En el momento de escribir estas líneas (a 5 días del inicio de la catástrofe), el número oficial de muertos por la acción directa de nuestros gobernantes en el tratamiento de la emergencia por lluvias torrenciales en el Levante español es de 217.
Las cifras reales, que al paso que van las “ayudas oficiales” (más bien estorbos) a los damnificados, pueden tardar meses en conocerse, no se saldarán con menos de 3 ceros, y probablemente lleguen a los 4.
Por cierto, que la tardanza en encontrar los cadáveres es la prueba irrefutable de la insuficiencia de los medios empleados. Porque se está usando menos de la milésima parte de los disponibles, y se rechazan los ofrecidos por otros países. Lo único necesario es la voluntad de utilizarlos, que es lo que falta.
La lógica establece que cuando están en riesgo miles de vidas, mandarlo TODO es insuficiente, pero mandar algo menos que TODO, es delito.
Y sin embargo eso es lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo.
Probado que la voluntad es no utilizar los medios necesarios, la única causa razonable es que el gobierno desea el mayor número posible de muertos, con el objetivo inconfesado de usarlos como coartada para nuevas limitaciones de nuestros derechos y libertades, o vaya usted a saber por qué.
Los palmeros del poder afirman que la tormenta fue absolutamente natural, sin intervención humana. No me lo creo. La tecnología para producir estos fenómenos existe desde hace mucho tiempo, y cuando la “casualidad” quiere que produzca tantos beneficios juntos a la calaña que nos desgobierna, la probabilidad estadística de que sea “natural” es nula.
En todo caso, el desproporcionado número de víctimas, servirá -ya está sirviendo- para meternos el miedo en el cuerpo al falso cambio climático antropogénico, gracias al cual tragaremos las siguientes medidas restrictivas, y muchos incluso las aplaudirán, como pasó con las medidas plandémicas.
Eso sí, que nadie piense que hay ineptitud o desidia en el comportamiento de nuestros políticos. Al contrario. Cuando la intención consciente es aumentar en lo posible los daños, podemos decir que las cosas se han hecho a la perfección.
El verdadero problema es que, como en todas las matanzas multitudinarias (el 11-S, el 11-M, el síndrome tóxico, el volcán de la Palma, etcétera), “casualmente” nunca mueren personas “importantes”. Sólo el pueblo llano.
El día que en esas masacres mueran los que nos gobiernan, que son los que podrían evitarlo, dejarán de ocurrir esos fenómenos. Y si ocurren, producirán daños infinitamente menores.
En este caso hay cinco cargos, cada uno de los cuales tiene la responsabilidad solidaria de todos los muertos producidos. Porque cada uno de ellos, por sí solo, podría haber evitado la catástrofe, o minimizarla a una magnitud comprensible.
-El presidente de la Comunidad Valenciana.
-El Presidente del Gobierno.
-La Ministra de Defensa.
-El Ministro del Interior.
-El presidente de AEMET.
El orden no es importante, porque como queda dicho, cualquiera de ellos podría haberlo evitado, luego todos son responsables solidarios.
Por muchos muertos que se acaben contando, y aunque alcancen los 4 ceros, no serán suficientes para que esto no se repita.
Con que fueran arrastrados estos cinco, bastaría.
Ojalá la próxima DANA de un destino trágico tenga más puntería que evite la muerte de cientos de inocentes.
Autor
- Guerrillero insurgente. El sistema lo describe como negacionista, conspiranoico, anticientífico, egoísta e insolidario. Él se cisca en el sistema y no ceja esfuerzos para derribarlo. No usa trabuco, pero a su ordenador lo llama “La MG-42”.
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