de febrero pasado, siendo las 18.30 horas, tomé la decisión de que la Junta de Jefes de Estado Mayor se considerara reunida en sesión permanente, dados los acontecimientos que se estaban produciendo.

Tomé contacto inmediato con el director general de la Guardia Civil el cual mantuvo a la Junta al corriente de lo que estaba sucediendo en el Congreso de los Diputados, informando que el grupo de guardias civiles ocupantes del mismo lo constituían en total, unos 200 hombres al mando del teniente coronel Tejero, acompañado de un grupo de oficiales y algunos suboficiales. Sobre las 01.45 del día 24, se tuvo conocimiento también, de la llegada ante el Congreso de una unidad de la Policía Militar del Cuartel General de la División Acorazada, penetrando el jefe de la misma en el interior del palacio. El jefe del Estado Mayor del Ejército informó que se trataba de una unidad que actuaba sin órdenes, cuyos componentes también entraron, posteriormente, en el recinto del Congreso.

Los jefes de Estado Mayor en el primer momento, establecieron contacto con sus respectivas Capitanías Generales, acordando la Junta, a las 19.20 del día 23, que se pusiera en acción la operación Diana en «Alerta Dos». Se tuvo entonces conocimiento de que en la III Región Militar se había declarado el estado de excepción y más tarde se conoció, asimismo, el contenido del bando dictado por su capitán general, ante lo cual el jefe del Estado Mayor del Ejército le ordenó que adoptara el «Alerta Dos» y anulara su bando, a lo que él contestó que no recibía otras órdenes que las de S. M. el Rey. Al contestarme a mí, personalmente, en el mismo sentido informé de ello entonces a S. M. por si estimaba llamar directamente al teniente general Milans del Bosch. Ya después de las 7 horas del día 24 en la Junta se recibió un mensaje de la Casa de S. M. el Rey, transmitiendo el nuevo bando del capitán general de la III Región Militar que anulaba el anterior.

En su momento (20.30 horas del día 23), Televisión Española comunicó la ocupación de sus instalaciones y las de Radio Nacional en Prado del Rey por una unidad del Regimiento de Villaviciosa 14, al mando de un capitán, de lo que se dio cuenta a S. M. el Rey. El jefe del Estado Mayor del Ejército tomó medidas inmediatas para que el coronel jefe de dicho Regimiento ordenara la retirada de la unidad, que así lo hizo, protegiéndose la RTVE por un destacamento de GEOS. De todo ello, también, se informa a S. M. el Rey.

En la información que recibía del director general de la Guardia Civil, éste me manifestó haber hablado por teléfono con el teniente coronel Tejero para hacerle deponer su actitud, a lo que éste respondió que no recibía más órdenes que las del teniente general Milans del Bosch. Se estableció entonces contacto con este teniente general, para que lo hiciera a su vez con el teniente coronel Tejero, y de todo ello se dio cuenta a S. M. el Rey, que informó entonces a la Junta de haber hablado por teléfono con todas las Capitanías Generales.

A las 21.30 horas del día 23, la Junta decidió que el jefe del Estado Mayor del Ejército se trasladará a su Cuartel General, mientras los demás componentes permanecieron reunidos.

La Junta estuvo en continuo contacto con los secretarios de Estado y subsecretarios, reunidos en el Ministerio del Interior, compareciendo ante la Junta la secretaria de Estado de Información, señora Posada; el de Seguridad del Estado, señor Laína y el de Asuntos Exteriores, señor Robles Piquer, este último en dos ocasiones. La Junta tuvo información precisa de su actividad y de los comunicados que enviaban a los medios de difusión.

 

La Junta estuvo informada de las órdenes del jefe del Estado Mayor del Ejército al general Armada y de las gestiones de éste con el teniente coronel Tejero en el interior del palacio del Congreso.

Por orden de S. M. el Rey, a las 22.50 del día 23, la Junta transmitió a todos los capitanes generales, el mensaje en el que S. M. confirma haber ordenado a las autoridades civiles y a la Junta de Jefes de Estado Mayor, tomar las medidas necesarias para mantener el orden constitucional, y que cualquier medida de carácter militar que se tome, debe serlo con la aprobación de la JUJEM.

Ya en la mañana del día 24, se reciben las noticias de que algunos guardias civiles abandonaban el Congreso, y el director general de la Guardia Civil informa de que el teniente coronel Tejero quiere entregarse bajo condiciones, que sólo comunicará al general Armada, decidiendo la Junta que éste vuelva a entrar en el Congreso, desde cuyo interior me informa de dichas condiciones, que la Junta estima aceptables, comunicándose así a S. M. el Rey, que también las aceptó.

Igualmente se comunicó al general Armada la aceptación de la condición impuesta por el capitán del navío don Camilo Menéndez de entregarse a un contralmirante. 

Durante el desarrollo de los acontecimientos, la Junta transmitió tres notas a los medios de comunicación, a las horas y con los textos siguientes:

22.45 del día 23: «La Junta de Jefes de Estado Mayor manifiesta que ante los sucesos desarrollados, en el palacio del Congreso, se han tomado las medidas necesarias para reprimir todo atentado a la Constitución y restablecer el orden que la misma determina…

8 del día 24: «Al iniciarse una nueva jornada, la Junta de Jefes de Estado Mayor informa a la opinión pública que ha permanecido reunida ininterrumpidamente desde que se produjo el asalto al Congreso de los Diputados y de que en estos momentos continúa en permanente contacto con los capitanes generales de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, así como con la Comisión Permanente de Secretarios de Estado y Subsecretarios que ha asumido la gobernación del Estado.

 

»La Junta reitera que están siendo escrupulosamente cumplidas las órdenes de S. M. el Rey a las autoridades militares en cuya virtud puede ser en todo momento garantizada la tranquilidad pública en cualquier punto del territorio nacional, con la única y grave excepción del secuestro que padecen los señores diputados, incluidos los miembros del Gobierno, que parece que empieza a evolucionar favorablemente.

»La Junta de Jefes de Estado Mayor, lo mismo que todas las autoridades militares a sus órdenes, atiende escrupulosamente al cumplimiento de los deberes que corresponden a las Fuerzas Armadas en virtud del mandato constitucional. A este fin las tropas permanecen en sus cuarteles en los que la lealtad y la disciplina son norma permanente.

»S. M. el Rey se ha dirigido a todos los capitanes generales de Tierra, Mar y Aire para expresarles su satisfacción por el comportamiento de todas las fuerzas de sus mandos.»

12.30 del día 24: «La Junta de Jefes de Estado Mayor comunica que se ha resuelto favorablemente el asalto al palacio del Congreso y en estos momentos la tranquilidad reina en toda España.» 

A la segunda pregunta: que no tiene más que manifestar.

Madrid, 13 de marzo de 1981.

Firmado y rubricado.

  

DON LUIS ARÉVALO PELLUZ

Almirante jefe del Estado Mayor de la Armada

De 64 años de edad, casado, que no tiene relación especial de amistad ni enemistad con ninguna de las personas presuntamente relacionadas con el asalto al Congreso de los Diputados, evacuando en la forma prevista en el artículo 583 del Código de Justicia Militar, el interrogatorio de preguntas expedido por el consejero togado juez especial de la Causa s/n instruida como consecuencia de los hechos acaecidos los días 23 y 24 de febrero pasado, que culminaron con el asalto al Congreso de los Diputados.

CERTIFICO:

PRIMERA: Que las medidas adoptadas por el que suscribe, en relación con los hechos a que se refiere la causa, se desprende de la siguiente relación circunstanciada:

 

A las 18.25 horas del día 23 fui informado por la radio de la Oficina de Prensa de la ocupación del Congreso.

 

Sobre las 18.30 horas me puse en contacto personal con el almirante jefe de la Jurisdicción Central, quien ordenó el acuartelamiento de la Agrupación de Infantería de Marina, de Madrid, y tomó las medidas de precaución para garantizar la seguridad tanto de las estaciones radiotelegráficas como la del propio acuartelamiento.

 

Al propio tiempo mantuve contacto telefónico con los capitanes generales de las Zonas Marítimas, comandante general de la Flota y comandante general de la Zona Marítima de Canarias, quienes ya previamente habían establecido medidas de seguridad.

 

Sobre las 19.00 horas, en contacto telefónico con el presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, se decidió que los jefes de Estado Mayor de cada Ejército permaneciesen en sus Cuarteles Generales para hacerse cargo y controlar la situación.

 

Sobre las 19.15 horas me llamó Su Majestad para decirme que desmintiera la noticia de su intervención en el presunto golpe militar. Seguidamente lo comuniqué a todas las autoridades jurisdiccionales de la Armada.

