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Debe ser una de las singularidades de los españoles, que las tenemos muy positivas, como es la valentía, el altruismo, el sacrificio, la improvisación con acierto y un largo etc., pero la singularidad de no reaccionar a tiempo, a mi entender, es algo tan negativo que hasta en algunas situaciones llega a ser un mal definitivamente irreversible.
No hay más que fijarse en que los españoles llevamos cuarenta y seis años sin reaccionar; impasibles ante los efectos que nos ha venido aplicando el fenómeno político que brotó en España a partir de la defunción del Generalísimo. Quizás víctimas de haber vivido bajo la protección de un excesivo -pero bastante cómodo- paternalismo.
La familia del Basilio, desde que él murió, no volvió a comer uvas de sus parras, ni verduras de sus verduras, porque Basilio ya no se las podía llevar, y además no sabían dónde estaban sembradas esas parras y esos huertos. Murieron todos los de esa familia, incapaces de reaccionar y tratar de encontrar esas tierras.
En parte, como a la familia del Basilio, es lo que les está pasando a la gran mayoría de mis compatriotas, que sin mover un pelo en la protesta, como un gran rebaño de ovejas en tierra yerma, están asistiendo a su ruina, como ser humano, hasta que esta llega a ser irreversible.
No es de la ruina económica en la que se puede haber caído y de la que, en mejores condiciones políticas -capacitados políticos- es posible recuperarse; la ruina que planea sobre la cabeza de casi todos los habitantes de este país es la ruina moral, en la que una vez enredado, hasta la dignidad se pierde.
Pocos -bueno, no tan pocos- somos los que estamos decididos a defender nuestro huerto, del que con muchísimo esfuerzo y enorme riesgo, tememos continuamente que nos sea asaltado, recogemos las habichuelas que se nos quieren arrebatar, ahora, los de antes ya hicieron lo suyo, por esta «pléyade» de inútiles con el canuto de hacer las «o», colgada del pescuezo, disfrazados de políticos que hasta estos «gloriosos momentos» hemos sido presuntamente gobernados.
Más de tres millones de parados. ¿A qué esperáis?.
Cincuenta y siete mil autónomos en ejercicio y treinta mil en el paro. ¿A qué esperáis?
Los jóvenes con la oscuridad de futuro que desde la actual política se os ofrece. ¿A qué esperáis?.
Os están engañando. Lo que está ocurriendo en España; el lamentable caminar de la Bolsa; la desaparición de gran parte de nuestra industria; el cierre de tantísimas empresas de toda clase; la escasez de dinero en movimiento; lo vergonzoso de tener que recurrir a la limosna europea, no es por culpa de Franco; ni se arregla derruyendo la cruz de Cuelgamuros, o poniéndole dinamita a los embalses que construyeron durante su mandato.
Todos eso son los réditos a cobrar por todos, por culpa de lo votado, habiéndose dejado la inteligencia en casa.
Los españoles que aún vivimos, después de haber sufrido la posguerra española, además de tener el colmillo retorcido, gozamos paladar suficientemente preparado para distinguir lo que es un buen vino (buen gobierno) -de los muchos que tenemos la suerte de disfrutar en España- de lo que es un asqueroso mata ratas (esto que nos están sirviendo), que hasta sin aperitivo nos lo quieren hacer tragar.
No sé si es un rayo de mi vista, pero empiezo a verlo todo de un fortísimo color verde.
Autor
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Mi currículum es corto e intranscendente. El académico empezó a mis 7 años y terminó a mis 11 años y 4 meses.
El político empezó en Fuerza Nueva: subjefe de los distritos de C. Lineal-San Blas; siguió en Falange Española y terminó en las extintas Juntas Españolas, donde llegué a ser presidente de Madrid.