En 1920 se estrenó la película muda “El gabinete del doctor Caligari”, obra de terror gótico considerada la cumbre del cine expresionista alemán, en la que se narra la historia de un hipnotizador loco —el doctor Caligari— que usa a un sonámbulo —Cesare, a quien presenta dentro de un ataúd— para cometer asesinatos, en el marco de un espectáculo concebido como atracción de una feria pueblerina.
Realizada en la posguerra de la Primera Guerra Mundial, el film es una crítica feroz de la autoridad brutal e irracional, donde Caligari representa al gobierno militar alemán, y Cesare simboliza al hombre común condicionado, como los soldados, a matar. Es considerada la primera película “de culto”, y el primer film de terror, que influyó decisivamente en la posteridad.
En un sorprendente giro argumental, la película revela al final que todo el dantesco mundo de los crímenes de Cesare no es sino un delirio de un loco ingresado en un manicomio, del cual es director el Dr. Caligari.
El tema central de la película es la lobotomía que ejerce una autoridad despótica y tiránica sobre un sonámbulo, es decir, una persona “dormida”, que a causa de su débil voluntad obedece las órdenes que le da el poder, independientemente de su conformidad o no con él.
En este sentido, las relaciones que se gestan entre los personajes en la obra dan cuenta de una relación de autoridad “vaciada” de sentido, en crisis, debido a la triste realidad de que los sujetos deben obedecer lo que se les ordena, en un automatismo de sumisión. Esto se torna evidente en la relación del Dr. Caligari con Cesare, a quien por medio de técnicas de sugestión condiciona para que asesine a gente inocente. Sus acciones se inscriben por lo tanto, en un espacio que no deja lugar a la libertad de Cesare para oponerse a la autoridad de Caligari, sino que es dejado en un estado obnubilado en el que no tiene posibilidad de decisión.
La película da a entender que los actos crueles e inhumanos se deben en escasa medida a las características psicológicas de los individuos que obedecen, ya que tienen como causa la estructura de poder a la que son sometidos. En este sentido, Cesare no representa más que un sujeto común que se ve supeditado al cumplimiento de una tarea que le es asignada, sin la posibilidad de negarse a ella por más atroz que sea.
A simple vista, es fácil ver en este film una perfecta parábola de la paranoia de locura que está padeciendo nuestro mundo, bajo la pérfida Agenda 2030, que podría calificarse también como “Agenda Caligari”, pues el colosal apocalipsis globalista ha convertido a muchos seres humanos en verdaderos dementes, que llevan existencias sonámbulas en orwellianos manicomios, que no por ser trágicos escenarios dejan de presentar rasgos circenses.
Así como el hipnotizador usa técnicas de sugestión para condicionar a su paciente a asesinar gente inocente, los poderes globalistas utilizan su gigantesca parafernalia de ingenierías sociales para que las masas hipnotizadas acepten sus propagandas, renunciando a sus libertades y derechos, dando su conformidad a unas ideas que repugnan a la conciencia y las leyes naturales, creando verdaderos monstruos capaces de ejecutar sin rechistar las mayores aberraciones, solo por obedecer a una autoridad que les manipula a su antojo.
Es así como los agentes de esta autoridad hipnotizadora y cruel, las fuerzas al servicio de la “Agenda Caligari” —abducidas, hipnotizadas, cooptadas, sonambulizadas— pueden cometer toda clase de crímenes sin siquiera pestañear, sin que les tiemble el pulso, sin remordimientos de conciencia, cumpliendo con las consignas de las élites satánicas que les aseguran su pesebre, saliendo de sus ataúdes, sonámbulos y vampíricos: igual matan un feto en el vientre de su madre, que eutanasian a quien se les dice; igual violan a un niño, que pinchan con satánicas pócimas; igual te fumigan como a una cucaracha desde siniestros aviones, que emponzoñan el agua con flúor: igual te disparan al cerebro sus malignas ondas electromagnéticas, que te roban el coche por aquello de la huella de carbono; igual transexualizan a tus hijos, que derriban las cruces que les da la gana; igual derriban torres y explotan trenes, que arrasan un territorio con sus tormentas perfectas…
Son los Cesares de Babilonia la Grande, los correveidiles de la “Agenda Caligari”, un ejército de sonámbulos dirigidos como marionetas por Asmodeos y Belcebúes, por los Caligaris del Averno, que fagocitan las mentes de los sonámbulos con sus magias negras, sus íncubos y súcubos, buscando víctimas en el gigantesco manicomio de Babilonia la Grande, la Gran Ramera, la de las mil cloacas, túnel oscuro donde los sonámbulos, los dormidos, los locos, pasean patéticamente sus locuras, sus pesadillas, sus crímenes, por ferias, manicomios e infiernos.
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