 

Sobre las 19.30 horas la Junta de Jefes de Estado Mayor acordó establecer la Operación DIANA, Alerta 2.

 

A 20.40 horas me trasladé a la sede de la Junta de Jefes de Estado Mayor, donde permanecí hasta el final de los acontecimientos, quedando en el Cuartel General el vicealmirante segundo jefe del Estado Mayor de la Armada, con el que permanecí en contacto permanente y éste, a su vez, con todas las Autoridades Jurisdiccionales.

 

Pasada la medianoche recibí una llamada desde el hotel Palace del capitán de fragata López Cortijo, ayudante del presidente del Gobierno, que había entrado en el Congreso para interesarse por su estado, manifestándome que había visto allí al capitán de navío don Camilo Menéndez.

 

También en el hotel Palace se encontraba el capitán de Intendencia de la Armada Núñez Simón.

 

Pregunté si tenían posibilidades de entrar ambos en el Congreso y les dije que, en caso afirmativo, que informasen al presidente de que la situación estaba dominada, indicando al capitán Núñez Simón que tratase de disuadir al capitán de navío Menéndez de que permaneciese en el Congreso.

 

Posteriormente me volvió a llamar el capitán de fragata López Cortijo para decirme que el presidente había sido informado y que el capitán de Intendencia Núñez Simón no había podido convencer al capitán de navío Menéndez.

 

A continuación envié al citado capitán de fragata López Cortijo, que transmitiese la notificación a los generales Aramburu, Santamaría y señor Laína.

 

SEGUNDA: Que no tiene nada más que manifestar.

 

Madrid, 17 de marzo de 1981.

Firmado y rubricado.

 

DON GUILLERMO QUINTANA LACACI

Teniente general del Ejército, capitán general de la I Región Militar

CERTIFICO que:

Sobre las 18.25 del día 23 de febrero del corriente año, recién terminado el despacho con el jefe de EM, mi ayudante de campo, que se encontraba en su despacho escuchando por radio la retransmisión de los actos del Congreso de los Diputados, me comunica que el edificio de dicho Congreso ha sido tomado al asalto por unos guardias civiles. 

Me pongo al habla, por teléfono, con el JEME quien me ordena que controle la DAC y concentre el GOE de la BRIDOT I.

Me pongo al habla con e1 jefe de la BRIDOT para que controle su unidad y concentre el citado GOE. 

Al hablar por teléfono me dice el jefe de la DAC que ha dado orden a sus unidades de que salgan a ocupar objetivos de la operación «DIANA», pues el comandante Pardo le transmite la orden del teniente general Milans, quien dice estar aprobada la acción por S. M. el Rey. Le ordeno que mantenga a todas las unidades en sus cuarteles.

Llamo al jefe de la Brigada Acorazada XII quien me dice que sus unidades van a empezar a salir; le doy orden de que las retenga en sus cuarteles y que pare la salida. Cumplimenta mi orden.

Llamo al coronel jefe accidental de la Brigada XI quien me comunica que ya tiene un batallón sobre camiones y que va a salir; le digo que impida que salgan y que se concentren en sus cuarteles. Cumplimenta mi orden.

 

Mientras llamo al Regimiento Caballería Villaviciosa 14, digo al jefe de mi Estado Mayor haga lo mismo con el acuartelamiento de Vicálvaro (RACA 11 y AAA). Al hablar yo con el coronel del Regimiento de Caballería me dice que ya han salido tres escuadrones con carros, uno de ellos a RN y TVE; le ordeno que lo retire. Al hablar mi jefe de EM con el Regimiento de Artillería su coronel le dice que están a punto de salir; le ordena que no lo haga y que se acuartele, cosa que así hace.

 

Pocos minutos después de haber hablado yo y mi jefe de EM con las citadas unidades, éstas reciben la misma orden del jefe de la DAC. El Jefe del Regimiento de Caballería llama a Capitanía para comprobar la orden y la cumple.

 

El jefe de la DAC ratifica las órdenes por escrito. Quedan todas las unidades en sus cuarteles y acuarteladas a las 21.10 aproximadamente.

 

Me entero de que el general de división Torres Rojas se encontraba en el Cuartel General de la DAC y como su destino es el de gobernador militar de La Coruña manifiesto mi extrañeza y llamo capitán general de la VIII RM y se lo digo; me dice le ordene que se incorpore a su destino. Le transmito esta orden por medio del general jefe de la DAC y lo cumple a las 21.30 aproximadamente.

 

Me entero por la radio de que el comandante Pardo del EM de la DAC, con oficiales y soldados de dicho Cuartel General llega al Congreso y se introduce en el edificio.

 

Llamo al Cuartel General de esta gran unidad y sólo saben que salió de allí sin permiso.

 

Por orden del JEME llamo a las Capitanías Generales diciéndoles que me ha llamado directamente S. M. para decirme que no saquemos la fuerza a la calle, que tengamos serenidad, y que el nombre suyo lo utilizan sin su autorización. Llamo a todos y me dicen que están tranquilos, que también les ha llamado el Rey y que obedecen.

 

Llamo a la III RM, al capitán general Milans y me dice que las noticias de la radio son falsas que no tiene tropas en la calle y sólo acuarteladas. Nuevamente lo hago cuando la radio da a conocer el bando pidiéndole que lo anule y llame a Tejero y a Pardo para que depongan y dice que lo del bando solamente es para cuidar del orden público y que no llama a Tejero ni a Pardo pues no dependen de él y que lo hagan sus mandos naturales.

 

Envío al palacio del Congreso al coronel 2.º Jefe de EM, Astilleros, y al teniente coronel también de mi EM Novarbos, a ver si convencen al comandante Pardo. Van al Congreso hablan con Pardo y vienen diciendo que se niega.

 

Autorizo a que el coronel San Martín, Jefe de EM de la DAC acompañado del teniente coronel Bonelli de mi EM vayan al palacio del Congreso a hablar con el comandante Pardo, llevando el coronel una nota dictada por teléfono del ayudante de SM y de parte de éste. Vuelven al poco rato diciendo que se niega.

 

Me llama por teléfono el general gobernador militar de Alicante pidiéndome noticias; se las doy y como me dice que no ha recibido el télex de SM donde dice que se obedezca a la JUJEM, se lo leo y pide se le mande por escrito y que él obedece, pues su capitán general (III RM) no le ha dicho nada.

 

Por simple sospecha, terminado el acto de secuestro en el palacio de Congresos y la anulación del bando en Valencia, le pido al Jefe de la DAC investigue un poco en su EM, por si su jefe de EM no sabía lo del comandante Pardo. Poco tiempo después me llama y me dice que tiene sospecha y lo arresta 14 días, pero al seguir averiguaciones, comprobado el comportamiento del coronel San Martín, eleva el arresto a dos meses.

 

Varios capitanes generales me dicen que Milans les ha propuesto, a fin de evitar una masacre, que lo mejor sería un gobierno presidido por el general Armada; concretamente los capitanes generales de la IV y V que dicen como yo, que es completamente anticonstitucional; igual me lo dicen los capitanes generales de la VI y Canarias.

 

Y a petición del juez especial, consejero togado señor García Escudero, extiendo este certificado en Madrid a nueve de marzo de mil novecientos ochenta y uno. Firmado y rubricado.

 

Posteriormente, el teniente general Quintana Lacaci hizo otra «declaración» ante el «juez especial», general García Escudero, de la que reproducimos, por su interés, esta parte que afecta al comportamiento del general jefe de la División Acorazada:

 

PREGUNTADO si, por su conocimiento de las personas y de la situación, considera verosímil que el general Torres Rojas hubiese acudido a la División para asumir su mando, en el caso de que el general Juste se hubiese resistido abiertamente a los propósitos expuestos por el mencionado general Torres Rojas, por el coronel San Martín y por el comandante Pardo Zancada, contesta: Que, por considerarlo muy posible, llamó por teléfono urgentemente al capitán general de la VIII Región, utilizando teléfono de la red territorial de mando, para decirle la presencia del general Torres Rojas en la División Acorazada y, al decir éste, que se le transmitiera la orden al citado general de que se incorporara urgentemente a su destino de gobernador militar de La Coruña, transmitió esta orden al general Torres Rojas por intermedio del general Juste obedeciendo el general Torres Rojas dicha orden.

 

PREGUNTADO si, por su experiencia del mando y conocimiento de las personas, considera verosímil la explicación de la conducta del general Juste, asintiendo a la propuesta de movilizar la División, como medio de mantenerse en el mando de la misma hasta que pudiera informarse de la situación, en vez de plantear abiertamente una oposición que hubiese podido provocar enfrentamientos y consecuencias de la mayor gravedad, contesta: Que, si bien militarmente debía haberse impuesto desde el primer momento, hay que tener en cuenta que con su actuación para ganar tiempo y obedeciendo las órdenes del declarante, considera al general Juste con esta conducta como el hombre que resolvió la situación sin enfrentamientos ni derramamiento de sangre, en absoluto.

 

PREGUNTADO si, con su contestación anterior, el declarante quiere referirse a que la conducta militarmente más digna y gallarda habría sido la de una oposición abierta, desde el primer momento, no hay que excluir por ello la legitimidad de una conducta como la que siguió el general Juste para conseguir un resultado positivo, contesta: Que, si hubiera adoptado otra conducta distinta a la que adoptó, no se puede prever el resultado que hubiera tenido; con la que adoptó, repite el declarante, se consiguió abortar desde el primer momento el golpe, que es, en definitiva, lo que se trató de conseguir con la mayor rapidez.

 

 

 

DON PEDRO MERRY GORDON

Teniente general del Ejército y capitán general de la II Región Militar

 

 

De 63 años de edad, casado, natural de Jerez de la Frontera y vecino de Sevilla, con domicilio en plaza de España s/n, evacuando las preguntas formuladas por el Juzgado Militar Especial que instruye la Causa sin número, con motivo de los hechos acaecidos los pasados días 23 y 24 de febrero, en ocasión del asalto al Congreso de los Diputados:

 

CERTIFICO. Que la primera noticia, sobre los sucesos en cuestión, la recibí a través de mi jefe de Estado Mayor, el general Urrutia, cuando me encontraba en mi residencia particular dedicado a la lectura, serían las 18.30 horas.

 

Que inmediatamente me incorporé a mi despacho oficial para hacerme cargo de la situación, dándose la circunstancia, en aquellos primeros momentos, de que en las unidades, centros y dependencias de la región sólo se encontraba el personal de servicio, y de acuerdo con el calendario previsto, las unidades a las que correspondía efectuar ejercicios y maniobras fuera de sus respectivas plazas, así lo hacían.

 

A partir de las 18.45 horas, los cuadros de mando, teniendo conocimiento de los sucesos a través de los medios de difusión, se van presentando sucesiva y espontáneamente en los respectivos lugares de destino, cosa que asimismo hace todo el personal perteneciente al Cuartel General de esta Capitanía General.

 

Que sobre las 20.00 horas, se recibe en esta Capitanía llamada telefónica de la Sección II de la DI, anticipando la decisión de la Superioridad en el sentido de que debería adoptarse por la región la situación de Alerta 2, si bien, queda condicionada en su ejecución a que se reciba la correspondiente comunicación del JEME por vía télex.

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Que sobre las 21.15 horas se recibe por la Red TAC télex núm. 169 del jefe del Estado Mayor del Ejército en el que se ordenaba «PONER EN MARCHA BERTA DOS. ACUARTELAMIENTO DE UNIDADES».

 

Que en cumplimiento de dicha orden, mi Estado Mayor dio traslado de la misma a las distintas guarniciones de la región, incluidas la Capitanía General de la Zona Marítima del Estrecho, Capitanía General de la II Región Aérea, coronel jefe de la 2.ª Circunscripción de la Policía Nacional y general jefe de la 2.ª Zona de la Guardia Civil.

 

Que sobre las 21.40 horas, di la orden, que cumplimentó mi Estado Mayor, de comunicar a las distintas unidades, de que las disposiciones logísticas que contempla la Alerta 2 se realizarán durante la noche del 23 al 24 sólo por lo que respecta a los niveles existentes en el interior de los acuartelamientos, y que a partir de las primeras horas de la mañana se cumplimentarán cuantas disposiciones logísticas dicta el Anexo 3 de la Operación Diana, según las instrucciones que al respecto dictarían las Jefaturas de Armas y Servicios de coordinación con mi Estado Mayor.

 

Que sobre las 23.41 horas recibí un teletipo de S. M. el Rey en el que literalmente se me ordenaba lo siguiente:

 

«ANTE SITUACIÓN CREADA POR SUCESOS DESARROLLADOS PALACIO CONGRESO Y PARA EVITAR CUALQUIER POSIBLE CONFUSIÓN, CONFIRMO HE ORDENADO AUTORIDADES CIVILES Y JUNTA JEFES ESTADO MAYOR TOMEN TODAS MEDIDAS NECESARIAS PARA MANTENER ORDEN CONSTITUCIONAL DENTRO LEGALIDAD VIGENTE.

 

»CUALQUIER MEDIDA DE CARÁCTER MILITAR QUE EN SU CASO HUBIERAN DE TOMARSE, DEBERÁ CONTAR CON LA APROBACIÓN DE LA JUJEM.

 

»RUEGO ME CONFIRMEN QUE RETRANSMITEN A TODAS LAS AUTORIDADES DEL EJÉRCITO»

 

Que sobre las 09.30 horas del día 24, y como continuación a la orden remitida a las distintas unidades de esta región a las 21.40 horas del día anterior -a que antes se hace referencia-, dispuse que aquellas que estaban afectadas por la Operación Diana se municionasen en los centros de entrega correspondientes, hasta completar la dotación permanente que figura en ficha aprobada por mi autoridad y solamente en lo que respectaba a la armas señaladas en el apartado 1.2. Anexo 3 de la citada Operación.

 

Al mismo tiempo ordenaba a los distintos gobernadores militares me dieran cuenta de las necesidades de carburantes y medios de transporte para completar los niveles señalados en dicha Operación.

 

Que por último el día 25 a las 15.50 horas, recibí un telegrama del Jefe del Estado Mayor del Ejército ordenándome de que a partir de las 18.00 horas, de dicho día, se suspendieran las medidas adoptadas en relación con la Operación BERTA DOS, orden que fue inmediatamente transmitida a los distintos gobernadores militares, por mi Estado Mayor.

 

SEGUNDO. Que quiere hacer constar el declarante, con independencia de lo que anteriormente relata, que sobre las 18.40 horas del día 23 recibí una llamada telefónica del general Milans del Bosch, capitán general de la III Región Militar, en la que me relató las medidas que había pensado adoptar en el ámbito de su Jurisdicción, a lo que yo contesté que quedaba enterado de ello.

 

Que pocos momentos después, sobre las 18.45 horas del mismo día, recibí una llamada telefónica de S. M. el Rey, preguntándome si en esta Región ocurría alguna novedad, a lo que contesté, que en absoluto y que estaba a sus incondicionales órdenes.

 

Que sobre las 01.30 horas del día 24, recibí nueva llamada telefónica, esta vez de un ayudante de S. M., desde la Casa Real, quien me manifestó, en nombre del Rey, el agradecimiento de éste por el comportamiento de esta Región Militar.

 

Y que por último, S. M. el Rey, en persona, me llamó a las 08.30 horas del día 24, dándome las más expresivas gracias por el comportamiento de las fuerzas a mis órdenes.

 

Y para que conste en el procedimiento de referencia conforme a lo prevenido en los artículos 581, 583 y concordantes del Código de Justicia Militar y oficio de dicho Juzgado del 9 del corriente, extiendo y firmo el presente en Sevilla a diecisiete de marzo de mil novecientos ochenta y uno. Firmado y rubricado.

 

DON ANTONIO PASCUAL GALMÉS

Capitán general de la IV Región Militar

(posteriormente y sustituyendo a Milans del Bosch fue nombrado Capitán general de la III Región Militar)

 

Emite la siguiente declaración certificada relativa a los hechos acaecidos en los días 23 y 24 de febrero último en la Capitanía General de la IV Región Militar, Autoridad y Mando que ejerció hasta la noche del 24, por haber sido designado para el actual a las 19 horas de dicho día, a petición del excelentísimo señor consejero togado García Escudero, juez del Juzgado Militar Especial del Consejo Supremo de Justicia Militar, en escrito foliado número 0G9773103 de fecha 9 de marzo último,

 

CERTIFICO

1.º Circunstancias personales.

– Nombre y apellidos: Antonio Pascual Galmés.

– Empleo y mando: teniente general del Ejército y capitán general de la III

 

Región Militar.

– Fecha de nacimiento: el 20 de septiembre de 1917.

– Lugar de nacimiento: Petra (Baleares).

– Hijo de: Matías y de Margarita.

– Estado civil: casado.

– Documento Militar de Identidad: número R-5076.

– Documento Nacional de Identidad: número 28 110 768.

 

2.º Relación circunstanciada, lo más concreta posible, de las medidas tomadas como capitán general de la IV Región Militar en relación con los hechos acaecidos los días 23 y 24 del pasado mes de febrero, con cuantos datos le consten y considere pertinentes para su mejor conocimiento y esclarecimiento de las posibles responsabilidades derivadas de tales hechos.

 

A) Antecedentes:

 

El día 23 de febrero último y a las 17 horas, tenía concertada visita con el señor presidente de la Generalidad de Cataluña desde días antes y a la que acudí en compañía de un ayudante de campo y duró alrededor de una hora más o menos. En ella se hablaron y concretaron detalles de la próxima visita a Barcelona de SS. MM. los Reyes de España y de la Familia Real con motivo de la celebración prevista para finales de mayo del Día de las Fuerzas Armadas y Acto de Homenaje a la Bandera de España. Seguidamente me trasladé a Capitanía, despedí escolta y ayudante y entré en la residencia particular.

 

Pocos minutos después de llegar a Capitanía me dijeron que el señor Pujol, presidente de la Generalidad, deseaba hablar conmigo por teléfono, quien llamaba para tratar de informarse de lo que estaba sucediendo en Madrid. Le dije que nada sabía, pero que tuviera tranquilidad, que trataría de informarme y que a la vez cualquier medida que tuviera que tomar le tendría informado. Tomamos nota de nuestros respectivos teléfonos oficiales, línea directa.

 

Seguidamente y desde el despacho-salita del Pabellón de Capitanía, en el que tenía todos los teléfonos oficiales, radio y televisión, que puse en marcha en este momento, tuve la primera idea de lo que pasaba, por lo que llamé al jefe de Servicio de Capitanía y al general de Estado Mayor con el fin de activar servicios en Capitanía, que llamaran a mis ayudantes y a todos los jefes de Sección y componentes del Cuartel General.

 

B) Medidas tomadas:

 

Acto seguido me puse en comunicación con el teniente general JEME con quien rápidamente nos pusimos de acuerdo en poner en marcha la «Operación Diana» hasta el nivel 2-Acuartelamiento de mandos y tropas en sus respectivos cuarteles de la región. Quedamos en que me enviaría orden en este sentido por medio de télex.

 

Seguidamente se ordenó el acuartelamiento de todo el personal en la región y se encargó a los gobernadores militares me tuvieran al corriente del grado de concentración que sucesivamente fueran alcanzando. Que reforzaran los servicios de guardia. Que se pusieran en contacto con sus respectivos gobernadores civiles para que tuvieran informes de cualquier eventualidad y que les rogaran que reforzaran en lo posible la vigilancia externa de todos los acuartelamientos con el fin de evitar posibles alteraciones del orden público y que si en situación límite se tratara de asaltar cuarteles, que supieran que las guardias y las guarniciones repelerían la agresión. Se insistió en que todos los gobernadores militares estuvieran muy unidos y comunicados con sus respectivos gobernadores civiles para intercambio de información veraz y sobre todo que ni los gobernadores militares ni los jefes que de ellos dependieran tomarían ninguna determinación sin conocimiento y aprobación del capitán general.

 

Así se hizo sucesivamente y fui recibiendo noticias del grado de incorporación de mandos y tropas como asimismo de la situación en todas las provincias de la región, pudiéndose asegurar que antes de las 21 horas estaban mandos y tropas concentrados y con capacidad de recibir las órdenes que los difíciles momentos que pasaban aconsejaran. Debo advertir que solo recibí por este conducto buenas noticias de tranquilidad, orden y completa comunicación y acuerdo de ambas autoridades, la civil y la militar, por lo que entendí que en la región todo estaba bajo control y con capacidad de tomar todas las medidas que de acuerdo con la autoridad superior, en este caso el teniente general JEME, con quien mantuve constante contacto telefónico y al que tuve informado y de quien podía recibir órdenes. Así puede decirse se mantuvo el orden y la disciplina en la región sin nota alguna discordante durante toda la noche del 23 al 24 en que estando la situación totalmente controlada y a elevadas horas, ordené que se establecieran turnos de descanso mientras yo seguía ininterrumpidamente al lado del teléfono, radio y televisión, con sucesivas visitas a los ayudantes y del jefe de EM.

 

Mientras tanto, se atendieron y se realizaron numerosísimas llamadas telefónicas:

 

a) Con el presidente de la Generalidad de Cataluña.

 

Casi continuamente, a quien sucesivamente informamos de nuestras noticias, como asimismo recibí las suyas, pudiéndose asegurar que en el conjunto se trató de conseguir la normalidad no exenta de las propias preocupaciones de las medidas militares tomadas, ya descritas y entre las que destacan:

 

– Sobre las 21 horas del día 23, más o menos, que si me parecía bien que él, por radio o televisión, hiciera manifestaciones de tranquilidad y que estaba en continuo contacto con la autoridad militar, el capitán general de Cataluña. Le dije que sí. No sé cuándo fue, pero escuché sus declaraciones y le llamé diciéndole que de acuerdo.

 

– Que le había llamado S. M. el Rey y que le había dado sensación de tranquilidad y que serían superados los acontecimientos. A mi vez le informé que también había recibido noticias directas del general marqués de Mondéjar, jefe de la Casa de S. M. el Rey con noticias similares y sobre quién tenía autoridad para enviar órdenes -quedando que todas se canalizarían a través del JEME o del PREJUJEM-. Asimismo me informó de que a altas horas de la noche se habían notado movimientos de fuerzas por los alrededores de Tortosa. Le informé que no se preocupara pues se trataba de una compañía de OE que estaba en el campo, a la que se había ordenado replegarse sobre su acuartelamiento de Tarragona, de madrugada, llamando la menor atención posible. Asimismo le informé que teníamos otra compañía similar por los alrededores de Sabadell y que en estos momentos hacía lo propio y se incorporaría a su acuartelamiento de Jaén 25, de Barcelona. Tuvimos muchísimas más comunicaciones telefónicas directas, todas tendentes a la normalidad.

 

b) Con el gobernador general, delegado del Gobierno en Cataluña, señor Melià.

 

– Al principio con gran frecuencia tratándose de intercomunicaciones de carácter informativo en ambas direcciones para tratar de encuadrar la situación e intervenir para lograr los fines perseguidos de anular cualquier reacción anómala en Cataluña y aminorar lo que simultáneamente ocurría en Madrid y región de Valencia, destacando:

 

– El que había escuchado el bando del capitán general de Valencia y que después se dieron marchas militares. Le rogué que hiciera lo posible para que tales comunicaciones fueran eliminadas de Radio Nacional de España en su retransmisión catalana y sé que hizo todo lo posible hasta conseguirlo.

 

– Me informó de que había hablado con el gobernador civil de Valencia quien le dijo que se encontraba en su despacho sin poder hacer nada, ya que estaba acompañado del general gobernador militar de Valencia, por otra parte, buen amigo suyo, general Caruana. Rogué al señor Melià volviera a llamar al gobernador civil de Valencia y que le dijera de mi parte al general Caruana hiciera llegar al capitán general de parte mía, que retirara las tropas a sus acuartelamientos y que al igual que yo obedeciera las órdenes que le diera el JEME o el PREJUJEM. Sé que este recado llegó a destino. Después le rogué que hiciera lo mismo con el gobernador civil de Castellón para el gobernador militar general Ibáñez Navarro. Sé que también este recado llegó a destino.

 

– Tuvimos muchos más contactos telefónicos todos conducentes a lograr la tranquilidad y la normalidad.

 

c) Con los gobernadores civiles y subgobernador de Barcelona.

También tuvimos comunicaciones directas o por mediación de los gobernadores militares con intercambios de información y medidas aconsejables para evitar desórdenes y aproximación de multitudes a los acuartelamientos.

 

d) Contactos con otros capitanes generales y otras autoridades.

 

– Con el de la I Región Militar teniente general Quintana y con su jefe de Estado Mayor general Sáenz de Tejada. Intercambio de información y desarrollo de acontecimientos en Madrid y total normalidad controlada en Cataluña.

 

– A petición del teniente general Quintana, que me pedía si tenía ascendiente sobre el teniente general Milans, que le llamara para que obedeciera las continuadas órdenes que se le daban de regresar a la Alerta 2 que había recibido. Le dije que no tenía ascendiente sobre Milans del Bosch, pero que algo haría.

 

– Consecuentemente llamé al teniente general Latorre, número 1 de la promoción de Milans del Bosch, para que tratara de influenciarle para que obedeciera. Me dijo que tal como estaban las cosas era por demás que él le llamase, ya que si no hacía caso de Madrid menos le haría a él. Intercambiamos información sobre normalidad y superación de lo que veíamos seguía produciéndose en Madrid.

 

-Consecuente a la información recibida del general Sáenz de Tejada de la salida de algunas pequeñas unidades de la División Acorazada, que no obedecían y de la información de que una brigada de la misma estaba en San Gregario (Zaragoza) llamé al capitán general, general Elícegui, quien me dijo que dicha unidad estaba sin municionar y que allí no pasaba nada. Intercambiamos brevemente información y no volvimos a hablar.

 

– Con el JEME, como ya se ha informado, se tuvo contacto siempre y al principio, unas veces se ponía el general Gabeiras, otras el general Armada y otras, creo recordar que los generales Arrazola y Pérez Íñigo. Información de que todo estaba en orden en Cataluña y nuestros deseos de que cuanto antes pudiera resolverse lo de Madrid.

 

– Con el capitán general de Valencia Milans del Bosch, de madrugada, no pudiendo precisar la hora, creo que sobre las 3 de la madrugada o más tarde y la conversación fue más o menos así:

 

-Pascual, ¿tú estás de acuerdo con la solución Armada?

 

-¿Qué es la solución Armada?

 

-Que Armada sea presidente del Gobierno.

 

-¿Quién ordena esta solución?

 

-Quién va a ser; S.M.el Rey.

 

-Mira, general, esto no puedo creérmelo y mucho más proviniendo de ti, que te has empeñado en no obedecer cuanto te han ordenado.

 

Colgó.

 

– Con S. M. el Rey, poco antes de las 9 de la mañana del día 24.

 

-Pascual, soy el Rey.

 

-A sus órdenes, Majestad, no hay novedad en la IV Región Militar.

 

-Ya lo sé y te agradezco mucho tus servicios, que has de mantener tal como lo estás haciendo.

 

-Así se hará, Majestad.

 

-Para ti y para todos los componentes de esa región un abrazo muy fuerte.

 

-Muchas gracias, Señor, y a sus órdenes.

 

3.º Sí tengo algo más que manifestar.

 

Que sobre las 8.30 del día 24 me incorporé al despacho oficial de Capitanía y cuando ayudantes o alguien me decía iban a dar noticias en la televisión o por radio, iba y venía a la residencia oficial para recibir noticias en directo.

 

Finalmente, sobre las 11 horas, cuando todo estaba terminado, seguí el despacho normal de los asuntos de Capitanía hasta cerca de las 14 horas en que pasé al pabellón para arreglarme un poco y comer, no sin antes reiterar que se mantuviera la Alerta 2-acuartelamiento hasta que la superioridad lo ordenare.

 

Asimismo he de hacer constar que en varias ocasiones durante la noche recibí llamadas del general jefe de la 4.ª Zona de la Guardia Civil como asimismo del jefe de las fuerzas de Policía Nacional de la Circunscripción a los que recomendé prudencia, que siguieran asesorando y obedeciendo a sus autoridades, que les agradecía su llamada y que informaran a Capitanía de cuanto pudiera suceder en los amplios territorios de su mando. Así lo hicieron confirmando todas las noticias que se tenían de total normalidad.

 

Sobre las 17 horas del día 24 me llamó el teniente general JEME diciéndome que no me separe del teléfono, que espera tener algo importante que comunicarme. Sobre las 18.30 recado de que llame a la zarzuela y un ayudante de S. M. (el comandante Sintes) me dice que están reunidos. Le digo el recado recibido. Creo que entró en la reunión y a los pocos minutos se pone el teniente general Gabeiras pa informarme que el Consejo de Ministros acaba de designarme capitán general de la III Región Militar. Que me envían un avión Myster y que me incorpore cuanto antes a Valencia. Sobre las 21 horas de ese día embarco en el avión y a las 21.35 tomaba tierra en el aeropuerto militar de Manises.

 

Es cuanto declaro y certifico de acuerdo con lo solicitado por el excelentísimo señor general consejero togado García Escudero, juez del Juzgado Militar Especial del Consejo Supremo de Justicia Militar, con sede en el Cuartel General del Aire, Madrid, en Valencia a los 11 días del mes de marzo de mil novecientos ochenta y uno. Firmado y rubricado.

 

 

 

DON ANTONIO ELÍCEGUI PRIETO

Teniente general del Ejército, capitán general de la V Región Militar

 

 

 

Evacuando la declaración interesada por el excelentísimo señor consejero togado don José María García Escudero, juez de la Causa s/n seguida en el Juzgado Militar Especial y en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 583 del Código de Justicia Militar.

 

CERTIFICO: Que en relación a la primera de las preguntas formuladas la evacúo en los siguientes términos:

 

Que sobre las 17.15 horas del día 23 de febrero de 1981 dejé mi despacho oficial de Capitanía y dando por terminada la jornada, subí a mi pabellón situado en el piso superior del mismo edificio, donde siguiendo mi costumbre de todos los días me dispuse a ponerme cómodo cambiándome el uniforme sin propósito de salir de mi domicilio.

 

Sobre las 18.15 o 18.40 horas del mismo día, me avisaron que tenía una llamada telefónica del excelentísimo señor general jefe de la Brigada de Defensa Operativa del Territorio V; acudí al teléfono y poniéndose el mentado general a mis órdenes, me preguntó si conocía los hechos que estaban ocurriendo en Madrid, cuya noticia estaba escuchando en esos momentos por la radio y que consideraba muy graves, manifestándole yo mi total ignorancia de tales hechos, y al preguntarme si se incorporaba a su despacho de la Brigada, le contesté que permaneciese en su domicilio hasta que yo me informase. Fechas más tarde expresaba el citado general, Fernández Tovar, que él mismo se había dado cuenta por teléfono de mi profunda sorpresa ante los hechos que me explicaba.

 

Minutos más tarde, sin poder precisar exactamente la hora, me llamó directamente a mi pabellón por la línea de la Red Territorial de Mando el teniente general Milans del Bosch, quien me dijo, sin que pueda precisar que sea textual su frase: «¿Te has enterado de lo ocurrido en el Congreso? Ahí se va a producir una masacre que hay que evitar a toda costa, yo voy a publicar un manifiesto.» A lo que contesté que antes de nada debía informarme.

A la vista de todo lo anterior y considerando muy graves los hechos, decidí volver a ponerme de uniforme y reintegrarme a mi despacho, llamando por teléfono al jefe de Información de Capitanía, quien no se encontraba en su domicilio, comprometiéndose sus familiares a localizarlo en el menor tiempo posible y presentándose el mismo en mi despacho un cuarto de hora después.

 

Seguí reflexionando sobre cuál debía ser mi actuación en cuanto a la región de mi mando, y en la situación en que se encontraban sus unidades, así como las de otras regiones que en aquellos momentos se encontraban en ella, concibiendo la idea de ordenar el acuartelamiento.

 

Una vez en mi despacho, y sobre las 19.30 horas, establecí contacto, vía Red Territorial de Mando, con el jefe del Estado Mayor del Ejército, al que di cuenta de mi decisión de acuartelar a todas las unidades, excepto a las que, por disposición ministerial estaban apoyando a la «Universiada 81» (unos 300 hombres), ya que estimé que retirar tal apoyo podía implicar dar al traste con la mencionada Universiada. El general Gabeiras me contestó que le parecía bien y que esperara una orden que llegaría en breve.

 

A partir de este momento, se fueron reuniendo en el edificio de esta Capitanía los jefes y oficiales de mi Estado Mayor, terminándose de poner en marcha la orden de acuartelamiento, disponiendo igualmente se presentase en mi despacho el jefe de las unidades de la División Acorazada que se encontraban en el campo de tiro y maniobras de San Gregorio, el cual presentado, le ordené que dichas unidades quedaban a mis órdenes directas en concepto de acuarteladas y que suprimiera todos los ejercicios del día siguiente sin más orden especial que la de esperar mis ulteriores instrucciones.

A las preguntas de los generales bajo mi mando sobre la conducta a observar, les contesté que cada uno permaneciera en su puesto hasta nueva orden.

Sobre las 20.00 horas y por el teléfono de la Compañía Telefónica Nacional de España, recibí una llamada del palacio de la Zarzuela; una vez al aparato se me anunció que S. M. el Rey me iba a hablar, cosa que efectivamente ocurrió, diciéndome S. M.: «Elícegui, se está utilizando mi nombre en falso. Yo no he autorizado nada a nadie. Resuelve las cosas trabajando con los gobernadores civiles y no recibas órdenes más que de la Junta de Jefes de EM. Si tienes duda de alguna de ellas, antes de cumplirla habla conmigo.»

En cumplimiento de esta orden de S. M. dispuse que el gobernador civil de Zaragoza viniera a mi despacho, y como transcurriera el tiempo sin hacerlo, pregunté la razón y se me informó que había recibido órdenes del señor Laína de permanecer en el suyo.

Entendiendo que tenía prioridad la orden del Rey, llamé al señor Laína y le expuse mi deseo de que el gobernador civil de Zaragoza se personara en mi despacho, y al indicarle que era cumplimiento de lo ordenado por S. M., me dijo que inmediatamente se lo transmitiría, presentándose en esta Capitanía el citado gobernador civil, sobre las 21.30 horas. Cambié impresiones con él y quedamos que en tanto no variase la situación adoptaría él las providencias oportunas, teniéndome en todo momento al tanto de lo que ocurriese.

Sobre las 21.00 horas, recibí un mensaje cifrado del JEME, remitido a todas las Capitanías Generales, para poner en marcha la, vulgarmente llamada, ALERTA II.

Aproximadamente a la misma hora, recibí por vía telefónica ofrecimiento de los excelentísimos señores gobernadores civiles de Soria y Huesca, agradeciéndoles tal ofrecimiento e indicándoles que establecieran contacto con los gobernadores militares de las respectivas provincias.

Igualmente, sobre las 23.30 horas, me llamó telefónicamente el alcalde de Zaragoza para ponerse a mi disposición y ofrecerme los servicios de la Policía Municipal.

Poco después me volvió a llamar el señor Laína encareciéndome hablase con el general Milans del Bosch para tratar de que depusiera de su actitud. Me indicó que estaba decidido a dar la orden para que los GEOS asaltasen el palacio del Congreso, reduciendo a las fuerzas del teniente coronel Tejero; el tono de su voz indicaba decisión. Le aconsejé que por ningún concepto lo hiciera, ya que ello podría dar lugar a la temida masacre y le expuse mi opinión de que era preferible tratar con Tejero, incluso ofreciéndole la salida del Congreso con «armas y bagajes».

De acuerdo con ello, llamé a la Capitanía General de Valencia al general Milans del Bosch y le dije que conocía su manifiesto, que ya había sido difundido por los medios de comunicación. Inquiriendo la razón de haber sacado las tropas a la calle, me contestó que dichas medidas las había adoptado por haber establecido el toque de queda y con la finalidad de hacerlo cumplir, diciéndome además, que sólo depondría su actitud en el caso de que el general Armada se hiciera cargo del Gobierno.

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Para lograr disuadir al general Milans del Bosch llamé también al capitán general de Madrid, rogándole que, haciendo valer su amistad con el general González del Yerro, interesara de éste que llamara al general Milans. El general Quintana me contestó que ya lo había hecho, pero que González del Yerro no había conseguido disuadirlo.

Algo después, vía RTM llamé al JEME, y desde su despacho me contestó el general Armada al cual le expuse mi conversación con Milans del Bosch, incluida su pretensión de que él se tenía que hacer cargo del Gobierno, indicando al general Armada que hablase con el Rey; me contestó que ya lo había hecho, pero que S. M. le había colgado dejándolo en comunicación con el general don Sabino Fernández Campos.

Sobre las 01.30 del día 24 recibí una nueva llamada del señor Laína la que me comunicó que las cosas iban bien y que me daba las gracias por todas mis gestiones, indicándome que se encontraba en su despacho el general Armada. Al expresarle mi extrañeza por esto último, el señor Laína me indicó que si quería se pondría al teléfono el propio general Armada, y habiendo contestado afirmativamente se puso efectivamente al teléfono el general Armada, a quien inquirí la razón de su presencia en el despacho del señor Laína, informándome que volvía del Congreso y que había fracasado su gestión cerca del teniente coronel Tejero, tomando seguidamente el teléfono el señor Laína quien me manifestó que aparentemente iban bien las gestiones con el general Milans del Bosch, volviéndome a llamar de nuevo el dicho señor Laína sobre las 04.30 horas para comunicarme que el general Milans del Bosch había retirado las tropas de la calle y se disponía a dar un nuevo manifiesto anulando su anterior, reiterándome de nuevo el señor Laína la expresión de su gratitud por mis gestiones.

A las 09.00 horas del mismo día 24 por la RTM y por primera vez directa y personalmente, S. M. el Rey requirió mi presencia al teléfono para darme las gracias por mi actitud y conducta y para enviarme un abrazo.

Minutos después de la anterior citada hora, me volvió a llamar el señor Laína con análogas expresiones a las de S.M.

Inmediatamente después de las anteriores conversaciones telefónicas, intenté llamar al JEME para darle novedades de la noche, atendiendo la llamada telefónica con gran extrañeza mía el general Castro San Martín, al cual le pregunté por el general Gabeiras; contestándome que estaba descansando en una habitación inmediata y que él recibiría y transmitiría mis novedades, le reiteré la noticia de que las tropas estaban acuarteladas excepto las de apoyo a la Universiada.

Entre las 10.00 y las 11.00 horas, intenté hablar de nuevo con el general Gabeiras, y al no poder conseguirlo, lo hice con el segundo jefe del JEME general Armada, al que, aparte de reiterarle las novedades, le indiqué la conveniencia de ir pensando en desacuartelar.

De nuevo intenté hablar con el general Gabeiras sobre las 14.00 horas, sin conseguirlo tampoco, hablando también esta vez con el general Armada, quien me dijo que el general Gabeiras se había ido a descansar y que no podía contestar sobre mi propósito de levantar la orden de acuartelamiento.

Otra vez llamé al general Gabeiras sobre las 19.30 horas y me volvió a contestar el general Armada, diciéndome que el general Gabeiras había resuelto en sentido negativo mi propuesta de desacuartelar.

En la tarde del día 24, sin poder precisar la hora, llamé al capitán general de la I Región Militar; ante la imposibilidad de poder hablar con él, pues estaba en la Junta de Defensa Nacional, lo hice con el jefe de su EM general Sáenz de Tejada, preguntándole si veía algún inconveniente para que las unidades de la División Acorazada que se hallaban de maniobras en el Campo de San Gregorio, siguieran los horarios previstos, pues debían embarcar para el regreso el día 25, me contestó que no creía existiese ningún inconveniente, entonces autoricé consecuentemente a las citadas unidades para que consumieran la munición que tenían preparada para los ejercicios proyectados y no ejecutados, advirtiéndoles que siguieran en todo el calendario previsto. Logré más tarde comunicar con el general Quintana, capitán general de la I Región Militar, quien ratificó lo dicho por su jefe de EM.

En relación con la segunda de las preguntas formuladas no tengo nada más que manifestar.

Y para que conste, y remitir al indicado juez togado instructor, firmo el presente en Zaragoza a trece de marzo de mil novecientos ochenta y uno. Firmado y rubricado.

 

 

DON LUIS POLANCO MEJORADA

Teniente general del Ejército y capitán general de la VI Región Militar

(con sede en Burgos.)

 

 

CERTIFICA: Que, en relación con la PRIMERA pregunta de su escrito de fecha 9 del actual hace constar:

 

Que se enteró a las 18.25 horas por el jefe de Estado Mayor de esta Capitanía y por la familia, de los hechos que relataban las emisoras de radio.

 

En contacto con los generales gobernadores de las siete provincias, quedó en claro que no había otras informaciones que las que oíamos todos y se ordenó estar con serenidad, desarrollando las actividades normales, pero enlazados entre sí los distintos escalones del mando para reaccionar con eficacia ante las órdenes que se recibiesen.

 

Hacia las 21.00 horas hubo una llamada telefónica en persona de S. M. el Rey con el que hablé.

A las 21.45 horas llegó la orden del teniente general JEME de Alerta-2. Se retransmitió telefónicamente en la clave prevista, por el general jefe de Estado Mayor de esta Región Militar a todos los gobernadores militares de esta región. Se completó diciendo que se hiciese sin medidas espectaculares ni prisas que alarmaran, tanto en la retirada de unidades tipo cía que estaban en el campo, como en la llamada a personal que estuviera fuera de la región.

A las 22.47 horas se recibió un telegrama de S. M. el Rey ordenando que no se acatasen más órdenes en el ámbito militar que las suyas o las de la JUJEM. También se disponía se diera traslado a las autoridades militares, como se hizo a los gobernadores militares, acusando recibo a S. M., como ordenaba.

Se adoptaron todas las medidas previstas, con gran serenidad y disciplina, y no se detectó un solo caso de actitud polémica. Todo fue bien simple expectación preocupada por los acontecimientos, bien pruebas de adhesión a los mandos naturales y a S. M. el Rey.

No tuve más contacto con autoridades militares fuera de la región, que el citado con S. M. y otro también telefónico con el capitán general de la I Región Militar, que llamó de parte del JEME para dar noticias de la actitud en la III Región Militar, y corroborar verbalmente las órdenes recibidas.

Contactos telefónicos con civiles.

El presidente del Consejo de Castilla y León y el gobernador civil de Burgos, por separado, llamaron para darse por enterados de lo que ocurría y ofrecerse para cualquier cosa que necesitase el capitán general.

Asimismo me llamó el presidente del Gobierno Vasco y, aparte, el gobernador civil de Álava. Los dos para pedir noticias y, supongo, conocer actitudes. Se tranquilizó a los dos, y el segundo me dijo que también llamaba de parte del gobernador general que se encontraba en camino desde Madrid.

Hacia las 9.00 horas de la mañana del día 24 volvió a llamar S.M. el Rey.

El día 25, a las 18.00 horas, y por orden del teniente general JEME, cesó el estado de Alerta-2.

En relación con la SEGUNDA pregunta, hace constar:

Que no tiene nada más que manifestar.

 

Burgos, 26 de marzo de 1981

EL CAPITÁN GENERAL

 

EXCELENTÍSIMO SEÑOR ÁNGEL CAMPANO LÓPEZ

Teniente general del Ejército, capitán general de la VII Región Militar

 

 

De sesenta y cinco años de edad, casado, natural de Lagunilla (Rioja}, hijo de Ricardo y de Lucía (difuntos).

 

CERTIFICA: Que todas las circunstancias personales que anteceden se hacen a requerimiento del escrito de V. E. OG-9773101, como consejero togado, juez especial nombrado como consecuencia de los hechos acaecidos los días 23 y 24 del pasado mes de febrero que culminaron con el asalto al Congreso de los Diputados.

 

Que con el mismo carácter contesta a continuación a las dos preguntas que se le formula:

 

PRIMERA: Que sobre las seis y veinticinco de la tarde del día 23 de febrero y encontrándome en mi domicilio de Capitanía, mi esposa me dijo le había llamado un amigo de Madrid diciéndole que en el Congreso había tiros y que pusiéramos la radio.

En un transistor oímos las primeras noticias sobre el asalto al Congreso.

De modo inmediato llamé por teléfono de la RTM al general jefe de EM del Ejército, el cual me contestó no tenía más noticias, en ese momento, que las que estábamos oyendo por radio; que me llamaría tan pronto tuviese alguna noticia más.

Sobre las seis cuarenta y cinco de la misma tarde volví a llamar al teniente general Gabeiras quien me dijo recibiría un télex para poner en marcha la Operación Diana.

Pasé a mi despacho y se dieron las primeras órdenes poniendo en marcha la Operación Diana (Alerta 1, además de acuartelamiento). Estando con estas órdenes se recibió el télex que ordenaba poner en marcha la Operación Diana, Alerta 2.

Seguimos dando las órdenes oportunas para completar las anteriores, y todo quedó terminado, aproximadamente, a las ocho y media de la misma tarde.

Estando dando estas órdenes (aproximadamente a las ocho treinta), recibí una llamada de S. M. el Rey, requiriendo noticias de esta Región Militar; le contesté diciendo que todo estaba tranquilo; que estaba poniendo en marcha la Operación Diana ordenada por el JEME y que no había alguna preocupación.

Entre ocho y media y diez se estuvo comprobando que todas las órdenes quedaban cumplidas y con esta seguridad seguimos pendientes de las noticias que daba la radio.

En conversaciones telefónicas con algunos compañeros, por nadie se intentó alterar ni se alteraron las órdenes dadas, que se cumplimentaron puntual y totalmente, hasta que por el JEME se ordenó volver a la normalidad en la tarde del día 25 de febrero.

Sobre las doce horas del día 23 de febrero, se recibió un telegrama de la Casa Real de S. M., cuyo contenido decía: «Ante situación creada por sucesos desarrollados palacio Congreso y para evitar cualquier posible confusión, confirmo he ordenado autoridades civiles y Junta Jefes Estado Mayor tomen todas medidas necesarias para mantener orden constitucional dentro legalidad vigente. Cualquier medida de carácter militar que en su caso hubiera de tomarse, deberá contar con la aprobación de la JUJEM. Ruego me confirmen que retransmiten a todas las autoridades de Ejército.»

De dicho telegrama se acusó recibo inmediatamente, y se dio del mismo la debida publicidad para conocimiento de las autoridades militares de esta región, si bien, dada la hora de su recepción, ya estaban cumplidas todas las órdenes dadas por el JEME.

SEGUNDA: Que no tengo nada más que manifestar, salvo que las horas a que se hace mención en este escrito, son todas ellas con el carácter de aproximación, al no disponer en función de las circunstancias, de un aparato de control en dicho sentido, firmando la presente en Valladolid, a diecisiete de marzo de mil novecientos ochenta y uno. Firmado y rubricado.

 

DON MANUEL FERNÁNDEZ POSSE

Teniente general del Ejército de Tierra, capitán general de la VIII Región Militar,

 

Evacuando el interrogatorio de preguntas expedido por el excelentísimo señor consejero togado, juez especial de la Causa s/n, don José María García Escudero.

 

CERTIFICO. Que al tener conocimiento por la radio sobre las 18.22 horas del día 23 de febrero, de la intervención ocurrida en el palacio del Congreso de los Diputados, adopté las siguientes medidas:

 

– Aproximadamente a las 18.40 dispuse comunicar a los gobernadores y comandantes militares de la región que ellos y los jefes de unidades de sus respectivas jurisdicciones se mantuvieran alertados a la vista de los acontecimientos que estaban ocurriendo.

– Enterado hacia las 19.30 horas de que el JEME había cursado órdenes para la adopción de las medidas «Alerta-2», inmediatamente ordeno dicha Alerta a la VIII Región Militar. Esta orden fue confirmada por télex a las 22.10.

– Recibo a las 21.00 horas, aproximadamente, llamada telefónica de S. M. el Rey, expresándole que se habían adoptado las medidas ordenadas, no haber novedad en la región y poniéndome a disposición de S. M.

– El general Torres Rojas, que se encontraba debidamente autorizado en la plaza de Madrid, desde la última hora de la mañana del 23, por razones particulares, se incorporó a la región sobre las 23.45 horas del mismo día, presentándose seguidamente en mi despacho oficial de Capitanía General.

– Durante toda la noche del día 23 y primeras horas del 24 permanecí en mi despacho oficial recibiendo, sobre las 9.00 horas, una segunda llamada de S. M. el Rey, reiterándole que la tranquilidad en la región era absoluta y poniéndome nuevamente a sus órdenes.

– En el transcurso de la tarde y noche del 23 y madrugada y mañana del 24 mantuve contactos telefónicos con el JEME, con el capitán general de la Zona Marítima del Cantábrico, con el capitán general de la I Región que me iba informando de la situación; y una vez con el capitán general de la III Región que me dijo que tenía acuarteladas las tropas y que estaba preparando un manifiesto, cosa que le comuniqué de inmediato al JEME.

Todo lo cual hago constar a los efectos de lo preceptuado en los artículos 581 y 583 del Código de Justicia Militar. Y para remitir al indicado señor juez, firmo la presente en La Coruña a 13 de mano de 1981.

Firmado y rubricado.

 

 

 

DON ANTONIO DELGADO ÁLVAREZ,

Teniente general del Ejército y capitán general de la IX Región Militar.

 

 

CERTIFICO: Que a la primera pregunta declaro lo siguiente:

1.º Prevista, con antelación a los días 23 y 24 de febrero pasado, mi visita de despedida a la plaza de Almería, para asistir en la noche del día 23 a una cena ofrecida por las autoridades civiles y, el día 24, para despedirme de la guarnición, salgo de Granada día 23, sobre las 16.00 horas, acompañado del general jefe de EM, un ayudante de éste y nuestras respectivas esposas.

Llego a la ciudad de Almería, algo pasadas las 19.00 horas, y en el Gran Hotel Almería me reciben los generales Timón de Lara, gobernador militar de la plaza y provincia de Almería, Blanco González, jefe de la BRIR, y comandante militar de Marina Campos Arias acompañados de sus esposas. Por dichos generales me entero de lo difundido por la radio sobre los sucesos acaecidos en el palacio del Congreso. Dichos generales nos informan también no existir novedad alguna en la plaza, ni en su guarnición militar.

Inmediatamente después llamo por teléfono al general Parrizas, gobernador militar de Granada, para que me informe sobre la situación de dicha plaza, ordenándole al mismo tiempo que, por la RTM, se ponga en comunicación con el JEME al objeto de indicarle sobre mi estancia en Almería y recabar información más concreta sobre los sucesos y órdenes que dicha superior autoridad tuviese a bien dar a la Región Militar.

Poco después, sobre las 19.40 horas, el general Parrizas establece enlace telefónico con mi autoridad para comunicarme haber hablado con el EME, quien le ha dicho: «Recibiríamos órdenes concretas, a través de la División de Operaciones del EME.» Como consecuencia de ello, en espera de dicho comunicado del EME, ordeno al general Parrizas se alerte a todas las unidades de la región y se adopten medidas de seguridad en los acuartelamientos.

Poco después de esta comunicación, recibo llamada del general Bourgon, comandante general de Melilla, en la que me informa también de las noticias oídas por la radio, manifestándome, además, que en Melilla no existe novedad alguna.

Decido aguardar en Almería la recepción de la orden que el EME tiene previsto remitir a la región. Pasado un tiempo prudencial, como quiera que la orden del EME no se ha recibido aún en Capitanía, resuelvo trasladarme a Granada, decisión que se comunica al general Parrizas.

De regreso a Granada, en el pueblo de Adra, establezco de nuevo comunicación con el general Parrizas, quien me dice haber sido llamado por S. M. el Rey. El general Parrizas se pone a las órdenes de S. M. y le informa sobre la tranquilidad más absoluta en la región expresándole, asimismo, su adhesión con la siguiente frase: «Esta región, siempre, está a las órdenes de S. M.»

Llego a Granada, algo pasada la una (1) horas del día 24, reintegrándome a mi despacho de Capitanía. El general Parrizas pone en mi conocimiento haberse recibido ya la esperada orden de la División de Operaciones del EME, por la que se pone en vigor la situación BERTA-2, párrafo 2.º, concretándose dicha situación en el acuartelamiento de las unidades, situación que, inmediatamente, se había ordenado a todos los gobernadores militares de la región. Igualmente el general Parrizas me ratifica todas las noticias que hasta mi llegada a Granada me había ido facilitando. Acto seguido y, personalmente, hablo con todos los gobernadores militares de la región que me confirman sobre la tranquilidad más absoluta en todas las guarniciones y haberse adoptado por las unidades la situación BERTA-2, párrafo 2.º.

Sobre las 09.00 horas del día 24, hablo de nuevo con todos los gobernadores militares de la región y me vuelven a informar sobre el estado de normalidad absoluto en todas las guarniciones.

Sobre las 09.15 horas del día 24, soy llamado por S. M. el Rey, para confirmar la situación de tranquilidad. Me pongo a las órdenes de S. M. y me permito decirle: «Que la tranquilidad en la región es absoluta y que ha imperado en todo momento, la serenidad, la disciplina, el buen sentido, y la lealtad más absoluta hacia él.» S. M. me da las gracias por la actitud tomada por todos manifestándome, al mismo tiempo, su confianza en que la situación se resuelva pronto y favorablemente.

Sobre las 10.00 horas del día 24, hablo con el gobernador civil de la provincia que había hablado durante mi ausencia con el gobernador militar de Granada, para cambiar impresiones sobre la situación, manifestándome había existido y existía en la provincia la tranquilidad más absoluta.

Durante el resto de la jornada del día 24 no se produce novedad alguna, subsistiendo la normalidad más absoluta en todas las guarniciones de la región.

Que a la segunda pregunta, declaro lo siguiente:

Únicamente que el comportamiento de todo el personal militar dependiente de esta región fue ejemplar en todo momento. Nada más enterarse por los medios de comunicación, de lo sucedido, todo el personal sin excepción alguna, se incorporó a sus respectivos destinos para recibir instrucciones de sus superiores.

Y para que conste, y remitir al indicado juez firmo la presente en Granada a dieciocho de marzo de mil novecientos ochenta y uno.

 

Fdo.: ANTONIO DELGADO ÁLVAREZ

 

 

 

DON MANUEL DE LA TORRE PASCUAL

Capitán general de Baleares

 

 

Nacido el 8 de diciembre de 1915 en Lérida, de estado casado.

 

Cumplimentando el mandato judicial formulado en el adjunto exhorto por el excelentísimo señor consejero togado, juez especial de la Causa sin número que instruye con motivo de los hechos acaecidos en los días 23 y 24 del pasado mes de febrero, que culminaron en el asalto al Congreso de los Diputados.

 

CERTIFICA:

 

Que las noticias de lo sucedido en el Congreso constituyeron para todos una sorpresa, enterándome de lo que acaecía al llegar a mi despacho y comunicármelo el general gobernador de esta plaza, quien lo había oído por la radio, confirmándolo asimismo por las noticias radiadas que seguían emitiendo. Inmediatamente tomé contacto telefónico con los mandos de esta Capitanía General, dando a todos ellos la orden de que se mantuviesen alertados sin producir alarma y que todo el personal estuviese localizado.

Igualmente tuve contacto telefónico con el general Gabeiras, al que llamé serían aproximadamente sobre las 19 horas, y al preguntarle qué era lo que sucedía me indicó que lo que sabía lo conocía igual que yo, por la radio. Por mi parte le señalé que nos encontrábamos alertados, mas sin alarmar.

Me dispuse asimismo a tomar inmediatamente contacto con S. M. el Rey, sin llegar a lograrlo, pues las líneas de la Zarzuela estaban bloqueadas por otras llamadas.

A la espera de poder comunicar con el palacio de la Zarzuela, escuché en la radio el bando que publicaba en Valencia el capitán general de esa Región Militar, decidiendo entonces llamar al general Milans del Bosch para informarme de qué es lo que sucedía en el territorio de su mando. La conversación que sostuve con el mismo quedó reducida a la indicación del general Milans del Bosch que efectivamente había mandado publicar un bando proclamando el estado de excepción y que ello era conocido de S. M. el Rey. Por mi parte quise conocer el contenido de dicho bando y a través de mi servicio de Estado Mayor, en contacto con el de Valencia, tuve conocimiento de lo que en él se establecía.

Casi inmediatamente después de mi indicada conversación con el general Milans del Bosch he tratado de establecer contacto con él, sin coseguirlo. Asimismo le hice presente la tranquilidad absoluta que reinaba en esta Capitanía General de Baleares y que las unidades de la región ya estaban alertadas, así como mi decisión de acatar en todo momento sus superiores órdenes.

Igualmente hago constar que en dos o tres ocasiones, pues no lo recuerdo exactamente, tuve contacto telefónico con el general Pascual Galmés, capitán general de Cataluña. Nuestro cambio de impresiones se concretó especialmente en afirmar uno y otro la tranquilidad que imperaba en nuestras respectivas regiones.

También debo exponer que tuve contacto con el gobernador civil de esa capital, y en previsión de alguna posible alteración del orden público, le signifiqué que le cabía actuar utilizando las fuerzas de seguridad del Estado, Policía Nacional y Guardia Civil, y que si era necesario el Ejército lo respaldaría.

Señalo a la vez que también tuve un cambio de impresiones, a través del teléfono, con el presidente del Consell de este archipiélago, sin nada especial que resaltar.

Ya sólo me resta añadir que a las 21.59 horas se recibió un télex del JEME ordenando se dispusiese la situación de Alerta 2, lo que seguidamente fue cumplimentado.

Posteriormente a las 22.35 se recibió otro télex de S. M. el Rey indicando no se tomara medida alguna sin la expresa aprobación de la JUJEM. Se acusa recibo a este comunicado a las 23 horas, confirmándose el exacto cumplimiento de las órdenes recibidas.

Con relación a la 2.ª pregunta:

Que como antes expresé en esta región no ocurrió nada especial que resalta.Que no hubo ningún incidente, que todos los mandos acataron sin vacilación las órdenes recibidas; que todo transcurrió con la más absoluta normalidad dentro de las normas establecidas para la situación de Alerta 2.

Por último que en la mañana del 24 de febrero, S. M. el Rey me llamó por teléfono para hacerme presente su satisfacción por la lealtad y comportamiento de las fuerzas de esta región.

Y para que conste firmo la presente certificación en Palma de Mallorca a catorce de marzo de mil novecientos ochenta y uno. Firmado y rubricado.

 

 

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.